16 mayo, 2020

No estamos huérfanos, el Espíritu de Dios nos respalda


Reflexión dominical 17 de mayo: Jn 14, 15-21

Josué Lemus, cmf., hondureño de 31 años de edad.
profeso de la Congregación Misioneros
 Hijos del Inmaculado Corazón de María,
IV año de Teología.
E. Josué Lemus, cmf

         Si me aman guardarán mis mandamientos.
Podríamos decir que el único mandamiento que Jesús nos deja antes de volver al Padre, lo leemos en Jn 13,34: “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros”. Muchas otras enseñanzas nos dejó Jesús durante su vida, pero todas ellas están ligadas directamente al amor. Ama y has lo que quieras nos dice san Agustín. Cuando nos mueve el amor, todas nuestras acciones irán en función del bien común, sin perjudicar a nadie.
Ese amor nos permite entender que no estamos huérfanos, Dios nos da su Espíritu para que esté siempre con nosotros. Efectivamente, Dios no se muda, Él nos habita, en Él existimos y nos movemos. Es difícil entender esto cuando reducimos la presencia de Dios a meros ritos litúrgicos, en un determinado lugar; esto nos lleva a sentir que Dios no está con nosotros cuando no realizamos, de manera física, dichos cultos, es lo que puede estar pasando en esta situación de cuarentena. Hermano, hermana, Dios está en su casa, con ustedes, actuando por medio de ustedes, Él no se da vacaciones, ni está en cuarentena, dese la oportunidad de redescubrirlo.
El mundo no me verá, pero ustedes sí, porque vivo en ustedes. En esta ocasión, el evangelista hace referencia al mundo, como aquello que se opone al proyecto del Reino de Dios. Cuando seguimos los criterios humanos, egoístas, interesados y opresores, entonces somos parte de este mundo; esas actitudes nos impiden ver y reconocer a Dios. En cambio, aquellos que se dejan iluminar por el Espíritu de Dios, son capaces de reconocer su presencia en el otro, en las acciones que van en favor de la vida digna y abundante.
El que me ame, el Padre lo amará y yo me manifestaré en él. Jesús hace referencia al poder trascendente del amor. No es un puro sentimiento -corazoncitos flechados-, como muchas veces lo queremos hacer ver. Este amor va más allá de nuestros límites humanos, es el mismo Dios amando por medio de nosotros. El amor que se nos da no es egoísta, cuando me siento de verdad amado por el Padre, mi actitud será de amor a los demás.
Este amor desinteresado no se entiende en el mundo egoísta, acostumbrado a moverse por intereses. Un mundo dedicado a cuidar el orden establecido por la economía y el poder. Pero la invitación hoy, es a sentirnos acompañados y respaldados por el Espíritu de Dios, el mismo que hizo posible su encarnación en la humanidad, ese Espíritu está con cada uno de nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión