Evangelio y vida
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Norlan A. Ramires, cmf., nicaragüense de 35 años de edad. profeso de la Congregación Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, IV año de Teología. |
E. Norlan Antonio López Ramírez, cmf.
En el contexto memorial del cuarenta aniversario del asesinato de Monseñor Romero y, dejándome
sorprender por su testimonio profético, me motivó escribir estas líneas y
compartirla con ustedes para recordarles que nuestra vida como cristianos,
creyentes, y como Claretianos, es un continuo compromiso en la lucha por la
justicia y hacer real la frase “otro mundo es posible”.
El
tiempo pasa y la vida de monseñor Romero aún sigue grabada en la lápida del
corazón y la memoria del pueblo salvadoreño. Su valentía, su coraje de pastor para
desvelar el poder injusto de su tiempo, se convierte en oasis para la Iglesia
de El Salvador y de América Latina.
En
este contexto memorial y, ante las distintas situaciones que viven nuestros
países Centroamericano, quizás sea un momento preciso, en el que usted y yo,
nos preguntemos: ¿qué tipo de profeta estoy siendo en mi parroquia, universidad
y casa formativa?
Recordemos
hermanos, que hemos hecho una opción de vida. Esta opción de vida nos tiene que
desafiar. Es un compromiso que se ha hecho no para acomodarnos y olvidar de
esta manera nuestras raíces. En la medida que caemos en la sed insaciable de acaparar
y alimentar nuestros intereses, le estamos dando la espalda a Cristo que aún
sigue siendo martirizado en los pobres, lugar de donde -muchos de nosotros-
hemos salido.
Monseñor
Romero, en este sentido, se ha de convertir para cada uno de nosotros en esa
fuente de inspiración. De cara a vivir con coherencia de vida, entre lo que
predicamos y testimoniamos. No se trata de vivir de ambigüedades, se trata de
evangelizar y trasformar el mundo con una vida auténtica de cristianos,
apasionados en la lucha por la justicia, el amor, el servicio y la fraternidad
auténtica de hermanos.
¡Nos toca a nosotros!: ser nuevos
Romeros, Casaldáliga, Gerardi, Sergio Rojas, Berta Cáceres, Leónidas Proaño,
Rutilio Grande, entre otros; que ha sabido ser inefables y verdaderos profetas dando
la vida por su pueblo. A esto nos desafía este mundo excesivamente corrupto,
todo por el afán del poder y por la “ambición del dinero, que es la
raíz de todos los males” (cf. 1Tim. 6, 10).
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