28 octubre, 2020

UN SÍ PARA SIEMPRE: Crónica de la Profesión Perpetua

En el contexto de la celebración de los 150 años de la pascua de nuestro fundador, San Antonio María Claret, el pasado sábado 24 de octubre, hicieron su profesión perpetua cinco de nuestros hermanos de último año de teología: Jorge Luis Rodríguez Hernández, Orlan Antonio López Ramíres, David Martínez Gómez, Josué Edilberto Lemus Cruz y Bismark Sánchez Córdoba, cmff. Fue una fiesta llena de emociones y llena de signos, que, a su vez nos hicieron ir a nuestras raíces, la identidad netamente claretiana.

Desde un día antes de la solemnidad, los nuevos profesos llenos de alegría por el paso que darían, fueron a practicar a la parroquia Corazón de María, la fórmula de la profesión y los pasos a seguir en la liturgia eucarística al día siguiente.

A pesar de las vicisitudes del contexto pandémico que vivimos, fue un acontecimiento único y especial. El 24 de octubre, ya listos para la Santa Eucaristía, el templo estaba lleno, con toda su capacidad de asistencia según el protocolo de salubridad por el Covid-19 (150 personas). Todos en su mayoría eran religiosos y religiosas de las Nuevas Generaciones CONFRES (Conferencia de Religiosos/as de El Salvador); también nos acompañaron laicos y laicas de Usulután, San Salvador, y de otros lugares con quienes los estudiantes han trabajado en sus apostolados durante los últimos años de su formación inicial. La asistencia de los padres de Usulután, Joaquín González y Hugo Asturias, cmff, fue de mucha cercanía para con la casa formativa y los asistentes.

La misa fue presidia por el P. Carlos E. González Burgos, cmf, prefecto de formación para Centroamérica, de sus manos recibieron los Votos Perpetuos en nombre del P. Ismael Montero, cmf, provincial. Fue un momento muy emotivo cuando cada uno leyó su consagración para siempre. La distancia de sus familiares y demás personas que deseaban estar presente, no se hicieron esperar, pues desde las redes manifestaron su sentir comentando en la transmisión en vivo de la Misa, su alegría de verlos dando un sí definitivo fue evidente en los mensajes de ánimo. El P. Carlos en su homilía, recordó cuál es nuestra vocación en el pueblo de Dios, "el ministerio de la Palabra, su escucha como María y su anuncio como Claret"; instó a los jóvenes profesos que "el seguimiento a Jesucristo es radical, con opciones claras sin pretensiones y sin temores. Es un sí perpetuo hasta que el Reino de Dios alcance su plenitud, para eso fuimos fundados como misioneros desde el sentir de Claret y todos los claretianos que nos han precedido"

Los padres claretianos de la Iglesia Corazón de María de Escalón se mostraron cercanos al brindar el 
espacio de la parroquia y seguido el almuerzo con todos los invitados en la escuela. Guardando la mayor distancia posible, pudimos celebrar y compartir con todos los invitados la alegría de la consagración de los nuevos profesos de la Congregación. Dieron su sí de pobreza, obediencia y castidad para siempre en un tiempo difícil de pandemia y extrema pobreza; ¡grandes retos asumirán nuestros cinco hermanos cuando sean destinados a la misión permanente!, por eso seguimos orando por las vocaciones para que todo esto sea fruto de nuevas vidas enamoradas de las almas y la mayor gloria de Dios. Sin duda alguna, fue una profesión fuera de lo normal, rica de emotivas vivencias y de encuentro extraordinario con los demás.

Por: E. Fabio A. Rivas G., cmf; San Salvador, 24 de octubre de 2020.




17 octubre, 2020

Una respuesta respaldada por la vida: Mt 22, 15-21

 

            El texto del evangelio que nos ilumina en el XXIX domingo del tiempo ordinario, Mateo nos da a conocer las consecuencias del quehacer misionero de Jesús, motivo por el cual las autoridades estaban inconformes; para ello quieren poner a prueba a Jesús, haciéndole preguntas provocativas, con el afán de hacerle caer en posturas o actitudes que iban contra la ley, todo con la intención de saber si Jesús estaba a favor o en contra de pagar el tributo a los romanos.  Todo bajo la apariencia de estar a favor de Jesús y, por lo tanto, fidelidad a Dios y a la religión.

            Ante tal situación, aparentemente y según los planes de las autoridades judías, Jesús estaba en un callejón sin salida; por el hecho, que, si la postura de Jesús era la de pagar el tributo, encontrarían la razón suficiente para poder acusarlo de estar aliado con Roma y, por tanto, sería considerado enemigo del pueblo. Entonces, si decía que estaba en contra del tributo que se le daba al César, esto sería motivo para acusarlo ante las autoridades romanas como un subversivo.

            El evangelista, nos presenta a Jesús con la audacia y la capacidad para dar una respuesta asertiva y clarificadora, para ello se da cuenta de la hipocresía de los fariseos y herodianos. Es evidente que Jesús, quiere responder de la mejor manera, dando una respuesta clara y comprometida: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21).

