25 julio, 2020

El Reino de los cielos en nuestro contexto: ¿Qué vas hacer en la nueva normalidad? (Mt 13, 44-52)

Por Gerardo E. Bolaños G., cmf.

        Considero que, estamos cansados que se nos repita a cada momento, que, la pandemia ha sido un tiempo para ensimismarnos y profundizar en nuestras vidas. Es cierto, se ha exagerado, pero ha sido necesario porque a pesar que estamos detenidos y darnos tiempo para revisar nuestras vidas y, no estamos corriendo en las calles; en casa queremos llevar a cabo la misma vida que teníamos antes del confinamiento. Es el Reino del cual hoy nos habla Jesús, se parece a, está en, y sabiamente saca cosas nuevas de su tesoro.

            A mi juicio, ha sido excesivo condenar todo lo anterior a la pandemia. ¿acaso no había presencia de Dios (Reino, dones y talentos)? Estamos convencidos que después de tantos contratiempos, se nos ha obligado a detenernos. Ya algunos hermanos y hermanas han retomado sus antiguos ritmos, ahora vivimos con lo que conocemos “la nueva normalidad”. Otros ya no aguantamos el encierro, otros desean retomar sus antiguas ocupaciones y, claro no está mal. Pero debemos seguir siendo Reino de Dios desde la realidad que nos toca vivir.

            Es necesario ir al gimnasio, salón de belleza, al bar, las ferias, parques, al cine, la manera de ingresar dinero en mi hogar, visitar a mis parientes y amigos; todo lo que usted como yo hacíamos normalmente. Pero detente, hazte la pregunta: ¿te urge hacer todo eso?, ¿qué te atrae de verdad?, ¿en qué quieres consumir tus energías y esfuerzos?, ¿el Reino que nos propone Jesús es un tesoro para ti? De esto nos habla hoy a profundidad el Evangelio.

            Recuerda, saldremos otra vez a las calles, si quieres volver hacer todo como fue antes y no asumir la nueva normalidad de nada te valió el tiempo que te dedicaste para ti. Rehacer tus actividades cotidianas y darles más importancia que el Reino que te ofrece Jesús, te aviso que estás perdiendo un tesoro. Procura seguir perseverando en lo que has podido conseguir en este tiempo para ti y la relación con Dios, todo lo que llegues hacer de ahora hacia delante, construye el Reino de Dios y procura que lo que haces no remplace este tesoro.

Te dejo con este poema hecho por un Jesuita, que nos ayudará a entender mejor este misterio:

Solo tú

Porque nuestros proyectos se desmoronan y fracasan
y el éxito no nos llena como ansiamos.
Porque el amor más grande deja huecos de soledad,
porque nuestras miradas no rompen barreras,
porque queriendo amar nos herimos,
porque chocamos continuamente con nuestra fragilidad,
porque nuestras utopías son de cartón
y nuestros sueños se evaporan al despertar.
Porque nuestra salud descubre mentiras de omnipotencia
y la muerte es una pregunta que no sabemos responder.
Porque el dolor es un amargo compañero
y la tristeza una sombra en la oscuridad.
Porque esta sed no encuentra fuente y nos engañamos con tragos de sal.
Al fin, en la raíz, en lo hondo, solo quedas Tú.
Solo tu Sueño me deja abrir los ojos,
solo tu Mirada acaricia mi ser,
solo tu Amor me deja sereno,
solo en Ti mi debilidad descansa
y solo ante Ti la muerte se rinde.
Solo Tú, mi roca y mi descanso.

            (Javi Montes, sj)

18 julio, 2020

El arte de la enseñanza en Jesús: Mateo 13, 24-43

            Considero importante resaltar la pedagogía de Jesús por medio de parábolas. En el evangelio del XVI domingo del tiempo ordinario, Jesús nos enseña por medio de este arte, el objetivo del Reino de los cielos. El cual, compara por medio de tres parábolas: trigo y cizaña, la semilla de Mostaza y la levadura. Ambos elementos están referidos al trabajo cotidiano del pueblo más sencillo, símbolos de la predilección de Dios. Es un lenguaje humilde, un germen liberador con el que se quiere transformar la vida de la persona y sociedad en general.


            La enseñanza de Jesús, en cada una de estas parábolas parte de un anuncio liberador; que, apuesta por la vida, ya que por encima del mal se impone lo bueno. El Reino del cual nos habla Jesús, está marcado por un nuevo orden social. Este orden se opone a las estructuras imperantes de su tiempo y el nuestro. Es el ideal de una vida nueva, de esperanza, de siembras y cosechas. Y este, solo se entiende desde abajo, es decir desde las luchas sociales, los ideales de mujeres y hombres en la lucha de cada día.

            Como humanidad vivimos insertos en un mundo complejo y misterioso, donde no todo es bueno, pareciera que es una ley de la naturaleza, pues el mal nace junto al bien (trigo y cizaña). Por ello, Jesús nos invita a ver que lo negativo en el Reino de Dios es oportuno: las crisis, los problemas, las encrucijadas de esta vida son una oportunidad para tomar impulso y alzar vuelo. Ciertamente es un momento para crecer, madurar, discernir y responsabilizarnos desde los retos y actos de la vida. Esta pandemia nos está enseñando a convivir con el mal (enfermedad) pero a la vez nos invita a replantear nuestra salud. A priorizar y hacer un mejor cuidado de nuestro sistema inmunológico. Se hizo necesario que llegara el Covid-19 para reconocer lo vulnerable que somos; y darles importancia a las medicinas naturales entre otras cosas, sobre el cuidado que deberíamos haber tenido desde antes. Pero, ¿de verdad nos estamos cuidando o seguimos consumiendo lo mismo de siempre? ¿Estamos retomando una atención sana que nos ayude a vencerlo? Todo proceso de trasformación es doloroso, pero nos hará fuertes para derribar al enemigo.

            En esta misma sintonía, opuesto a los falsos reinos, Jesús propone un Reino justo, es el Reino de Dios el cual no consiste en grandezas, sino en la pequeñez (un grano de mostaza). El cual, cuando crece es capaz de acoger, anidar y dar vida a toda la creación entera. Esta es la experiencia de acogida del sentirnos hermanos, unidos contra el mal, con la capacidad de construir el bien, en ayuda solidaria y equitativa. Este Reino no es estéril, sino un proceso en constante germen, como hace la levadura en la harina. Es la vida que crece y se fortalece a pesar de las adversidades. Definitivamente, Jesús nos motiva a saber convivir entre el trigo y la cizaña; realidad que humanamente no podemos obviar; pero la cual podemos vencer a fuerza de bien. Jesús, nos enseña a sentirnos en familia, en fraternidad, unidad y solidaridad y así seguir, construyendo el Reino de los cielos entre nosotros.


11 julio, 2020

LLAMADOS A DAR FRUTO: Mt 13, 1-23


“La Iglesia es joven cuando es ella misma, cuando                                             recibe la fuerza siempre nueva de la Palabra, de la Eucaristía, de la presencia de Cristo y de la fuerza de su Espíritu cada día”   (Christus Vivit).

 

            Las lecturas de hoy están cargadas de un simbolismo acerca de la actividad que realizan nuestros hermanos campesinos, la «siembra». Con la parábola del sembrador Jesús habla del proyecto del reino a la muchedumbre. El sembrador lleva una sola semilla, pero se encuentra con todo tipo de terrenos, esto condiciona la calidad y cantidad del fruto que se pueda lograr.

            Tú y yo somos el terreno y la semilla es la Palabra de Dios, preguntémonos: ¿cuánto tiempo tenemos de escuchar la Palabra de Dios? Esto equivale a la siembra de la semilla en nosotros, en nuestra tierra, en nuestra vida; sería bueno que echemos un vistazo a nuestro caminar y evaluemos nuestros frutos. Considero que no somos de un solo terreno, ya que las diferentes situaciones de la vida van sumando a nuestra tierra, ya sea minerales que nos hacen más fértiles o químicos que van acabando con la fertilidad de nuestra tierra. De repente aparecen piedras, o zarzas que solo vienen a sofocar el fruto que la Palabra hace germinar en nosotros. Pero, esto puede cambiar si nos dejamos ayudar por la gracia de Dios y ponemos también de nuestra parte.

            Permítanme hacer una analogía con el sistema social actual, él es otro sembrador y trae muchas semillas que suelen ser apetecibles a la vista, pero son transgénicas, dígase (consumismo, egoísmo, individualismo, poder, falsa seguridad, entre otras). Muchas veces nos atraen estas semillas del anti reino, esta es la lucha diaria del cristiano y, es por eso tan necesario el discernimiento, ya que frente a nosotros tenemos la Palabra de Dios que nos invita a servir sin buscar intereses egoístas y están esas otras semillas que nos alejan del camino de Jesús.

            Por tanto, la Palabra ya está sembrada en ti y en mí, ella contiene en sí misma la fuerza vital para germinar, pero debemos limpiar el terreno de todo aquello que no nos deja dar fruto, este trabajo es permanente. Hoy más que nunca, debemos procurar que en nuestra existencia florezcan frutos de vida y de esperanza para toda la humanidad, la creación entera espera de nuestro compromiso con la vida, estamos llamados a ser agentes de cambio.

            Le pedimos a María de Nazaret, que acompañe a la Iglesia en este proceso de conversión permanente. Ella supo disponer el terreno de su corazón y así pudiera germinar el Verbo de Dios en medio de su Pueblo (humanidad). No lo olvides, desde el estado de vida en el que te encuentres, ya sea como soltero, en matrimonio, vida consagrada, etc., tienes un compromiso con la defensa de la vida en todas sus formas. ¡Dios nos bendiga a todos!

04 julio, 2020

REFLEXIÓN DOMINICAL-XIV DOMINDO DEL TIEMPO ORDIARIO: “PADRE, PORQUE ASÍ TE HA PARECIDO BIEN” (Mt 11, 25-30)

    

    Hermanos/as, el texto del evangelio correspondiente a este domingo nos trae un mensaje centrado en la liberación de nuestras cargas. Mateo, nos introduce con una oración de acción de gracias que Jesús eleva al Padre; es una oración muy sentida por su Hijo, es el Reino de Dios proclamado al pueblo sencillo, pobre, marginado y sufrido. Es la voluntad de Dios que el Reino sea para los olvidados de la historia; por esta razón, expresa con energía: “Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien”.[1] No hay duda, que el anuncio de la Buena Noticia es destinado, en su objeto de ser, a los sencillos. Es esta su oración mesiánica más agradable, pues el Reino de Dios ya está presente en su pueblo, en los anawin, pobres de Yahvé.

            El corazón de este texto del evangelio, a mi juicio, está en los versículos 28 al 30; aquí encontramos la invitación de Jesús a sus discípulos y, todos sus interlocutores, a depositar sus cargas solo en Él. Pero, de qué cargas habla, de qué cansancios y de qué agobios; y, sigue complicando más la frase, promete dar alivio, pero pareciera que impone otra carga: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida”.[2] Nos impone la carga de la liberación, la que solo produce el Reino de Dios cuando abrimos nuestro corazón a su misterio de amor, al enigma de la fraternidad y vida comunitaria plena en Él; esta es la hora de la oblatividad de Jesús para con todos aquellos que quieran apuntarse a hacer efectiva la voluntad de Dios en sus vidas. Aprender de Jesús será entonces, el camino discipular que hoy tenemos que emprender con radicalidad, abandonando toda pesadez que hoy llevamos como personas, como comunidad y como sociedad humana, ¡tantas cargas y fatigas hoy nos impelan en esta oscura realidad!

            Tomar el yugo de Jesús, es comprometerse con su causa, con el Reino de amor que proclama en y para los prójimos. Aquí está el secreto de su yugo llevadero, en que seamos mansos -honestos con capacidad de diálogo, sin cargas negativas que nos consuman- y humildes a la manera de Jesús, tolerantes ante la agresividad del odio del mundo y de tanta gente que no conoce a Dios.[3] En este Reino del que Jesús habla, no hay lugar para la exclusión, no existen diferencias; no hay ley humana que pueda abolir el amor, la fraternidad, la solidaridad, la aceptación y el cuido de los demás como parte inherente de nuestro seguimiento de Jesús. ¡Vivamos lo que creemos y predicamos! De este modo entonces, iniciaremos a llevar el yugo de la liberación que solo Jesús de Nazaret nos ofrece. 



[2] Cfr. Mt 11, 28-29.

[3] Cfr. Mt 11, 30.