El texto del Evangelio de hoy es una lectura muy conocida por todos
nosotros, ya que trata sobre el Sermón de la montaña o la Bienaventuranzas. Su
intención es hacer referencia a todo aquello que posibilita dar señales de la
presencia del Reino, aquí y ahora en nuestro tiempo, y lo que nos hace felices
para ser buenos cristianos y cristianas que hemos optado por la propuesta de
Jesús de Nazaret.
Las primeras cuatro Bienaventuranzas constatan situaciones por las que el Reino
irrumpe; en las cuatros últimas los invito que pongamos un poco más de
atención, ya que propone actitudes que nosotros sus discípulos y discípulas;
misioneros y misioneras, debemos potenciar las bienaventuranzas para poner de
manifiesto la presencia del modelo del Reino que Jesús nos ha invitado
construir.
Queremos santos y santas que vivan en sintonía con lo que sucede en nuestro
entorno, que no deben de renunciar en su forma de vivir, pensar y expresarse de
este siglo, sino que se apoderen de él y
desde ahí ser nuevas formas de ser cristianos, nuevas formas de evangelizar y
sembrar/encarnar la Palabra de Dios.
Queremos más santos y santas que sean valientes, salgan a las calles y
utilicen todos los medios posibles para desarrollar sus vidas como buenos
humanos y cristianos. Y veremos que seremos felices cuando seamos injuriados,
perseguidos, calumniados y considerados locos, así mismo, como le pasó a Jesús
de Nazaret. Resumo mi meditación con el siguiente poema:
Nos faltan
héroes
Nos faltan
héroes, Señor,
nos faltan héroes…
Que te vean entre los pobres
y nos griten
y los señalen…
¡ES EL SEÑOR!
Nos faltan
héroes que te vean
en los que huyen,
en los hambrientos,
y que nos griten que Dios está en los pequeños,
y en los perseguidos,
y en los silenciosos…
Nos faltan
héroes, Señor, nos faltan héroes…
que nos animen a salir a la calle
a gritarle al mundo que estás
escondido entre las mantas
de una mujer abandonada…
nos faltan héroes.
Hemos visto a
un héroe,
que rezaba de rodillas.
Hemos visto a un héroe
que animaba con la voz a los sin voz.
Hemos visto a
un héroe, Señor,
hemos visto a Pedro de rodillas,
hemos visto a un héroe…
que se dejó la vida,
y la oración,
y el corazón
en los más pobres.
(Antonio
Ordóñez, sj)
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