Más allá de hacer interpretaciones
apocalípticas de este texto, me adentraré a meditarlo desde la experiencia que
en él se describe, el Reino de Dios se parece a; este recurso comparativo, utilizado
por Jesús, nos pone de manifiesto algo más profundo para la vida discipular y
misionera que cada uno, cada una, debe ir gestando desde la interpretación
correcta de los signos de los tiempos.
Ahora bien,
recordemos la experiencia del pueblo de Israel, que, desde antiguo relacionan a
YHVH como el esposo de esta tierra elegida, Dios se desposará con Israel y la
hará suya. Una analogía que identifica el sentido de la alianza que esta entidad
ha hecho con una nación. No obstante, para los judeocristianos también la
figura de Jesús viene a representar esta misma historia, el esposo de la
Iglesia y, que llega sin que se den cuenta los poderosos de Israel. Pero, más
allá de esta hermenéutica, es necesario entender que el texto hace referencia a
un futuro próximo, futuro que puede ser hoy, mañana o pasado, es incierto; pero
si algo es seguro es que el esposo de la fiesta llegará en cualquier momento y
las jóvenes invitadas debían estar preparadas.
Cinco de las 10
jóvenes que aparecen en el Evangelio de hoy, están preparadas con sus lámparas
y los insumos de aceite requerido para mantenerlas encendidas a la espera del
novio en la noche; las otras cinco no fueron provisoras, solo contaban con el
aceite que cargaba la lámpara, pero no previeron para más noche a la llegada del
esposo. Cuando llegó el esposo solo entraron las cinco provisoras y las otras
cinco, por ir a buscar aceite, se quedaron excluidas de la fiesta. Esto describe
el texto del Evangelio, pero acerquémonos ahora a una posible interpretación.
Vivimos un contexto
bien accidentado por la pandemia, el huracán Eta, ciclones de intensas lluvias
en el pacífico centroamericano, enfermedades virales, etc., un sin número de
escenas que parecieran sacadas del libro del profeta Daniel o el Apocalipsis;
incluso, muchos llegan a pensar en el fin de los tiempos. Lo cierto es que, la
invitación de este texto es única, estar preparados con los insumos necesarios
como las cinco jóvenes prudentes a la espera del esposo; estar listos es la
actitud que se nos pide hoy, listos no para una destrucción masiva o algo
parecido. Debemos estar listos para ser solidarios, fraternos y serviciales con
el esposo que está presente en este reino de injusticia social, nuestra
realidad de sufrimiento y dolor; ese Reino que debemos construir con prudencia
sabiendo tener el suficiente aceite para ayudar a nuestros hermanos que sufren
los embates de estas calamidades del 2020. El Reino de Dios es aquí, en la fiesta
del banquete que acontece cuando el esposo llega de improvisto a nuestra vida,
nuestra realidad y contexto, en los suburbios de nuestra vida. Por eso, estar
atentos es una exigencia discipular, porque no sabemos el día ni la hora en que
llegará nuestro juicio final, el día en que me juzguen en el amor, así lo decía
nuestro gran amigo, misionero, obispo y profeta Pedro Casaldáliga, cmf, Q.E.D.,
“al final del camino me dirán: ¿has vivido?, ¿has amado? Y yo, sin decir nada, abriré
mi corazón lleno de nombres”.
Que el Señor nos
conceda la gracia de vivir con la esperanza siempre puesta en Él, porque
siempre es fiel y viene cada vez que hacemos lo que Él nos pide. ¡Feliz domingo!
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