¡Aleluya, aleluya!
El Señor resucitó
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Byron Uriel Calero, cmf., nicaragüense de 35 años de edad. profeso de la Congregación Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María I año de Teología. |
E. Byron Uriel Calero, cmf
Este
grito de alegría, es la mejor noticia que los cristianos debemos pregonar y
dejarnos contagiar por lo positivo, por la vida; al igual que María Magdalena, “primera
testigo de la resurrección”; seamos también nosotros portadores de Buena Nueva
y pregonemos con alegría que ¡Jesús
ha resucitado!
Luego
de haber vivido un tiempo fuerte de conversión y habernos visto dentro de
nosotros mismos, ahora es momento de gozarnos en la presencia de Dios por haber
resucitado a su Hijo, Él que ha vencido la muerte y ha triunfado victorioso
para darnos vida en plenitud.
Los
discípulos antes de encontrarse con Jesús resucitado, vivieron en la incertidumbre,
en el desconcierto; pero, al ser testigos de su resurrección son capaces de pregonar
y gritar al mundo que Cristo Jesús ha resucitado. En este tiempo de
desesperación por el COVID-19, es momento también de contagiarnos de Buenas
Noticias y ver lo positivo que podemos sacar luego de tantos sufrimientos; ojalá
podamos abrirnos a la experiencia de la resurrección y proclamar juntos desde nuestros hogares, con nuestras familias ¡Jesús
ha resucitado! y ha resucitado para
quedarse en nuestras vidas.
Al
resucitado hay que buscarle donde hay vida, hay que buscarle en las familias y
comunidades que, cada día, van construyendo lazos de solidaridad con los rostros
del Jesús que sufre y que ponen al resucitado como centro de sus vidas. El que
ha resucitado vive, y si vive no lo encontramos en una fe dormida, estancada;
sino, en nuevas relaciones de hermandad, en la identificación con su proyecto de
vida y salvación.
Dios
es amigo de la vida; por tanto, no se identifica con quienes la destruyen, Dios
se identifica con los crucificados de cada día, no con los verdugos; por eso,
como cristianos creyentes en un Jesús resucitado debemos poner vida donde otros
ponen solo muerte.
Creer
en el resucitado es acercarnos con esperanza a tantas personas que padecen, sufren, que siguen siendo crucificados por la injusticia. Creer en el
resucitado es confiar que nuestros esfuerzos por querer ver un mundo más humano,
más fraterno, no serán esfuerzos vacíos, sino motivos de alegría para hacer vida
el reino de Dios.
La
resurrección, es creer en el Dios de la vida. Por eso, hay que dejarse
contagiar por el virus de la resurrección, por el mensaje consolador de la Pascua y dejarnos impregnar por su luz que destruye las tinieblas. Jesús ha
resucitado, y este resucitado camina junto a su pueblo que le ama y que invoca
su presencia.
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