31 mayo, 2020

LLAMADOS A EVANGELIZAR CON NOVEDAD Y ESPÍRITU

Fabio A. Rivas G., cmf., nicaragüense de 26 años de edad
Es profeso de la Congregación Misioneros
 Hijos del Inmaculado Corazón de María,
II año de Teología.
PENTECOSTÉS: 
Juan 19, 20-23 y Hch 2, 1-11

E. Fabio A. Rivas G., cmf.

En el día de pentecostés los discípulos del Señor sintieron su presencia, todo por manifestación de su Espíritu. Es lo que hoy leemos en los textos de la liturgia de la Palabra de este domingo; una verdadera experiencia entorno a la órbita novedad de la Ruah -en hebreo, es el soplo que posibilita la existencia, la base de todo lo que vive, es un término femenino, "la Espíritu"-, el Espíritu del Señor que sopla sobre sus discípulos para capacitarlos y animarlos a ser sus testigos.
En este contexto desolador y sin rumbo en el que vivimos hoy, el pentecostés debemos vivirlo de una manera más presentista, pues, muchos no sabemos qué hacer y cómo interpretar los signos que últimamente se nos presentan. En los hechos de los apóstoles se nos narra cómo estaban todos reunidos -los discípulos temerosos de Jesús y su Madre, María- en el cenáculo; es en esa realidad de estar sin cause, sin rumbo, solo orar como comunidad amparándose en una mujer, María, que claro está fue la única que, desde su llenura del Espíritu en la Encarnación del Hijo, nunca se fue de ella. Es ella la que representa la plenitud de los dones del Espíritu, en ella Dios hizo y sigue haciendo grandes proezas; no está en el texto de los Hechos como relleno histórico. Es en ella que podemos ver la presencia de Dios como la fiel y magnánime discípula, que, a decir verdad, no alardeó siempre estuvo con Él y en su Inmaculado Corazón todo lo guardó.
En ese pentecostés todos hablaban diferentes leguas, y como fuego el Espíritu del Señor se manifestó en los doce y en María. A partir de ese momento histórico la Iglesia se re-funda, con ánimo, fuego, esperanza y capacitación de los enviados; así fue y, hoy quiere serlo en nuestras familias en estos tiempos desoladores y desconcertantes. Al terminar la pandemia, tenemos que volver con un nuevo impulso misionero a ir donde el Señor nos envíe, aunque desde ya vos y yo estamos llamados, por el bautismo, a evangelizar por todos los medios posibles que hagan efectivo el Reino de Dios como espora que renace donde todo parece confusión y desierto.
Por último, recordemos los dones y los frutos que solo da el Espíritu Santo; no somos garantes de la misión del Maestro por nuestros méritos, es Él quien nos capacita para ser enviados. Hermanos y hermanas, que hoy Jesús sople sobre nosotros nuevamente y nos regale su paz y su Espíritu para que seamos capaces de hacer la voluntad del Padre en este momento de la historia, un nuevo Kairós nos espera, es el tiempo de Dios que nos hace renovarnos para dejarnos amar por Él, dejarnos abrasar por su amor y fuego y, sobre todo, dejarnos capacitar en su misterios esperanzador teniendo sus sentimientos, sus intenciones, sus miradas y sus dones; todo para la mayor gloria de Dios y el bien de las almas. ¡Envíanos tu espíritu Señor y haremos nueva tu misión!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión