21 marzo, 2020

LUMINISCENCIA DE LA PALABRA

 
Fabio A. Rivas G., cmf., nicaragüense de 26 años de edad.
Es profeso de la Congregación Misioneros
 Hijos del Inmaculado Corazón de María,
II año de Teología.
Reflexión dominical 22 de marzo de 2020 
 
“En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor son Luz. Vivan , por lo tanto, como hijos de la luz ” (cf. Ef 5, 8).

E. Fabio A. Rivas G., cmf

       Nos encontramos en el IV domingo de cuaresma y, sin duda alguna, ¡un domingo diferente para todos! Sin Eucaristías presenciales, sin poder acercarnos al otro a dar la paz y sin hacer nuestros vía crucis procesionales.  Pero, Dios nos habla hoy más que nunca, por medio de la Palabra en este efímero tiempo de oscuridad, encierro y desesperanza. 
        El texto del Evangelio de este domingo, tomado de San Juan 9, 1-41; nos dará solo respuestas de esperanzas, de luz y vida, que, en muchos casos, reducidas a falsas actitudes meramente humanas: superficialidad, legalismo, fe puesta en personas y no en Dios, etc. Veamos lo que hoy el Señor nos quiere transmitir.  
    El texto nos narra el acontecimiento de la sanación en sábado de un ciego de nacimiento. Encontramos aquí toda una riqueza teológica. Me quedaré con algunas partes del texto: recordemos que San Juan, en todo su Evangelio, utiliza la palabra “signo”; el signo cobra su sentido cuando sabemos cuándo Dios actúa en el Hijo amado y da la salud al enfermo  -el ciego de nacimiento- y hace que vea ante toda ley política y religiosa. Los fariseos, se interponen al actuar de Jesús en sábado, pues la ley de Moisés lo prohíbe; para ellos el legalismo es supremacía y no la vida, como lo es para el Mesías.  
       Un primer signo lo encontramos cuando Jesús toma el barro y con su saliva se la unta en los ojos al ciego, una característica del ser humano es sentirse necesitado y frágil -polvo eres y al polvo volverás-; ceniza que nos impusieron el miércoles de ceniza para vivir esta cuaresma con actitud de pecadores vueltos a Cristo, necesitados suyos. El segundo signo, radica en el envío que hace Jesús al ciego, que se lave en la piscina del Siloé (enviado). Solo nos podemos sentir sanos si pedimos a Jesús que nos haga ver, sin pretensiones y sin legalismos como los fariseos, que nos lavemos en la fuente de vida de su Palabra, pues Él, es el enviado del Padre; es el único que nos devuelve la visión en los momentos de oscuridad, tinieblas, noche. La fe, como la del ciego, nos puede sacar de nuestras cegueras, Jesús nos ve por el camino, camino de esta cuaresma y semana santa que viviremos recogidos desde nuestros hogares; ojalá pidamos en este tiempo la verdadera luz de Cristo, el amor que ve al prójimo más allá de las apariencias y de los defectos o posibles virtudes. 
       Que este domingo, lo vivamos esperanzados en que la luminiscencia -luz baja que alumbra en medio de la oscuridad- perdure en nuestra vida, no para acaparar esa luz, sino, para compartirla solidariamente con los demás, de forma virtual, o con los que tenemos en casa -familia doméstica- y seamos luces nuevas, luces autenticas que no se apagan por la oscuridad de la realidad. ¡Miremos a nuestro derredor, sanemos nuestra vista al sentirnos enviados con la fe puesta en Jesús de Nazaret!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión