20 septiembre, 2020

Gratuidad de Dios: Mt 20, 1-16

 

El Reino de Dios es el centro de la predica de Jesús, y cuando se refiere a Él, lo hace por medio de comparaciones sencillas y entendibles para todos sus interlocutores. A la luz de la Palabra, saquemos algunas enseñanzas para nuestra vida discipular.

            Centramos nuestra atención en el personaje de la parábola que representa a Dios. El dueño de la viña está en salida permanente, durante el día sale cinco veces, cada vez encuentra personas que el mundo desprecia, pero para él son valiosas y las lleva a su viña. Al momento de pagar el jornal, se enfrenta la lógica humana con la lógica de Dios. Los seres humanos pensamos que entre más hacemos más merecemos, o estamos pendientes de lo que le dan al otro para empezar a reclamar. Dios nos hace ver que en su Reino todos merecemos la misma recompensa, no es el hacer excesivo el que nos asegura un lugar, es la gracia de Dios comunicada por medio de su Hijo.

            Nos damos cuenta que nuestras relaciones humanas casi siempre están regidas por el pensamiento, «tanto haces, tanto mereces», nos hemos convertido en agentes utilitaristas que descartan todo aquello que «no produce». Como la expresión de los jornaleros de la tarde: nadie nos ha contratado, es la triste realidad de muchas personas que se encuentran desempleadas -bien por la pandemia o porque el sistema no tiene lugar para ellas-. Los adultos mayores, las mujeres, los jóvenes, son víctimas de este sistema utilitarista, que, todo lo que “atrasa el progreso” lo va dejando a la vera del camino. Pareciera que todo se enfoca en producir y producir, no se trabaja para vivir, sino que «se vive para trabajar». Se nos va la vida en querer llenar las necesidades creadas por el consumismo, por tanto, son humanamente innecesarias; qué nos ha pasado, ¡despertemos ya!

            Urge recuperar los valores humanos, valores del reino, como cristianos tenemos el compromiso de incidir en los ambientes donde se toman decisiones, donde se juega la vida del pueblo, no lo dejemos solo aquellos que les domina el interés egoísta. El llamado es a recuperar la lógica divina que reivindicar todo aquello que “no vale” para el mundo, pero Dios si cuenta con ellos y ellas.

            María de Nazaret, nos anime en la andadura, ella que supo de pobrezas, de ser marginada y descartada. Ella era una de las del camino y, Dios contra toda lógica humana, la elige para ser su Madre. Siguiendo su consejo: “hagan lo que Él les diga” recuperemos la vitalidad, la alegría del Evangelio y caminemos presurosos en comunidad al renacer de la esperanza.


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