El país de San Romero de América «El
Salvador», pueblo trabajador y generoso, abonado con sangre martirial, por
muchos hermanos nuestros, ¡está de fiesta!
En medio de una pandemia mundial, cada salvadoreño
y salvadoreña, levanta la cabeza, alza vuelo, y busca como ganarse la vida,
para llevar a su hogar un bocado de comida y alimentar a su familia. Hay otros
problemas que este pueblo enfrenta, a la sombra de la emergencia sanitaria,
muchos se aprovechan valiéndose de las necesidades de los más vulnerables,
llenando al país de incertidumbre, las consecuencias peores se las lleva la
población más pobre. Todas estas realidades esperan ser transfiguradas.
Esta fiesta nos recuerda, que, en medio
de tantas voces, que no necesariamente se preocupan por el bien común, debemos
escuchar la Palabra de Jesús, el Hijo de Dios que vino a liberar al pueblo de
la opresión. La Palabra nos impulsa al compromiso con esta realidad tan
compleja, como «creyentes, consagrados y consagradas» estamos llamados a ser levadura, capaz de transformar la masa,
llamados a ser sal en medio del sin sabor de la vida.
Celebrar la transfiguración de Jesús,
es hacer memoria que debemos subir al monte, contactarnos siempre con la
fuerza vital en la que vivimos, nos movemos y habitamos, Dios. Igual que los
apóstoles que acompañan a Jesús en esta extraordinaria experiencia (cf. Mt
17,1), pero ojo, no debemos quedarnos embelesados con la luminosidad del
momento (cf. Mt 17,4). Es una tentación permanente, reducir la experiencia
cristiana a los momentos de oración sin más, sin complicarse la vida; Jesús nos
invita a bajar, a volver donde está la gente, con y en el pueblo.
Hermanos y hermanas, hay esperanza, los
problemas y la pandemia, no tienen la última palabra, aunque debemos sacar todas las lecciones que esta realidad
actual nos deja para la vida y, hacerle frente con más fuerza y claridad. Dejémonos
llenar por el Espíritu del transfigurado y con su Palabra encarnada en nuestras
vidas, emprendamos la misión, que aún queda mucho trabajo por hacer.
Dios acoja en su paz a todas las
personas que han fallecido a causa del Covid-19, nos unimos en oración a sus
familiares, para que puedan mantenerse fuertes, con esperanza y la confianza
puesta siempre en Dios.
Por una vida digna y en abundancia, ¡FELICES
FIESTAS EL SALVADOR!
Josué
Edilberto Lemus Cruz, cmf.
06 de agosto de 2020
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