Pero,
si hacemos memoria de nuestra unión con Jesucristo, a través del Sacramento del
bautismo, esto tiene otro significado. Debemos ser conscientes que gracias al
Bautismo hemos alcanzado una nueva condición de vida, una nueva identidad como
hijos de Dios y, por tanto, llamados a colaborar activamente con el proyecto de
Jesús; un proyecto de amor, de solidaridad y de auténtica justicia. Jesús no
pretende despojarnos de nuestra familia, sino, que nos cuestiona acerca de
nuestro seguimiento e identidad con él. Muchas veces, algo que es bueno y
fundamental para el ser humano -a lo que Dios no se opone-, se puede convertir
en un obstáculo para nuestro compromiso como cristianos.
Y
añade algo más fuerte todavía: “Quien no tome su cruz para seguirme no es digno
de mí” (Mt 10, 38). Es decir, nuestro seguimiento de Jesús como cristianos, es
un camino de muchas encrucijadas. En este camino, vamos a encontrar
dificultades, angustias, crisis, pero si de algo debemos estar seguros, es que ¡Dios
no abandona a nadie!, mucho menos a aquellos que optan por seguirle con amor y
valentía. Con esto el evangelista Mateo, quiere despertar en nosotros esa
actitud de discípulos que lo dan todo por el Reino sin reservarse egoístamente
todo para uno mismo (cfr. Mt 10, 42).
Al final, una vida entregada sin esperar nada a cambio, tiene su recompensa.
Esa es la garantía para cada cristiano, para cada hombre y mujer que se decide
a entregarse por entero al ser vicio del prójimo, de su comunidad.
Que
el Señor nos de su Espíritu para ser auténticos cristianos, capaces de
entregarnos por los demás, ser buenos artesanos del amor y la solidaridad en
este tiempo de Pandemia. ¡Feliz domingo para todos/as!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión