18 junio, 2008

BOLETIN 15

SEGUIMOS CONSTRUYENDO EL REINO

Estimados amigos y amigas de Construyendo el Reino. Nuevamente nos dirigimos a ustedes a través de este medio. Después de tantos meses sin escribirles, queremos compartir con ustedes las novedades en nuestra casa formativa del Teologado Claretiano.

Empezamos por decirles que ya no hablamos de casa formativa de Armenia, pues aunque todavía queda un grupo por allá, la mayoría de nosotros nos hemos venido a vivir más cerca de San Salvador. Hoy estamos viviendo en la Colonia La Sultana, muy cerca de la UCA.

Todavía nos queda la nostalgia de haber dejado Armenia. Fueron diez años de vida, diez años de compartir. Armenia nos abrió las puertas en El Salvador para iniciar una experiencia formativa. ¡Y realmente que fue formativa! Armenia nos enseñó a acercarnos al pueblo salvadoreño, a conocerlo por dentro, a aprender de sus valores, de sus luchas, de su capacidad de trabajo. Armenia nos reveló también la dura realidad de las maras, de jóvenes que se mataban unos a otros. Conocimos la vieja Armenia, la que fuera destruida por los terremotos del 2001.

Vimos nacer una nueva Armenia, la que nunca muere, signo de un pueblo salvadoreño que no se rinde y que en medio de las ruinas todavía dice ¡Armenia Vive! La nueva Armenia nos fue enseñando una nueva forma de presencia y acompañamiento al pueblo; nos enseñó que el Evangelio se predica en la Iglesia, con la Biblia en la mano; pero también con la gente, en las comunidades, fomentando organización y acompañando procesos comunitarios.

Este año -2008- hemos salido de Armenia. Vivimos ahora otra realidad. Como misioneros se nos ha pedido movernos. Así, el 10 de marzo nos trasladamos a la nueva casa de La Sultana. El propósito es que los jóvenes misioneros en formación puedan estar más cerca de la Universidad y así fomentar otros espacios formativos, que les ayuden a una mayor cualificación misionera. Ahora es el tiempo de poner en práctica todo lo que vivimos en Armenia. Es otra realidad, y ha costado aceptarla y asumirla. Pero poco a poco vamos adaptándonos, descubriendo otras dinámicas y otras potencialidades en nuestra formación que antes no teníamos del todo desarrolladas.

Desde La Sultana, continuamos el trabajo apostólico en los diferentes frentes que tenemos: Escuelas de Teología Pastoral, acompañamiento a los cantones de Granilla, San José Villa Nueva y los sectores marginales de la Colonia Escalón; formación bíblica en Usulután, pastoral vocacional, Medios de Comunicación y proyectos de desarrollo en Armenia. Este año somos siete estudiantes de teología, junto al formador, los que estamos viviendo esta nueva experiencia.

Este primer número de este año quiere ser una presentación de quiénes somos y de nuestro trabajo. Queremos continuar con este espacio abierto a la comunicación con ustedes. Ya saben que este espacio es abierto también a su participación; es un canal para que la gente que comparte nuestro carisma, la gente con la que trabajamos y nuestros amigos y amigas, puedan también compartir sus vivencias, su caminar. Queremos contarles nuestras aportaciones a la construcción del Reino, pero queremos escuchar las de ustedes.
Bienvenidos, nuevamente, bienvenidas.
P. Mauricio Borge




LA NUEVA COMUNIDAD


Alvin Bellorín, nicaragüense
Olingston José Cerda, nicaragüense
Carlos Salvador Menjívar, salvadoreño
Oscar Arnulfo Barrera M., salvadoreño
Luís Díaz, hondureño
David Hernández, hondureño
Carlos Jesús Cháves, costarricense
Mauricio Borges, costarricense











Experiencia de Año de Misión en Panamá
Después realizar el Noviciado en Guatemala, que culminé con mi primera profesión y de hacer mi primer año de teología en El Salvador, fui destinado a realizar un año de experiencia de misión a Panamá. Estuve casi todo el año 2008 trabajando pastoralmente en la comarca Kuna Yala. Compartí la vida tanto con los indígenas de las diferentes islas que visité como con mis hermanos claretianos que viven y se entregan a la misión en ese territorio indígena.

La misión y su praxis en estas islas, difieren mucho de lo que normalmente se entiende y se hace en otros lugares de misión. Aunque en su origen la evangelización entre los indígenas kunas se hizo con talante preconcilio Vaticano II, poco a poco el trabajo misionero y la intención de la presencia de la misión católica en islas indígenas del atlántico panameño se ha transformado y realizado desde otra perspectiva. El objetivo primordial es acompañar al pueblo en su proceso político, social, religioso, económico, especialmente en su proceso de consolidación de su cultura.

En este sentido, haciendo eco de algunas líneas generales del Vaticano II, los misioneros seculares del clero nativo, religiosos, religiosas trabajan de lleno en la misión. La perspectiva nueva del trabajo misionero se acerca al pueblo kuna y vive respetando su religión, su experiencia de Dios, su tradición oral, sus ritos, sus fiestas, etc. De ahí la disponibilidad de la Iglesia a tener actitud permanente de respeto, de humildad, de apertura a la novedad que ofrece esta religión, que por ser una experiencia humano-espiritual profunda es una espiritualidad rica en valores, en formación y en alternativa de vida. Mantener esta actitud misionero-eclesial requiere un estilo de vida sencilla y disponible de los misioneros y misioneras insertos en la cultura kuna y en su experiencia con Baba y Nana, que son los rasgos de Dios con los que se sienten identificados estos hermanos y hermanas nuestros.

Desde esta nueva manera de hacer misión se busca desarrollar una metodología sistemática un tanto similar a una catequesis. El contenido es la religión kuna, los fundamentos que se van desmenuzado en niveles, de tal manera que desde su infancia hasta su juventud la persona kuna identificado con la misión de la Iglesia pueda enriquecerse de su propio pozo. De este pozo también beben los adultos que se forman en encuentros comarcales y en las islas de donde proceden. Esta manera de trabajar de la Iglesia responde a una crisis de valores culturales y de identidad de la generación joven de la mayoría las islas de Kuna Yala. La metodología nace de la experiencia de vida y se alimenta de la fuente oral-escrita del pueblo, y la celebra en comunidad. Así, el equipo misionero apoya a la población indígena en la recuperación y actualización de la riqueza cultural-espiritual propia para que les mantenga vivos como pueblo amenazado. Amenazas de la cultura occidental que se impone con valores muchas veces artificiales, muy atrayentes para la juventud kuna.

Pues a apoyar esta propuesta de la Iglesia, de la comunidad claretiana que trabaja inserta vital y misioneramente, fui y estuve el año pasado. Fue una experiencia muy rica para mi formación como misionero servidor de la Palabra; Palabra presente también no como semilla del Verbo sino fruto de la también revelación de Dios a este pueblo indígena de nuestra Abya Yala, Nuestra América India. Conocer una nueva experiencia de Dios, en una cultura, en un pueblo tan rico en valores y en lucha por defender su identidad y su originalidad, me ayudó a cultivar la actitud de diálogo intercultural e interreligioso. Una mentalidad más abierta para acoger la presencia de un Dios de vida y liberador en un pueblo que busca siempre unir vida y espiritualidad en la cotidianidad, acogidos por la madre Tierra que les alimenta y les da vida y lo necesario para construir un mundo más digno y disponible para todos y todas.

Después de esta experiencia misionera, me he incorporado a una comunidad nueva de estudiantes para continuar la teología en la UCA de El Salvador. Es la última etapa en la que nos formamos y nos configuramos como misioneros, dispuestos a ser enviados luego a lugares con más urgencias misioneras. Aquí estamos, pues, y estaremos durante tres años consecutivos respondiendo con fidelidad y generosidad a la vocación misionera claretiana.

