El Reino de Dios es el centro de la
predica de Jesús, y cuando se refiere a Él, lo hace por medio de comparaciones
sencillas y entendibles para todos sus interlocutores. A la luz de la Palabra,
saquemos algunas enseñanzas para nuestra vida discipular.
Centramos
nuestra atención en el personaje de la parábola que representa a Dios. El dueño
de la viña está en salida permanente, durante el día sale cinco veces, cada vez
encuentra personas que el mundo desprecia, pero para él son valiosas y las
lleva a su viña. Al momento de pagar el jornal, se enfrenta la lógica humana
con la lógica de Dios. Los seres humanos pensamos que entre más hacemos más merecemos,
o estamos pendientes de lo que le dan al otro para empezar a reclamar. Dios nos
hace ver que en su Reino todos merecemos la misma recompensa, no es el hacer
excesivo el que nos asegura un lugar, es la gracia de Dios comunicada por medio
de su Hijo.
Nos
damos cuenta que nuestras relaciones humanas casi siempre están regidas por el
pensamiento, «tanto haces, tanto mereces», nos hemos convertido en agentes
utilitaristas que descartan todo aquello que «no produce». Como la expresión de
los jornaleros de la tarde: nadie nos ha
contratado, es la triste realidad de muchas personas que se encuentran
desempleadas -bien por la pandemia o porque el sistema no tiene lugar para
ellas-. Los adultos mayores, las mujeres, los jóvenes, son víctimas de este
sistema utilitarista, que, todo lo que “atrasa el progreso” lo va dejando a la
vera del camino. Pareciera que todo se enfoca en producir y producir, no se trabaja para vivir, sino que «se vive
para trabajar». Se nos va la vida en querer llenar las necesidades creadas por
el consumismo, por tanto, son humanamente innecesarias; qué nos ha pasado,
¡despertemos ya!
Urge
recuperar los valores humanos, valores del reino, como cristianos tenemos el
compromiso de incidir en los ambientes donde se toman decisiones, donde se
juega la vida del pueblo, no lo dejemos solo aquellos que les domina el interés
egoísta. El llamado es a recuperar la lógica divina que reivindicar todo
aquello que “no vale” para el mundo, pero Dios si cuenta con ellos y ellas.
María
de Nazaret, nos anime en la andadura, ella que supo de pobrezas, de ser
marginada y descartada. Ella era una de las del camino y, Dios contra toda
lógica humana, la elige para ser su Madre. Siguiendo su consejo: “hagan lo que
Él les diga” recuperemos la vitalidad, la alegría del Evangelio y caminemos
presurosos en comunidad al renacer de la esperanza.
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