            Jesús nos sigue invitando a no responder desde una ideología, sin medir las consecuencias de nuestras afirmaciones, ya que muchas de ellas, ponen en peligro la vida o la conciencia de los más vulnerables y débiles. Es Jesús quien nos sigue hablando desde su experiencia personal con Dios y desde su fe, buscando revelar aquella verdad integral que da sentido a nuestras vidas, a las opciones y a las acciones; por el hecho, que Él no se ajusta al orden establecido, sobre todo, cuando se acentúa la desigualdad, la injusticia o la inequidad.

            Hoy podríamos hacernos una pregunta esencial: ¿De quién es la imagen que está grabada en mi corazón? ¿De Dios o del César? El corazón es una realidad más radical que una moneda. La imagen acuñada en el corazón es la que configura en toda persona una forma de vida, una forma de espiritualidad y una forma de compromiso con la realidad.

 


10 octubre, 2020

XXVIII domingo del tiempo ordinario Reflexión del Evangelio de Mt 22, 1-14


           El evangelio nos presenta en forma de parábola, en lo que consiste el Reino de los cielos y lo que implica el participar de Él. Como punto de partida, está la invitación a participar del banquete exquisito como lo describe el evangelista. Pero no es simplemente un banquete, es el símbolo de unidad, la fraternidad y el sentido de familiaridad. Dios es como un Padre amoroso, o como la madre que se preocupa por sus hijos, pero estos no valoran su amor y sacrificio. Es decir, se olvidan del amor y se van tras sus caprichos que les hacen perder esa identidad de hijos e hijas.

            La propuesta del Reino que hace Jesús, es diferente a los reinos de este mundo que se construyen a base de violencia, manipulación, exclusión, xenofobia, etc., signos claros del anti-reino. El Reino de Dios por su parte, exige solidaridad entre los hermanos. En este Reino no cabe la exclusión social, la marginación o el rechazo, porque todos somos hermanos.

            Lamentablemente, vivimos en un mundo, donde la propuesta evangélica desaparece porque nos afanamos en satisfacer nuestros intereses sin importar el sufrimiento de los otros. Somos tan egoístas, que nos encorvamos, así lo dirá el teólogo Dionisio Borobio, que no somos capaces de levantar la cabeza para ver el sufrimiento de las otras personas. Nos entorpecen nuestros intereses mezquinos, que no hay interés por el  prójimo. No hay actitud de palpar la miseria de nuestros hermanos, muy contradictorio a la actitud del rey que se esfuerza para ir a buscar y optar por los desechados.

            Las actitudes antes mencionadas, nos llevan a la autoexclusión del banquete que Dios nos tiene preparado. Dichas actitudes bloquean el compromiso cristiano, por tanto, no dejan encarnar el Evangelio de Cristo, pobre entre los pobres. Estamos viviendo momentos difíciles, cuestiona si el lamento de nuestros hermanos no nos dice nada, cuidado nos pasa como el personaje que no llevaba el traje de gala, el traje del amor y la misericordia. Dios nos llama siempre, a buscar la unidad y, por tal razón, debo evaluarme qué hago para promoverla, qué hago para que el otro y la otra se sientan parte de este Reino.

            Que este evangelio, nos ayude a ser más hermanos. Les invito a reflexionar en torno a estas preguntas: ¿A qué nos desafía este Evangelio? ¿Somos de los que excluimos o somos de los se ponen en camino para ver la miseria del otro? ¡Feliz domingo para todos y todas!

03 octubre, 2020

Dios, ha plantado una viña, una comunidad, nueva: Mateo 21, 33-43

 

    El Evangelio de este domingo, nos propone la parábola de los viñadores homicidas y está en continuidad con los textos del Evangelio de Mateo, que, muestran las polémicas de Jesús con los dirigentes judíos antes de la pasión, viniendo a poner el punto final de una polémica que comenzó en Galilea.

          En la redacción y sentido de esta parábola, juega un papel importante que identifica claramente a los viñadores con los jefes del pueblo. El "nosotros" del versículo 43, indica que los dirigentes religiosos del judaísmo, rechazando a Jesús, han perdido su última oportunidad de dar a Dios lo que correspondía y, de esa forma, han arrastrado a todo el pueblo en su infidelidad.

          Esta parábola con sus transformaciones en la comunidad cristiana, después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza.

          Los hombres que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera.

          Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia.

          Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de todos los hombres. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier hombre, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús.

          Pero, no podemos evitar sacar conclusiones muy significativas para ahora y para todos los tiempos. La religión que mata o permite guerras en nombre de Dios, no es exactamente "religión", religación a Dios. Por eso, esta es una parábola que debe leerse clara y contundentemente contra los fundamentalismos religiosos que amenazan tan frecuentemente a nuestros pueblos y a nuestra cultura.

          Y si piensas que Jesús fue eliminado, ¡no fue así!, los dirigentes que daban gloria a su Dios, se encontraron con que esa muerte les cambiaría la vida a su manera, en nuestro caso se ha convertido en la "piedra angular" de una religión nueva que se basa en el amor y la paz.