12 marzo, 2009

BOLETÍN 16

Estudiantes claretianos en El Salvador, 2009.

Carlos, Olingtons, Alvin, Oscar.

Abel y Edgardo.

Kevin, Rolando, Guillermo y Luis Mela.


“LA AUDACIA DE LO NUEVO”

¡Queridos amigos, amigas de Construyendo el Reino!, que alegría nos da saludarlos de nuevo. Vuelves a tener en tus manos este boletín que intenta mantener encendida la esperanza de las comunidades.

El día primero de Marzo, nuestra comunidad claretiana ha emprendido el caminar de un nuevo año académico-pastoral. Nuestras comunidades formativas se encuentran ubicadas en Armenia, conformada por: Rolando (guatemalteco), Kevin (hondureño), Guillermo (nicaragüense), Luis (panameño) que se encuentran cursando el primer semestre de la licenciatura en Teología. Y en La Sultana, Antiguo Cuscatlán, se encuentran: Carlos Salvador (salvadoreño), Oscar (salvadoreño), Olingtons y Alvin (nicaragüenses) quienes cursan el tercer año de teología; reincorporándose después de su año de misión Abel (salvadoreño) y Edgardo (hondureño), quienes se encuentran en el segundo año de teología.

Durante estos primeros días, nos hemos dedicado a compartir experiencias personales y apostólicas, como también, desempacar las maletas, realizar programaciones, proyectos y horarios. Hemos experimentado sentimientos encontrados, que han surgido al dejar nuestras familias y al hacer memoria de los lugares y las personas que compartieron con nosotros en el tiempo de misión. Sin embargo, nos embarga la alegría y el gozo del reencuentro con hermanos y hermanas con quienes hemos hecho caminos en El Salvador.

Como bien sabemos, este año se ve marcado por una crisis económica a nivel mundial, que por supuesto, está afectando a nuestros pueblos centroamericanos.

A nivel local se percibe un ambiente electoral tenso. Caracterizado por una campaña política desigual, acentuada por la monopolización de los medios de comunicación por parte de los que ostentan el poder y la riqueza en El Salvador, quienes han sido capaces de manipular la información, beneficiando intereses particulares y partidistas. Por tanto, vivimos un momento significativo en la historia de nuestro país, en donde se nos pide ser cristianos y cristianas coherentes al Evangelio.

Finalmente, la Iglesia nos propone vivir el tiempo de cuaresma en sintonía con los valores del Reino, especialmente se nos invita a la esperanza: apostando por una nueva humanidad, tal como creyeron Rutilio Grande y Mons. Romero, cuyos aniversarios recordamos en este mes.

Seguimos pues, con la audacia de empezar de nuevo.

Edgardo Guzmán, cmf

«HOY YA NO TENGO ESOS SUEÑOS»,
dice el Cardenal

El Cardenal Carlo M. Martini, jesuita, biblista, arzobispo que fue de Milán y colega mío de Parkinson, es un eclesiástico de diálogo, de acogida, de renovación a fondo, tanto de la Iglesia como de la Sociedad. En su libro de confidencias y confesiones Coloquios nocturnos en Jerusalén, declara: «Antes tenía sueños sobre la Iglesia. Soñaba con una Iglesia que recorre su camino en la pobreza y en la humildad, que no depende de los poderes de este mundo; en la cual se extirpara de raíz la desconfianza; que diera espacio a la gente que piensa con más amplitud; que diera ánimos, en especial, a aquellos que se sienten pequeños o pecadores. Soñaba con una Iglesia joven. Hoy ya no tengo más esos sueños». Esta afirmación categórica de Martini no es, no puede ser, una declaración de fracaso, de decepción eclesial, de renuncia a la utopía. Martini continúa soñando nada menos que con el Reino, que es la utopía de las utopías, un sueño del mismo Dios.

Él y millones de personas en la Iglesia soñamos con la «otra Iglesia posible», al servicio del «otro Mundo posible». Y el cardenal Martini es un buen testigo y un buen guía en ese camino alternativo; lo ha demostrado.

Tanto en la Iglesia (en la Iglesia de Jesús que son varias Iglesias) como en la Sociedad (que son varios pueblos, varias culturas, varios procesos históricos) hoy más que nunca debemos radicalizar en la búsqueda de la justicia y de la paz, de la dignidad humana y de la igualdad en la alteridad, del verdadero progreso dentro de la ecología profunda. Y como dice Bobbio «hay que instalar la libertad en el corazón mismo de la igualdad»; hoy con una visión y una acción estrictamente mundiales. Es la otra globalización, la que reivindican nuestros pensadores, nuestros militantes, nuestros mártires, nuestros hambrientos…

La gran crisis económica actual es una crisis global de Humanidad que no se resolverá con ningún tipo de capitalismo, porque no cabe un capitalismo humano; el capitalismo sigue siendo homicida, ecocida, suicida. No hay modo de servir simultáneamente al dios de los bancos y al Dios de la Vida, conjugar la prepotencia y la usura con la convivencia fraterna. La cuestión axial es: ¿Se trata de salvar el Sistema o se trata de salvar a la Humanidad? A grandes crisis, grandes oportunidades. En idioma chino la palabra crisis se desdobla en dos sentidos: crisis como peligro, crisis como oportunidad.

En la campaña electoral de EE UU se enarboló repetidamente «el sueño de Luther King», queriendo actualizar ese sueño; y, con ocasión de los 50 años de la convocatoria del Vaticano II, se ha recordado, con nostalgia, el Pacto de las Catacumbas de la Iglesia sierva y pobre. En el 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, 40 Padres Conciliares celebraron la Eucaristía en las catacumbas romanas de Domitila, y firmaron el Pacto de las Catacumbas. Dom Hélder Câmara, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, era uno de los principales animadores del grupo profético. El Pacto en sus 13 puntos insiste en la pobreza evangélica de la Iglesia, sin títulos honoríficos, sin privilegios y sin ostentaciones mundanas; insiste en la colegialidad y en la corresponsabilidad de la Iglesia como Pueblo de Dios, y en la abertura al mundo y en la acogida fraterna.

Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la pobreza y en el hambre a una grande mayoría de la Humanidad. Y seguiremos rechazando toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial, OMC…). Nos comprometemos a vivir una «ecológica profunda e integral», propiciando una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio, del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales, políticas y económicas, para una democracia de «alta intensidad».

Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Jesús, el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuménica y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no puede ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios verdadero. «Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?». Con todo respeto por la opinión del Papa Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta. Exigiremos, corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nuestros teólogos y teólogas. La Iglesia será una red de comunidades orantes, servidoras, proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad, de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ternura, samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad. Seguiremos haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: «No será así entre vosotros» (Mt 21,26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Estado y el Papa no será más Jefe de Estado. La Curia habrá de ser profundamente reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministerialidad compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consolación. La política vivida por todos los cristianos y cristianas será aquella «expresión más alta del amor fraterno» (Pío XI).

Nos negamos a renunciar a estos sueños aunque puedan parecer quimera. «Todavía cantamos, todavía soñamos». Nos atenemos a la palabra de Jesús: «Fuego he venido a traer a la Tierra; y qué puedo querer sino que arda» (Lc 12,49). Con humildad y coraje, en el seguimiento de Jesús, miraremos de vivir estos sueños en el cada día de nuestras vidas. Seguirá habiendo crisis y la Humanidad, con sus religiones y sus iglesias, seguirá siendo santa y pecadora. Pero no faltarán las campañas universales de solidaridad, los Foros Sociales, las Vías Campesinas, los Movimientos populares, las conquistas de los Sin Tierra, los pactos ecológicos, los caminos alternativos de Nuestra América, las Comunidades Eclesiales de Base, los procesos de reconciliación entre el Shalom y el Salam, las victorias indígenas y afro y, en todo caso, una vez más y siempre «yo me atengo a lo dicho: la Esperanza».

Cada uno y cada una a quien pueda llegar esta circular fraterna, en comunión de fe religiosa o de pasión humana, reciba un abrazo del tamaño de estos sueños. Los viejos aún tenemos visiones, dice la Biblia (Jl 3,1). Leí hace unos días esta definición: «La vejez es una especie de posguerra»; no necesariamente de claudicación. El Parkinson es sólo un percance del camino y seguimos Reino adentro.

Pedro Casaldáliga

Circular 2009

Vamos todos al banquete,
a la mesa de la creación;
cada cual con su taburete
tiene un puesto y una misión.

Hoy me levanto muy temprano;
ya me espera la comunidad;
voy subiendo alegre la cuesta,
voy en busca de tu amistad.

Venimos desde Soyapango,
San Antonio de la Zacamil,
Mexicanos, ciudad Delgado,
Santa Tecla y de La Bernal.
Dios invita a todos los pobres
a esa mesa común por la fe,
donde no hay acaparadores
y a nadie le falta el con qué.
Dios nos manda a hacer de este mundo
una mesa donde haya igualdad,
trabajando y luchando juntos,
compartiendo la propiedad.

Recordando al P. Rutilio Grande, sj.
En el XXXII aniversario de su martirio.

3 comentarios:

  1. Paz y bien, los frailes franciscanos de Soyapango nos reportamos con ustedes.

    Felicitamos a toda la comunidad claretiana por su vanguardia enla construcción del Reino.

    Felicidades por la Edición 16 del Boletín.

    Bendiciones para toda la camunidad claretiana.

    Mucho ánimo en los estudios en la UCA...felicidades.

    Fraternalmente.....David Pool.

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  2. Paz y bien, los frailes franciscanos de Soyapango nos reportamos con ustedes.

    Felicitamos a toda la comunidad claretiana por su vanguardia enla construcción del Reino.

    Felicidades por la Edición 16 del Boletín.

    Bendiciones para toda la camunidad claretiana.

    Mucho ánimo en los estudios en la UCA...felicidades.

    Fraternalmente.....David Pool.

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  3. Que bien que retomaron la publicación del boletín. Un abrazo a toda la Comunidad Claretiana y ahora más cerca de la UCA

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