17 octubre, 2020

Una respuesta respaldada por la vida: Mt 22, 15-21

 

            El texto del evangelio que nos ilumina en el XXIX domingo del tiempo ordinario, Mateo nos da a conocer las consecuencias del quehacer misionero de Jesús, motivo por el cual las autoridades estaban inconformes; para ello quieren poner a prueba a Jesús, haciéndole preguntas provocativas, con el afán de hacerle caer en posturas o actitudes que iban contra la ley, todo con la intención de saber si Jesús estaba a favor o en contra de pagar el tributo a los romanos.  Todo bajo la apariencia de estar a favor de Jesús y, por lo tanto, fidelidad a Dios y a la religión.

            Ante tal situación, aparentemente y según los planes de las autoridades judías, Jesús estaba en un callejón sin salida; por el hecho, que, si la postura de Jesús era la de pagar el tributo, encontrarían la razón suficiente para poder acusarlo de estar aliado con Roma y, por tanto, sería considerado enemigo del pueblo. Entonces, si decía que estaba en contra del tributo que se le daba al César, esto sería motivo para acusarlo ante las autoridades romanas como un subversivo.

            El evangelista, nos presenta a Jesús con la audacia y la capacidad para dar una respuesta asertiva y clarificadora, para ello se da cuenta de la hipocresía de los fariseos y herodianos. Es evidente que Jesús, quiere responder de la mejor manera, dando una respuesta clara y comprometida: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21).

            Jesús nos sigue invitando a no responder desde una ideología, sin medir las consecuencias de nuestras afirmaciones, ya que muchas de ellas, ponen en peligro la vida o la conciencia de los más vulnerables y débiles. Es Jesús quien nos sigue hablando desde su experiencia personal con Dios y desde su fe, buscando revelar aquella verdad integral que da sentido a nuestras vidas, a las opciones y a las acciones; por el hecho, que Él no se ajusta al orden establecido, sobre todo, cuando se acentúa la desigualdad, la injusticia o la inequidad.

            Hoy podríamos hacernos una pregunta esencial: ¿De quién es la imagen que está grabada en mi corazón? ¿De Dios o del César? El corazón es una realidad más radical que una moneda. La imagen acuñada en el corazón es la que configura en toda persona una forma de vida, una forma de espiritualidad y una forma de compromiso con la realidad.

 


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