Oscar Barrera






Mi experiencia de Semana Santa
en comunidad La Ladrillera, Segundo Montes, Morazán





“OH Jesús no tardes más, ven mi amor y mi consuelo... y mi sed se apagará”

Este canto don Chago lo entonaba el jueves santo, muy emocionado, con lágrimas en los ojos, postrado en una silla de ruedas desde hace muchos años; y está confinado a esa silla no por una enfermedad. Estando en el refugio de Colomoncagua, una noche llegaron los militares y se ensañaron con él, querían matarle, pero sobrevivió y con él sobrevive también el dolor y la desesperación, como también la alegría y una fe que a duras penas le ayuda a comprender lo sucedido. Don Chago es uno más en la aldea La Ladrillera perteneciente a la Segundo Montes, en Morazán, de los que vivieron en el exilio en Honduras. Don Chago lleva el rostro desfigurado, sus manos y sus pies deformados como testimonio cruel de lo que puede hacer una mano militar.

Esta frase de este canto que a don Chago le gusta tanto, le hacía revivir aquellos momentos de infancia junto a su familia; las veces que salía a rezar a algún hogar, los momentos amargos y los golpes que recibió; también esa extraña confianza que unas veces le hace sonreír como mostrando esa vivencia misteriosa de cercanía con Dios muy presente en sus ojos y otras veces lejano.

La experiencia vivida en La Ladrillera fue un momento sacramental, momento crítico y a la vez cuestionante. Encontraba una realidad salvadoreña nueva para mí. Era impactante escuchar las historias de persecución, de exilio y de muerte, relatos semejantes a los de la pasión en los evangelios. Más que enseñar y predicar, fue ponerme en actitud de silencio y escucha respetuosa de las experiencias dolorosas de seres queridos desaparecidos y de la memoria de los que cayeron en combate buscando un futuro mejor.

Entre los momentos memorables están los pasados junto a la hamaca de doña Emilia, mujer de casi cien años, quien ve pasar su vida sin pedir otra cosa más que descansar en la tierra, junto a sus seres queridos. Habla de la muerte con una naturalidad que impresiona...pero disfruta de la vida; sabe lo que es un abrazo y el beso tierno de los nietos.

Fue la semana para desterrar de nuestras vidas todas aquellas cruces que matan. Sin embargo, fue la semana para aceptar aquellas cruces que se nos vienen por comprometernos por una vida mejor.

Vi también a María, la mujer valiente en el rostro de Dinora; éste es el nombre de combate; en el exilio aprendió a ser compañera y hermana, y con su sencillez está ahí junto a la cruz de cada día, en medio de las dificultades de una comunidad que se ve amenazada por el sistema, pero está ahí… esperando paciente el tiempo de la resurrección.

Alvin Bellorín






Una palabra sin compromiso

“Queridos hermanos, que no vaya a ser falso el servicio de ustedes desde la Palabra de Dios. Que es muy fácil ser servidores de la Palabra sin molestar al mundo. Una palabra muy espiritualista, una palabra sin compromiso con la historia, una palabra que puede sonar en cualquier parte del mundo porque no es de ninguna parte del mundo; una palabra así no crea problemas, no origina conflictos. Lo que origina los conflictos, las persecuciones, lo que marca a la Iglesia auténtica es cuando la palabra quemante, como la de los profetas, anuncia al pueblo y denuncia: las maravillas de Dios para que las crean y las adoren, y los pecados de los hombres, que se oponen al Reino de Dios, para que lo arranquen de sus corazones, de sus sociedades, de sus leyes, de sus organismos que oprimen, que aprisionan, que atropellan los derechos de Dios y de la humanidad”
Monseñor Romero

1 comentario:

  1. Hola, que bueno que nos informan y de alguna manera nos forman con sus escritos y con sus experiencias, tanto personales como comunitarias....Ánimo...

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