07 noviembre, 2020

EL TIEMPO ES DE DIOS: Mt 25, 1-13

El texto del Evangelio de este XXXII domingo del tiempo ordinario, nos va preparando para el tiempo litúrgico que se aproxima, el adviento. Un pasaje que todos y todas hemos hecho famoso por su mensaje predictivo del Reino de Dios, con la comparación didáctica de las diez jóvenes con sus lámparas y el aceite, cinco prudentes y cinco desentendidas.

Más allá de hacer interpretaciones apocalípticas de este texto, me adentraré a meditarlo desde la experiencia que en él se describe, el Reino de Dios se parece a; este recurso comparativo, utilizado por Jesús, nos pone de manifiesto algo más profundo para la vida discipular y misionera que cada uno, cada una, debe ir gestando desde la interpretación correcta de los signos de los tiempos.

Ahora bien, recordemos la experiencia del pueblo de Israel, que, desde antiguo relacionan a YHVH como el esposo de esta tierra elegida, Dios se desposará con Israel y la hará suya. Una analogía que identifica el sentido de la alianza que esta entidad ha hecho con una nación. No obstante, para los judeocristianos también la figura de Jesús viene a representar esta misma historia, el esposo de la Iglesia y, que llega sin que se den cuenta los poderosos de Israel. Pero, más allá de esta hermenéutica, es necesario entender que el texto hace referencia a un futuro próximo, futuro que puede ser hoy, mañana o pasado, es incierto; pero si algo es seguro es que el esposo de la fiesta llegará en cualquier momento y las jóvenes invitadas debían estar preparadas.

Cinco de las 10 jóvenes que aparecen en el Evangelio de hoy, están preparadas con sus lámparas y los insumos de aceite requerido para mantenerlas encendidas a la espera del novio en la noche; las otras cinco no fueron provisoras, solo contaban con el aceite que cargaba la lámpara, pero no previeron para más noche a la llegada del esposo. Cuando llegó el esposo solo entraron las cinco provisoras y las otras cinco, por ir a buscar aceite, se quedaron excluidas de la fiesta. Esto describe el texto del Evangelio, pero acerquémonos ahora a una posible interpretación.

Vivimos un contexto bien accidentado por la pandemia, el huracán Eta, ciclones de intensas lluvias en el pacífico centroamericano, enfermedades virales, etc., un sin número de escenas que parecieran sacadas del libro del profeta Daniel o el Apocalipsis; incluso, muchos llegan a pensar en el fin de los tiempos. Lo cierto es que, la invitación de este texto es única, estar preparados con los insumos necesarios como las cinco jóvenes prudentes a la espera del esposo; estar listos es la actitud que se nos pide hoy, listos no para una destrucción masiva o algo parecido. Debemos estar listos para ser solidarios, fraternos y serviciales con el esposo que está presente en este reino de injusticia social, nuestra realidad de sufrimiento y dolor; ese Reino que debemos construir con prudencia sabiendo tener el suficiente aceite para ayudar a nuestros hermanos que sufren los embates de estas calamidades del 2020. El Reino de Dios es aquí, en la fiesta del banquete que acontece cuando el esposo llega de improvisto a nuestra vida, nuestra realidad y contexto, en los suburbios de nuestra vida. Por eso, estar atentos es una exigencia discipular, porque no sabemos el día ni la hora en que llegará nuestro juicio final, el día en que me juzguen en el amor, así lo decía nuestro gran amigo, misionero, obispo y profeta Pedro Casaldáliga, cmf, Q.E.D., “al final del camino me dirán: ¿has vivido?, ¿has amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”.

Que el Señor nos conceda la gracia de vivir con la esperanza siempre puesta en Él, porque siempre es fiel y viene cada vez que hacemos lo que Él nos pide. ¡Feliz domingo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión