25 diciembre, 2009

NAVIDAD


“El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos visto su Gloria” (Jn 1, 14)

“Ut li aatin kitz’ejwalot’k ut kxk’ojob’ li xmuheb’ aal sa’q’ayana’, ut laa’o xqaka’ya li xlog’al…” (Jn 1, 14) Q’eqchí

“Leti dimureibei, saliguati wugurime, aba labagaridun waganagua. Ariha wamaali lueirugun” (Jn 1, 14) garífuna

“And the word became flesh and lived among us, and we have seen his glory…” (Jn 1, 14)

Los misioneros Claretianos de Dangriga, Belice: Dominic Mcdonagh, Gerald Ezekwere, Manuel Samc y los estudiantes de teología de Centro América en experiencia de misión les deseamos a cada uno de ustedes feliz Navidad y un venturoso año Nuevo 2010. Al mismo tiempo nos unimos a la celebración de nuestro hermano Manuel Samc en sus XXV aniversario de vida religiosa claretiana.

A la Virgen de la Navidad.

La olvidada campana de la estrella
toca la hora del Amor, y el viento
dispersa en las tinieblas el lamento
de los cautivos y la Paz lo sella.
Porque eres Madre, siendo aún Doncella,
y el río de tu leche es ya sustento;
porque duerme el Señor bajo tu aliento,
heno de tu campiña en la gamella:
En la Noche del Tiempo renacido,
incapaz de decir tu dulce nombre
la Palabra del Padre hecha vagido;
capullo de las fajas y del sueño,
tembloroso y mortal capullo de hombre
¡nuestro hermano mayor y el más pequeño!

Pedro Casaldáliga.

02 diciembre, 2009

BOLETÍN 26

ADVIENTO


Por: Alvin Bellorín, cmf
El adviento como su nombre lo dice es un tiempo de espera pero no una espera pasiva, más allá de una simple espera. Pienso que el adviento es sobre todo un tiempo cargado de muchas posibilidades y sobre todo un tiempo que nos permite experimentar nuestra vida como un tiempo de salvación.

Al empezar este adviento creo que la mejor manera de vivirlo es ir desde ya anticipando aquello que se espera y ¿cómo? Mediante relaciones humanizadoras y de armonía con nosotros mismos, con los demás y la naturaleza, que posibiliten y den paso a aquella salvación que un día poseeremos en plenitud.

El adviento es entonces un tiempo abierto y sobre todo sorprendente y esperanzador. Una irrupción de novedad que se avecina en el presente y este tiempo debería posibilitar a cada persona de caer en la cuenta de lo que Dios va haciendo en la historia de la humanidad y en la historia personal de cada uno. Acción de Dios muchas veces misteriosa, acompañada de un silencio lleno de Palabra de Dios hecha carne y que como un eco resuena en el largo camino de la historia.

Y por último pienso que el adviento es lo más parecido a la vivencia de lo íntimo de experiencia humana: caminar, buscar y esperar. Pero no un caminar sin rumbo, sino un caminar hacia nuestra plenificación máxima. Y no buscar cualquier cosa, sino buscar aquel amor que colme la inquietud del corazón. Por tanto vivir el adviento será estar atento al tiempo que avanza y saber anticipar el futuro ya actuante cargado de salvación. Porque en definitiva el adviento puede resumirse en lo siguiente: esperamos Salvación.


VIVIR EL ADVIENTO

Por: Edgardo Guzmán, cmf

Shindy Ivellis Loza Portillo, estudiante de teología en la UCA.


El adviento es un tiempo en el que se nos invita a vivir en comunidad y fraternidad en la esperanza de poder reconocer a Dios en nuestra realidad, sólo cuando lo vivimos así es cuando podrá tener sentido.
César Serrano, San Marcos, San Salvador.

César Serrano de San Marcos, San Salvador.

En el Adviento nos tenemos que preparar, estar despiertos para ver la situación social que vivimos. Es un tiempo de esperanza que nosotros tenemos que vivir, pensando no solamente en nosotros sino en todo un pueblo, ese pueblo pobre el que tanto Jesús de Nazaret nos decía a través de sus enseñanzas, para poder salir de esta situación que estamos viviendo actualmente. Este tiempo lo tenemos que vivir pensando en el pobre, pensando en dar esa vida nueva a todos nuestros compañeros en nuestro trabajo, en nuestras familias, en el lugar de donde estemos para que lleguemos a comprender el significado que tiene que Dios se haya encarnado.

Ana Margarita Murillo, hermana de Sion, Ciudad Delgado.

Me gusta este espacio que nos da la iglesia para reflexionar. Es el momento en el que nos preparamos para recibir a Jesús que viene a nosotros, es el tiempo para revisarnos, para ver cómo andamos, porque muchas veces estamos centrados más en nosotros mismos y este tiempo se nos presenta para compartir, para alegrarnos con la familia, con los amigos. Es un tiempo de esperanza, de alegría, es un tiempo para la solidaridad.

Leonor Arévalo Romero, estudiante de teología en la UCA.

Durante el Adviento los cristianos nos preparamos para renovar el deseo de recibir a Cristo en nuestras vidas por medio de la oración, la generosidad y la caridad. ¿Pero realmente nos preparamos para recibir a Jesucristo en nuestra vida? Por lo que yo puedo percibir a mi alrededor, esta preparación es bastante pobre, pues las personas se preocupan más por prepararse para las fiestas, los regalos y por recibir a sus invitados en sus casas. Creo que si fuéramos capaces de preparar nuestro corazón y abrirlo hacia los demás y dejarnos de preocupar por lo superficial, viviríamos realmente el adviento y recibiríamos la Navidad con todo nuestro corazón y no nos importaría las fiestas, ni los regalos, porque estaríamos preparados para recibir el más grandioso regalo que se pueda recibir.

Consuelo Amaya, misionera claretiana, San José Villanueva.

No basta proclamar: "Cristo Jesús, Hijo del hombre, es nuestra esperanza. No vale decir nosotros creemos en "el Dios de la esperanza", futuro del ser humano y comprometido con su historia. La Iglesia está llamada a ser por vocación la "comunidad de la esperanza". ¿Cómo celebrar el adviento en tiempos de crisis? ¿Cómo mirar al mundo con ojos de esperanza? Todo el adviento nos invita a tener los ojos abiertos y ver lúcidamente. Señales en todos los espacios nos dice el evangelio de hoy que dará paso a una nueva era, un nuevo orden fruto de la iniciativa de Dios y de la acción de los seres humanos."Suscitaré un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra". Este es el Dios de Jesús en el que creo yo y sí estoy segura que Dios hará justicia en mi pueblo hondureño porque El nunca ha fallado a su pueblo.



NIÑA DEL SI

Todo estaba pendiente de tu boca.
Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran
con la vida en las manos, detenida,
como un reloj callado y a la espera.
Como si Dios tuviera que esperar un permiso...

Tu palabra sería la segunda palabra
y ella recrearía el mundo estropeado
como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente.
Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.
Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo,
sin la más leve sombra de no, toda en el Día.
Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos,
la respuesta cabal a su pregunta
sobre la Nada en flor...
Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo.
Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados,
y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.

Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta;
jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera;
pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso
como el clamor del Génesis.

Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio
bajo el filo implacable de la Gloria...
Cuanto más cerca de la Luz vivías,
más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz,
y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno!
Tú diste más que nadie, cuando más recibías,
infinita de seno y de esperanza.
¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...!
Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento
tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana.
Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día:
en las especies torpes del vagido
y en las especies del sudor cansado
y en el peso vencido de la muerte...

¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo,
gavilla de cordera, presentada y encinta!
Porque has dicho que sí,
Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María.
Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé.
El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido.
La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto,
y sobre las banderas blancas de los almendros
el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.


Pedro Casaldáliga, cmf


Ernesto Barrera (Neto), 28 de Noviembre de 1978

“ Neto se sentía feliz en su sacerdocio. Yo mismo lo llevé a la Parroquia de San Sebastián. Yo compartí con él algunas reuniones con los jóvenes que me preguntaban las inquietudes propias de un cristianismo en la hora actual. Yo puedo asegurar que este hombre consagrado por la ordenación sacerdotal, se mantuvo en comunión con sus hermanos sacerdotes y con su Obispo, y esto es una garantía de su ministerio auténtico, legítimo. Habrá rasgos difíciles en el sacerdocio actual, sobre todo joven, pero mientras haya sustancialmente un deseo de servicio, un deseo de poner todas sus condiciones y cualidades humanas al servicio de esa Iglesia y de ese Reino de Dios, hermanos, tengamos confianza. El hombre-sacerdote tiene que ser un hombre que trae de la eternidad un mensaje concreto para los hombres de cada tiempo.

Es ahora cuando Neto Barrera comprende que todos los esfuerzos de liberación, toda esa esperanza de un mundo mejor, aun en esta tierra, se complementan y se realizan en esa eternidad feliz. Sólo la liberación que Cristo trae de esa trascendencia da a los esfuerzos liberadores de la tierra su verdadera dimensión, su verdadero valor”.


De la homilía de Monseñor Romero en el funeral del Padre Neto y de José Isidro, Rafael Santos y Valentín, 29 de noviembre de 1978.



CORRIDO AL PADRE NETO BARRERA


Ernesto Barrera presente
Barrera de la clase obrera,
Valiente trinchera
De un pueblo consciente
Que sigue en la lucha,
Tú no estás ausente,
A la delantera
Llevas la bandera
De nuestros ideales
Tu grito se siente.

Tres militantes
Obreros contigo cayeron
Porque defendieron
La vida y la causa
De los proletarios.
Gritemos: que vivan
Nuestros compañeros
Por ser verdaderos
Revolucionarios.

El veintiocho de noviembre
Las fieras uniformadas
Quebraron sus cuerpos
Y de ellos salieron
Las nuevas semillas
Que ya están sembradas.
Veintiocho de noviembre
Ha sido la gran fecha
Vamos pa adelante
A esperar la cosecha
!Ernesto Barrera presente!

15 noviembre, 2009

BOLETÍN 25

EN PIE DE TESTIMONIO
Por: Mauricio Murillo, sj

Este año celebramos el XX aniversario de los mártires de la UCA. En Noviembre recordamos especialmente sus nombres que se juntan con otros muchos nombres, dando vida al pueblo martirial salvadoreño. El testimonio de cada una de sus vidas nos da esperanza para seguir reconociendo el reino de Dios entre nosotros, abriéndonos la posibilidad de ir construyendo una sociedad más justa, fraterna y solidaria.

Ese reino de Dios tiene rostros y nombres concretos, que lo hacen visible y posible; éste es legado de nuestros mártires. La juventud, los anhelos y ganas de vivir de Celina nos lleva a vivirlo como promesa, mientras tanto, el trabajo y fidelidad de Elba nos exhortan a vivirlo como perseverancia y compromiso, en comunión con tantos trabajadores y trabajadoras, quienes día a día, ofrendan su vida por sus familias, o por su comunidad. Nuestros compañeros jesuitas, siguen transmitiéndonos esa misma buena noticia. La cercanía y amabilidad de Amando, el atinado acompañamiento y buen consejo de Juan Ramón, la preocupación por la juventud marginada de Lolo, la compenetración con la cultura y sociedad de nuestros pueblos que asumieron Segundo y Nacho, y el compromiso valiente con la verdad y la paz de Ellacu, también nos comunican esa realidad del reino. Son valores que sus nombres y entrega nos evocan.

Celebramos la vida y entrega. Su memoria tiene que llevarnos a asumir un compromiso serio con Dios y con su proyecto de humanidad. El modo de cómo hemos de hacerlo, ha de ser fruto de nuestro constante discernimiento de los ‘signos de los tiempos’. El criterio es el servicio comprometido con los más vulnerables de nuestra sociedad. En este sentido, el huracán “Ida”, nos ha llamado la atención, forzándonos a volver nuestra mirada a la marginalidad, a los barrancos, a los albergues, a las viviendas y a los campos destruidos, a las víctimas. Hacer memoria de nuestros mártires, es también responder generosa y solidariamente ante este tipo de tragedias. Luego, es necesaria una justa indignación por la injusticia que se desvela en estas situaciones. Hacer memoria de nuestros mártires, es también libertad para denunciar, capacidad de organización, y opción por la vida. De ello nos han dado noticia.

Su memoria no pierde vigencia, sigue siendo urgente en el momento que nos está tocando vivir. Como Iglesia, sentimos que su testimonio renueva nuestro compromiso con ese Dios de la vida que nos llama a humanizarnos, superando el miedo a amar, a sentir misericordia, a ser hermano o hermana de los y las pobres.




ENTREVISTA: P. JUAN HERNÁNDEZ PICO, sj
Escritor y profesor de teología en la Universidad Cetroamericana "José Simeón Cañas"

Por: Edgardo Guzmán, cmf

¿Cuál fue la relación personal que usted tuvo con los mártires de la UCA?

Con los mártires de la UCA lo primero que todo estuve con ellos en el noviciado, juntamente con uno de ellos Amando López y que fue siempre muy amigo mío. Después, tuve ocasión de conocer muy de cerca a Ignacio Ellacuría; y a estas dos personas, a Ignacio Ellacuría y Amando López, les debo yo personalmente una atención personal, muy profunda, como amigos en momentos muy difíciles de mi vida y luego todos los demás los fui conociendo en diversas etapas de mi formación excepto a Joaquín López y López que era mucho mayor que todos ellos; a éste lo conocí ya más tarde cuando era fundador de Fe y Alegría.

Una de las cosas que siento es mucho agradecimiento por haberlos conocido, porque fueron gente que abrieron camino; cada uno en su especialidad, pero fueron grandes compañeros, hombres solidarios, fueron muy leales en su amistad y bueno, fueron, no todos ellos, pero bastantes entre ellos, fueron gente de mucho pensamiento que produjo obras que todavía tienen vigencia.

No conocí a Julia Elba, porque no viví en el teologado; en aquel tiempo yo estaba trabajando en Nicaragua, pero Julia Elba no me extraña; lo que se dice de ella por una razón y es porque he vivido en comunidades de la Compañía de Jesús en las que la señora que nos hace la cocina han sido muy importantes siempre, especialmente en Nicaragua, era una persona muy parecida a lo que dicen de Julia Elba que nos conocía sólo de vernos, que sabía cómo amanecíamos; si amanecíamos molestos, o amanecíamos deprimidos, o amanecíamos con ánimos y que nos trataba como nos trata hoy la niña Margarita en Antiguo realmente con un cariño y una percepción de cada uno de nosotros realmente impresionante.

¿Cómo tomó la noticia del asesinato de sus hermanos aquel 16 de noviembre de 1989?

Yo ya había pensado y había tenido que padecer mucho con el asesinato de Monseñor Romero y esto fue un golpe que reprodujo lo de Monseñor Romero… ¡fue muy duro! porque esta gente que los mató que ojalá que hayan pasado por un proceso de conversión y se hayan arrepentido de lo que han hecho, pero sabían muy bien, yo no creo, con perdón me cuesta contradecir a Jesús, pero creo que no es que no supieran lo que hacían. Yo creo que la presencia del mal es terrible y antes de pronunciarlos teológicamente como testigos de la fe y de la justicia, antes de eso hay que decir que fueron víctimas del mal, fueron asesinados, el asesinato es el peor crimen que puede haber en este mundo, quitar la vida, y saben lo que hacen porque asesinar es de tejas abajo interrumpir todo el bien que estas personas hubieran podido haber hecho y eso me dio muchísimo dolor.


¿Cuál es la importancia de hacer memoria y celebrar hoy a los mártires en esta coyuntura que vive El Salvador?


El Salvador como otros países nuestros en Centroamérica tiene el peligro de olvidar una lucha que durante los años setentas y ochentas el pueblo salvadoreño, una parte importante del pueblo salvadoreño, y otros pueblos centroamericanos hicieron para tratar de llamar a las puertas de la conciencia de mucha gente e instalar en estos países una vida y un sistema de vida y convivencia más digno y más igualitario. Recordar eso es muy importante para no dejar de luchar por eso porque los mártires nos piden — creo yo —, si pudiéramos tener una especie de Internet con ellos, de correo electrónico a la eternidad no nos dirían especialmente que los veneremos, sino que como dijeron los obispos guatemaltecos cuando el Papa Juan Pablo II canonizó al hermano Pedro de Betancurt en Guatemala; los obispos prepararon todo el acontecimiento refiriéndose a la parábola del samaritano y el lema de la preparación fue: “Vayan y hagan ustedes lo mismo”. Lo mismo que el Samaritano, yo creo, que recordar a los mártires es decirnos todo el tiempo vayan y hagan ustedes lo mismo que ellos hicieron, porque por desgracia la situación exige todavía mucha lucha, mucha opción por los pobres, mucha defensa de la paz y la justicia.

20 años después… ¿De qué continúan siendo testigos los mártires de la UCA?

Yo creo que continúan siendo testigos de un cristianismo que se convierte todo el tiempo a los pobres, que todo el tiempo tiene que hacer ese esfuerzo de no acomodarse a los esquemas de este mundo, de salir de las relaciones que tenemos mucho peligro de entrar en ellas: las relaciones de poder, las relaciones de riqueza. Lo que antiguamente se decía de los párrocos, de los curas de los pueblos, que jugaban los domingos después de su misa, jugaban una partida de cartas con el alcalde, el médico, el finquero, pues ¡gracias a Dios! aquí ha habido mucho cambio en ese sentido y los sacerdotes de El Salvador han sido un factor muy importante en la lucha por la justicia. Yo creo que la Iglesia, todos laicos, religiosas, religiosos, sacerdotes, todos debemos convertirnos siempre continuamente a los pobres y ese es el legado de los mártires.

¿Por qué este tema de los mártires siempre provoca incomodidad en la sociedad y en la Iglesia?

Yo creo que se debe a que hay muchos intereses creados. En palabras evangélicas es porque este mundo es un sistema organizado y tiene un príncipe, el príncipe de este mundo como dice el evangelio de Juan, que es toda una manera de mirar la vida, de valorar la vida en base al poder, en base a la riqueza, al placer y viendo a los de abajo yo tengo una frase dura: como la cloaca. Es distinto en la parábola de Batman la ciudad de arriba es la ciudad de la luz; la ciudad de abajo es la ciudad del mal. Aquí, por desgracia, no es así la cloaca es lo de abajo son los que son menos gente, son los que son despreciados y si alguno de ellos se levanta un poquito, en Guatemala lo solemos llamar “igualados” Hay unos intereses creados, intereses a nivel mundial, en el capitalismo global, intereses militares, del narcotráfico, que es la forma más desarrollada del capitalismo sin ninguna ley, donde la vida no vale nada frente al lucro. Todos esos intereses hacen que sea muy difícil, que en lo que hemos llamado el tercer mundo la gente acceda a su dignidad y por eso los mártires, que son bandera de esta lucha por la justicia y por la igualdad mayor entre la gente y por consiguiente por la paz, contra la violencia y por el diálogo, por una sociedad de diálogo son testigos molestos...

¿Qué nos dirían hoy, qué llamado nos harían, a qué nos motivarían hoy?

Nos dirían a todos, creo yo, que no perdamos la esperanza, que sepamos que estas cosas, estos cambios, toman mucho tiempo, son cuestión de generaciones. Por ejemplo, Europa más digna costó mas de ciento cincuenta años desde la revolución francesa hasta la segunda guerra mundial 150 ó 160 años, además sepamos que no se trata de esperar en la riqueza, sí en el progreso, sí en el desarrollo, sí en la tecnología que todas esas cosas son criaturas de Dios y se pueden usar bien, pero no volverlas ídolos. Nuestros mártires lucharon mucho por el verdadero Dios de Jesús, el Dios que es Dios de amor, Dios de misericordia, Dios que dice claramente: la esperanza de los pobres nunca perecerá.




MÁRTIRES DE LA UCA

La madrugada del 16 de noviembre de 1989, un destacamento de soldados salvadoreños del batallón Atlacatl entró en la Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador con la intención de matar a los jesuitas que vivían en la residencia de la Universidad, principalmente Ignacio Ellacuría, Segundo Montes e Ignacio Martín-Baró. Las órdenes militares indicaban que no podían quedar testigos y fueron asesinados tres jesuitas más - Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López - una trabajadora de la Universidad y su hija - Julia Elba y Celina Ramos -.
El asesinato de Ellacuría y de sus compañeros ya había sido anunciado. Miembros de las Fuerzas Armadas habían calificado la UCA como un “refugio de subversivos” y Ellacuría, empeñado en buscar una solución negociada a la guerra civil, se había convertido en uno de los objetivos más deseados por los militares. Cinco de los jesuitas asesinados eran españoles y, conociendo el riesgo que corrían, habrían podido regresar a su país de origen. Pero no lo hicieron.

Seis jesuitas y dos mujeres se convertían en símbolo de una multitud anónima de víctimas - 80.000 en El Salvador durante los años 80 -, y símbolo de una manera de ser Iglesia.



PADRE NUESTRO DE LOS MÁRTIRES

Padre nuestro del pobre y del marginado
Padre nuestro de mártires y torturados
.

Tu nombre es santificado en aquel que muere
al defender la vida;
tu nombre es glorificado cuando la justicia
es nuestra medida.

Tu Reino es de libertad, de fraternidad, paz y
comunión; maldita toda violencia
que devora al hombre con la represión.
Perdónanos cuando por miedo quedamos callados
delante de la muerte; Perdona y destruye
el reino de la corrupción como ley más fuerte

Hágase tu voluntad,
eres el verdadero Dios libertador.
No vamos a seguir las doctrinas amañadas
por el poder opresor.

Pedimos el pan de la vida, el pan de la esperanza,
el pan de los pobres; el pan que trae humanidad
y reconstruye al hombre en vez de cañones.

Protégenos de la maldad, de los prepotentes y
los asesinos; Dios padre revolucionario,
hermano del pobre, Dios del oprimido.

BOLETÍN 25

13 noviembre, 2009

Familia Claretiana

“SIEMPRE ESTABA CONTENTO, ALEGRE Y TENÍA PAZ CON TODOS”
(Autobiografía, 50)


Por Abel Carbajal, cmf


En la comunidad claretiana de El Salvador también hemos estado contentos y alegres al celebrar la memoria de nuestro Padre Fundador, San Antonio María Claret. No lo hemos hecho solos, la gran familia claretiana nos ha acompañado en este momento tan especial en el que renovamos con intensidad nuestra espiritualidad claretiana. La celebración tuvo lugar en la “Escuela Corazón de María” en la Parroquia del mismo nombre, en la ciudad de San Salvador. Hasta dicho lugar se acercaron nuestros familiares, amigos y personas que comparten su trabajo misionero con nosotros para participar de un encuentro con un sabor muy familiar. Llegaron de todos los puntos del país. Los invitados bailaron, cantaron, rezaron... Todos disfrutamos del talento que nos ofreció el grupo de música folklórica de la Escuela y de la música del Trío de Casa Presidencial. El esfuerzo compartido entre laicos estudiantes teólogos y los hermanos sacerdotes, hizo que la actividad se desarrollara de la mejor manera posible.

Sin embargo para nosotros misioneros claretianos, recordar a nuestro Fundador es reafirmar nuestro compromiso misionero, en concreto en esta Iglesia local. Celebrar a Claret es renovar nuestro espíritu y salir de nosotros mismos para ir al encuentro de quienes necesitan de nuestro apoyo, de una palabra cargada de esperanza en una sociedad tan abrumada por la violencia. Nosotros como discípulos de Jesús no podemos estar ciegos y sordos ante las situaciones que afectan nuestro entorno. Sin ninguna duda, Claret daría su respuesta. En este sentido nosotros estamos también invitados a comprometernos desde lo poquito que vamos realizando en el día a día por la construcción de un mundo más gusto. Esto implica el sueño de Claret: “hacer con otros”, lo cual evoca la gran familia claretiana. Una sola misión, un sólo espíritu que nos empuja a ser agentes de cambio en las distintas realidades que nos corresponde vivir.

Toda fiesta condensa tres elementos a tener en cuenta: pasado, presente y futuro. En nuestra fiesta el tiempo se detuvo. Sin embargo, viajamos un poco al pasado para hacer un repaso por la vida de nuestro Fundador resaltando los momentos más relevantes de su historia, partiendo desde su niñez hasta su canonización en 1950. La gente escuchaba con un silencio sacramental, sus miradas expresaban admiración. Este es nuestro presente la admiración por el gran misionero, al gran confesor, el gran obispo y su tremendo celo apostólico. Nuestro futuro es seguir su ejemplo, dando testimonio de entrega generosa en nuestros ambientes de trabajo misionero. La fiesta ha terminado, el tiempo sigue y nuestra vocación misionera es el mayor signo de que el espíritu de San Antonio María Claret se expidiéndose por todo el mundo como él soñaba.

Agradecemos de todo corazón a quienes asistieron a nuestra fiesta. Nuestra gratitud muy especial vaya también ha todas las personas que colaboraron con el evento. Para todos y todas un abrazo de hermanos en el carisma claretiano.

23 octubre, 2009

BOLETÍN 24

CLARET CENTINELA

P0r: Edgardo Guzmán, cmf

“Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel. Oirás de mi boca la palabra y les darás la alarma de mi parte” (Ez 3,17)

Al celebrar un año más la fiesta de San Antonio María Claret me he preguntado por el significado que tiene para nosotros hoy su persona, su espiritualidad, su carisma misionero. El Padre General en la carta de octubre de este año nos invita a reflexionar entorno a uno de los textos que son claves para conocer la experiencia que tuvo de Dios el P. Fundador. Este texto forma parte del relato de la vocación de Ezequiel: “Sentía la voz del Señor que me llamaba a predicar”. (cf. Aut 119 - 120).

Lo que se quiere resaltar es la figura de Ezequiel como el “profeta - centinela” que ha sido llamado por Dios, que ha comido su palabra, ha saboreado su dulzura y por eso ha intuido sus exigencias. El Padre General nos propone esta imagen del centinela para que nos ayude a descubrir las distintas dimensiones de nuestra vocación misionera y la urgencia de vivirlas generosamente. Es a lo que nos ha invitado el reciente capitulo general a asumir con alegría, audacia y creatividad nuestra identidad y compromiso misionero.

Si hoy le preguntáramos al centinela qué ve, qué escucha, que anuncia en Centroamérica. Nos diría que ve según el mas reciente informe del PNUD la región más violenta del planeta, con una tasa promedio de 33 homicidios por cada 100 mil habitantes, que triplica la media mundial… nos diría que ve en medio de tanta muerte e injusticia muchos signos de vida y esperanza, nos diría que ve muchos pueblos que son su pobreza nos dan un mayor sentido de humanización.

Escucharía el grito de dolor de cientos de guatemaltecos/as que han muerto de hambre a causa de las sequías de este año, escucharía la voz de miles de hondureños y nicaragüenses incapaces de construir la armonía tan desea y necesaria en la profunda crisis política que viven. Escucharía en estos signos de los tiempos la voz de Dios que sigue proponiendo su Reino el que nos revelo Jesús, como el camino de la verdadera plenitud humana.

Pero el centinela, como Ezequiel, como Monseñor Romero, no sólo ve y escucha; también anuncia, proclama, grita. Su palabra es profética porque denuncia, condena, llama a la conversión; su palabra consuela, abre nuevos horizontes, plantea otras alternativas para la vida; su palabra celebra que Dios camina con los pobres, que la esperanza genera entusiasmo y motiva y que el amor tiene la última palabra.

En su momento histórico y en su contexto sociocultural Claret fue un centinela, nos recuerda el P. Abella, nosotros estamos llamados a serlo hoy.



LA FRAGUA: ITINERARIO ESPIRITUAL CLARETIANO

Por: Abel Carbajal, cmf

En la actualidad nos movemos en un mundo de caducidades, prácticamente todo es moda y por tanto, todo pasará y vendrá algo nuevo. Todos estamos expuestos a caer en esta dinámica, donde existe la supremacía de lo superficial sobre lo profundo. En este sentido, estamos urgidos de una base que sostenga nuestra vida, nuestros proyectos y utopías. Específicamente el tema que nos interesa aquí sin darle más vueltas al asunto es el de la espiritualidad. Una espiritualidad que tenga una base sólida, por tanto, no puede ser cualquier cosa. Si nos asomamos al mundo de lo espiritual, no cabe duda que encontraremos un sin fin de experiencias que se les llama espiritualidad. Pues dentro de la Iglesia católica nuestra Congregación Misionera tiene su propio camino espiritual.

Pero, ¿Cuál es este camino? Pues, consiste básicamente en lo que el P. Claret llamó “La Fragua”. Esta alegoría fue la que utilizó cuando quiso explicarnos su itinerario espiritual. Nos centraremos aquí en descubrir los núcleos fundamentales que la fragua sigue como métodos para el camino y que partiendo de un punto cero son tres: Quid Prodest, Patris Mei, Caritas Christi y Spiritus Domini. Son cuatro bases netamente bíblicas, como debe ser por nuestro carisma fundamentado en la Palabra.

Comencemos pues, por el núcleo cero, el “Quid Prodest” (Mt 16, 26) “¿De qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?” Este aspecto del evangelio marcó el inicio de la vocación del P. Claret (Aut 68) Lo puso ante la encrucijada necesaria para decidir su futuro. Había triunfado en su campo de la fabricación, pero no se sentía del todo realizado; esto lo lanza a la búsqueda. Llamaremos a este encuentro de caminos: instalación-búsqueda, como ven son palabras antagónicas. Preguntémonos ahora por nuestra propia experiencia, ¿Cuál es nuestro Quid prodest? Ese que nos ha hecho optar por algo diferente a lo que hacíamos. Seguro que nos encontraremos, no con uno, sino con varios momentos en los que nos hemos planteado el problema: “de qué me vale…”

Como hemos dicho este de qué me vale, es el punto cero en la espiritualidad de la fragua. Creo que nos puede ayudar aquí la alegoría para entendernos mejor. En este sentido, el punto cero es la barra de hierro que el herrero toma como útil para realizar su obra, es el comienzo del proceso, la selección del buen hierro. Este es el inicio de una obra artesanal que deberá someterse a varias etapas necesarias para convertirse en una flecha lista para ser lanzada. En otros términos la barra, somos nosotros y el herrero es Dios que tiene un proyecto con cada uno. Fundamentalmente en esto consiste el núcleo cero, claro está que no lo podemos encasillar sólo en el ámbito vocacional, sino que es una dimensión esencialmente antropológica abarcando la totalidad del ser humano.

Pasemos ahora al núcleo primero de la fragua: el “Patris Mei” (Lc 2, 49) “¿No sabían que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” Este es en el taller del herrero el momento de sumergir la barra de hierro al fuego, es el momento de dejarse ablandar, de dejarse purificar. En la herrería espiritual es el momento de la experiencia profunda del amor de Dios que nos dispone para ser forjados. En la experiencia de nuestro Fundador esto se traduce en la búsqueda de la voluntad del Padre, aspecto que imita de Jesús de Nazaret, recordemos que él quería “imitar en todo a Jesús”. Inseparable a este elemento añadía otro no menos importante y que figura en el número 2 de nuestras Constituciones cuando se habla de que el objeto de nuestra Congregación es “buscar en todo la gloria de Dios”.

Esta dimensión fundamental ha estado presente desde los orígenes de la Iglesia, recordemos al gran San Irineo cuando dijo que “la gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios”. Más actualmente el profeta Romero reformuló la frase diciendo que “la gloria de Dios es que el pobre viva”. Ante esto cabe preguntarnos, ¿Cómo estamos encarnando este aspecto en nuestra vida? ¿Estamos realmente en las cosas del Padre, en el constante fuego que nos hace dóciles?

Sin duda alguna estas cuestiones nos ponen ante una nueva encrucijada que consiste en pasar de lo superficial a lo profundo. Es obvio que vivimos en una sociedad muy superficial, de modo que el reto es ¿Cómo pasar de lo superficial a lo profundo? Ante esto se nos proponen las siguientes claves, una antropológica y la otra teologal. La antropológica es el silencio, tan necesario para cualquier persona humana y prácticamente utilizado en todas las religiones. La teologal es la oración unida a la Palabra de Dios que es como el aire que aviva el fuego de nuestra entrega. Como ven el camino aparentemente es corto: silencio-oración, pero qué difícil es dar como mínimo el primer paso en esta sociedad tan envuelta en ruidos; tanto externos como internos y hay que señalar que sin el primero no hay según, sin silencio no hay oración. Todo esto ha de hacerse en orden a buscar la voluntad del Padre. (Aut 755).

Es la hora de nuestro segundo momento al que llamamos: “Caristas Christi” (2Cor 5,14) “El amor de Cristo me apremia”. Este aspecto nos es muy conocido ya que figura en el lema episcopal del Arzobispo Claret y que el mismo explica en la Autobiografía (212) Técnicamente este sería el elemento de la “Configuración con Cristo”. En la alegoría de la fragua, es el momento del yunque y el martillo, el momento de dejarse forjar lentamente. Cabe destacar que este momento implica un desandar el camino, es decir, un retornar al fuego, porque el proceso es paso a paso y así como la barra de hierro se enfría, nosotros también perdemos el calor y necesitamos volver a la experiencia del amor misericordioso de Dios, a las cosas del Padre para poder seguir siendo moldeados.

Nuestras referencias al igual que en todos los núcleos, son siempre Jesús y Claret, así que debemos tener la mirada en ellos. La encrucijada que aquí nos surge es: egoísmo-oblatividad (amor) ¿Cómo hacer el viaje de un aspecto al otro? Pues lo más elemental es salir de nosotros mismos. Hacer aquello que no hemos programado y que nos piden y que además no siempre nos agrada, es como morir a nosotros mismos. El otro elemento del camino es aunque no lo crean la Eucaristía, no como celebración meramente ritual y de cumplimiento, sino como una fuerza dinamizadora existencial a lo que llamaríamos vivir eucarísticamente o más simplificado vivir al servicio de los demás. En este sentido hemos de revisar nuestras actitudes descubriendo cuáles son los signos que como cristianos nos hacen donarnos a los demás, saliendo de nosotros mismos.

Pasemos ahora al punto tercero y último, es la hora del vuelo, la flecha terminada ha de ser lanzada, no se ha hecho para adorno. Es el momento de la misión, de la acción del Espíritu “Spiritus Domini” (Lc 4, 16-19) “El Espíritu del Señor está sobre mí…” Si echamos un vistazo a nuestro Fundador encontraremos que se siente enviado para anunciar la Buena Noticia. Podemos decir que toda la Autobiografía está jalonada del envío misionero; sólo para citar algún ejemplo: (113, 156, 698) Claret en su afán por imitar a Jesús se siente urgido, enviado, impulsado al trabajo, a las mediaciones y a la apertura misionera.

Esto también nos coloca ante una encrucijada, el problema de cómo ir de la pasividad a la creatividad. Pues para esto se propone un camino también de dos pasos: Primero el estudio, dividido en dos aspectos básicos: el aprendizaje de contenidos arduos con método, tiempo y esfuerzo. Luego el estudio de vidas ejemplares. Estas ponen carne a los conceptos. El segundo dinamismo es sin duda la misión con el adjetivo que ahora suena tanto “compartida”, además este es un aspecto que nos impulsa a salir de nosotros mismos. Para esto nos formamos. El camino espiritual fragua, como hemos visto concluye con el envío. No hemos de olvidar que la flecha es hecha y no sabe a donde será lanzada, por tanto va donde el arquero la envía, de igual manera nosotros nos formamos con disponibilidad universal.


BREVE RESEÑA DE LA VIDA DE CLARET:

En la villa industrial de SALLENT al norte de España, en la provincia de Cataluña nace el 23 de diciembre de 1807, ANTONIO CLARET.

Es el quinto hijo de una familia de once.

Fue bautizado el 25 de diciembre del mismo año.

Los textiles se convierten en su verdadera pasión.

Un domingo, el predicador en la misa repite las palabras del evangelio:

“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma?”

Llamado por el Señor ingresó en el Seminario y se ordenó sacerdote en Vich en 1835.

Recorrió incansablemente Cataluña y la Islas Canarias predicando la Palabra de Dios.

En 1849 fundó la Congregación de Misioneros Claretianos.

En Octubre del mismo año es nombrado Obispo de Cuba, y evangeliza la Isla hasta 1857. En este tiempo funda la Congregación la Religiosas Claretianas.

Habiendo sufrido un atentado contra su vida, es llamado a Madrid para ser confesor de la reina Isabel II. Predica, aprovechando los viajes reales, por toda España.

Desterrado en 1869 por la Revolución, asiste en Roma al Concilio Vaticano I.

Muere en Fontfroide (Francia) el 24 de Octubre de 1870. Hasta allí le habían seguido la calumnia y la persecución.

Hombre de profunda oración, pastor celoso, evangelizador incansable, escritor fecundo y popular.

El lema de su escudo encierra la razón de su ser en la vida: "La caridad de Cristo nos urge".

ASÍ ES CLARET

Peregrino sin miedo a los caminos,
sencillo y sin nada para andar.
Con Palabra de fuego en sus labios,
de Cristo urgido por su amor.

Así es Claret: una vida para la misión,
y su misión es que todos tengan vida,
vida plena, vida abundante
en Jesús vida abundante.

Hombre de virtud y valor probados,
llamado a convertirse en servidor.
Fiel a Dios, a su fe y a sus hermanos.
Nacido para evangelizar.

Un corazón abierto a todo el mundo
apasionado por las almas y por Dios.
De Sallent, Cuba, Madrid, al destierro,
sin que nada arredre su andar.

Manso como hierro que se forja,
directo cual saeta contra el mal.
Formado y guiado por María,
Hijo de su Inmaculado Corazón.

Julio Daniel Arváez Polanco, cmf

26 septiembre, 2009

BOLETÍN 23

EXPERIENCIA DE APOSTOLADO EN USULUTÁN.

Por: Abraham Ramos, cmf.

Todos los sábados salgo con mucho entusiasmo a las cinco y treinta de la mañana al apostolado, hago un recorrido de dos horas y media en el auto bus hasta llegar al Departamento de Usulután.

Luego me traslado en equipo misionero con el P. José Vidal Pérez, el P. Edy Quiroz y el estudiante Julio Arváez a los diferentes cantones, los cuales se caracterizan por ser comunidades campesinas que se dedican a la agricultura y la ganadería; y a las comunidades pesqueras y “curileras” de las islas ubicadas en la Bahía de Jiquilisco.

El servicio misionero que realizamos consiste, en primer lugar, en formar a las comunidades en el área de Biblia. Dicho servicio consiste en compartir con la gente talleres bíblicos de iniciación.

El contenido de los talleres consiste en facilitar “métodos de lectura bíblica”, o mejor dicho, “claves de interpretación bíblica”. Con lo se quiere ofrecer algunas pistas para leer la Palabra de Dios desde nuestra propia realidad y con un sentido de comunidad.

Estas claves de lectura de la Biblia ayudarán a descubrir la riqueza de la Palabra de Dios, a la vez que les permitirá desarrollar actitudes de escucha y de diálogo; elementos muy importantes para una reflexión profunda de aquello a lo que Dios nos está llamando. Al compartir este método buscamos desarrollar habilidades y destrezas para leer creativamente el texto bíblico, sacándole el mayor provecho posible.

Estos talleres bíblicos, pretenden ser un instrumento pedagógico para los diferentes agentes de pastoral: catequistas, animadores de pequeñas comunidades y delegados de la Palabra.

Como Misioneros Claretianos, queremos vivir nuestro carisma de “oyentes y servidores de la Palabra” insertos en estas comunidades campesinas y pesqueras de Usulután. Esperamos que este sea un aporte significativo para la tarea pastoral y evangelizadora de la Iglesia local para animar, profundizar y recrear una lectura viva de la Biblia.

En segundo lugar, nuestra tarea misionera consiste en crear un proceso de Pastoral Juvenil Rural. Ya que existen grupos juveniles solamente en el casco urbano, y los jóvenes de los cantones están abandonados. Estos muchachos y muchachas andan en búsqueda, y no cuentan con un espacio dedicado a ellos para encontrarse con Dios y consigo mismos.

Hemos iniciado el proceso en dos comunidades, Julio acompaña a los jóvenes del Cantón “El Botoncillo” y yo acompaño a los del Cantón “Desmontes”. La participación ha sido muy numerosa, están muy entusiasmados y lo mejor es que se van comprometiendo más en la comunidad, en servicios como el coro, lectorado y algunos que nos acompañan a visitar ancianos y enfermos.

Como misionero en formación, el acompañar estas comunidades está siendo una experiencia muy enriquecedora, ya que aparte de lo poco que he podido ir dando, ha sido mucho más lo que he ido recibiendo; siento que he aprendido mucho de esta linda gente humilde y sencilla.

SERVIDORES DE LA PALABRA

Por: Julio Arváez, cmf

Desde la Semana Santa de este año los Misioneros Claretianos hemos estado ofreciendo un servicio misionero en comunidades de la Bahía de Jiquilisco, en el departamento de Usulután. Allí colaboramos con Mns. Rodrigo Orlando Cabrera, obispo de la zona, para acompañar al clero diocesano en el esfuerzo de formación de delegados, catequistas y agentes de pastoral.

Para asumir la tarea llegaron a esta diócesis los claretianos José Vidal Pérez y Eddy Quiróz; quienes se ubicaron en el sector de Puerto Parada. Ya en la zona se vio la posibilidad de acompañar, en coordinación con los párrocos de estas áreas, las comunidades costeras de Puerto Parada, Los Desmontes, Puerto El Flor, Botoncillo, Las Conchas y 27 de Agosto, así como a la feligresía en las islas El Joval, Espíritu Santo, Corral de Mulas, Rancho Viejo y Pirraya. Estas pequeñas comunidades pertenecen a dos parroquias, las de Divino Rostro de Jesús (Puerto El Triunfo) y San Francisco de Asís (Usulután centro).

La zona se caracteriza por las labores de pesca y una fuerte actividad ganadera. Muchas de las comunidades tienen agua gracias a proyectos comunitarios. Hay una abundante niñez y juventud, la cual cuenta con centros de educación media, pero pocas oportunidades de desarrollo. Estos son sectores vulnerables a inundaciones por lluvias y a los efectos de mareas muy altas, que los han afectado con cierta frecuencia. La migración se deja sentir en muchas familias separadas, una notoria dependencia a las remesas que genera una juventud instalada pero que no necesariamente considera dejar sus tierras. Es un cantón con muchos caseríos pequeños, distantes entre sí y un transporte poco fluido. Esta es una de las dificultades para las visitas del párroco, lo cual nos ha posibilitado el acompañar estas parroquias junto a la tarea de la formación.

En las islas la necesidad de acompañamiento pastoral es mayor, pues han estado menos animadas desde que los Pasionistas dejaron la zona (año 1978 aproximadamente) y la diócesis no tuvo personal para atenderlas desde el centro de Usulután. Esta dificultad se agrava en tiempos de la Guerra, cuando estos sectores quedan aislados.

Desde estos servicios los claretianos hemos encontrado una nueva manera de apoyar a la Iglesia que peregrina en El Salvador. En este sector hemos percibido la necesidad de formar catequistas. De parte de las comunidades hay apertura e interés por vivir y celebrar la fe, aunque se congregan pocas personas. Muchos buscan acompañamiento espiritual. Es de reconocer la gran labor realizada por los “servidores” de la Renovación Carismática, que durante mucho tiempo han animado y fortalecido a las comunidades católicas de estos cantones. En todas las comunidades hay grupos de oración que junto a sus servidores han mantenido cada semana encuentros que unen a la feligresía y avivan la fe.

Ahora en las comunidades se expresa que sienten más cercanía, interés y acompañamiento por parte de su Iglesia. Se les ofrece la Eucaristía, visitas de hogares, integrarlos a los talleres de formación bíblica, trabajo con jóvenes y niños. Sentimos la necesidad de más misioneros laicos dentro de las comunidades, más visitas a las familias y una formación integral y liberadora.

En este servicio misionero nos sentimos movidos por un pueblo que ha sido luchador y ha buscado cómo remediar la pobreza y marginación que enfrentan. La formación bíblica nos permite percibir esa sed de Dios y su palabra que tiene el pueblo, y el potencial del laicado que tantas veces se desatiende por falta de promoción. Poco a poco, en nuestro proceso de identificación cordial con los hermanos y hermanas que queremos acompañar en su fe, vamos conociendo mejor las comunidades y nos dejamos interpelar por la realidad que se vive en las comunidades, vistas a la luz de la Palabra y del espíritu misionero.

¿QUÉ ES PARA USTED LA BIBLIA?

Sigfredo López, de la comunidad Los Desmontes nos dijo: “Es un libro que nos sirve para instruirnos en la vida, nos ayuda para acercarnos más a Dios, y llevar una vida espiritual, y esto es algo que nos ayuda a nosotros tanto en lo material como lo espiritual”

Rosa, de Puerto Parada, nos decía: “La Biblia es muy importante, porque nos habla de Dios desde antes que nosotros existiéramos y su mensaje nos conduce por en el bien. Personalmente me anima a llevar la Palabra de Dios a otras comunidades”.


De Rancho Viejo, Yasmina Esperanza López Membreño: “Allí está la palabra de Dios, nos enseña muchas cosas. Antes que no estudiaba la Biblia no entendía nada cuando me leían algo de la Biblia, pero ahora sé que allí está la palabra de Dios y puedes aprender mucho de ella para tu vida. Me gusta porque en la Palabra encuentro paz, tranquilidad, el consuelo de Dios, ánimo”.

Rita Chávez: Para mí la Biblia es la Palabra de Dios, lo más esencial para nuestras vidas. En la cual podemos descubrir las enseñanzas de Dios a través de la Palabra para que le conozcamos, le amemos, le sirvamos. Es allí donde está la esencia del mensaje de Dios y eso nos ayuda a poder así ir cambiando y queriéndole conocer más. Me siento ahora animada a descubrir más en la Biblia; siento que voy a prendiendo más de la Biblia, así como quien conoce a una persona, por medio de los libros que tiene y sus enseñanzas.


MEMORIA DE NUESTRO MÁRTIRES.

Alfonso Acevedo (Foncho)
12 de Septiembre de 1982

Catequista, mártir de la fe y del servicio a los desplazados de El Salvador. Agente de pastoral de 46 años, padre de ocho hijos. Asesinado de tres balazos en la cabeza, después de ser brutalmente torturado. "Foncho", como todos lo conocen, es jefe de publicidad del periódico "La Prensa Gráfica", de San Salvador. Pero, fundamentalmente, es un cristiano que hace las veces de "párroco" en San Antonio Abad, desde que la persecución a la Iglesia dejó sin sacerdote a esa populosa barriada de la capital.

Desde hace más de diez años "Foncho" es el gran servidor y animador de la comunidad: huérfanos, viudas y desplazados por la guerra constituyen su preocupación constante. Además, prepara las celebraciones litúrgicas, busca sacerdotes para presidir la eucaristía y administrar los sacramentos. Por su entrega, preparación y experiencia es el responsable del equipo de pastoral local. Y ese es su gran delito. Y como a un delincuente lo sacan de su casa, a las dos de la mañana, varios hombres uniformados, que le vendan los ojos y le amarran las manos a la espalda. Al amanecer, sus amigos encuentran su cuerpo en el otro extremo de la ciudad.

La palabra de Dios no se compra.

La Palabra de Dios no se compra,
la Palabra de Dios no se vende
la Palabra de Dios se regala
y se comparte entre la gente.

No es fruto del trabajo
del labrador explotado,
ni se cosecha en haciendas
de mayores afincados.
No es amiga de dineros,
ni de podridos impuestos,
ni de derramada sangre
para así acallar al pueblo.

Es la paz valiente armada
una lucha encarnizada
de valores y justicia,
libertad sin barricadas.
Un espejo de pobreza,
fortaleza del que fía
cuando ya faltan las fuerzas,
es la fuente de la vida.

Sufre con aquel que llora
y comparte su pobreza,
parte el pan y sacia el hambre,
siempre hay un sitio en su mesa.
Basta ya de hacer discursos
de palabras tan baratas,
es hora de abrir fronteras
y dar el paso a la esperanza.

Héctor Guzmán, cmf

BOLETÍN 23

22 agosto, 2009

BOLETÍN 22

MI EXPERIENCIA DE NOVICIADO.

Por: Julio Arváez , cfm


“…la Transfiguración no es sólo revelación de la gloria de Cristo, sino también preparación para afrontar la cruz. Ella implica un «subir al monte» y un «bajar del monte»: los discípulos que han gozado de la intimidad del Maestro, envueltos momentáneamente por el esplendor de la vida trinitaria y de la comunión de los santos, como arrebatados en el horizonte de la eternidad, vuelven de repente a la realidad cotidiana, donde no ven más que a «Jesús solo» en la humildad de la naturaleza humana, y son invitados a descender para vivir con Él las exigencias del designio de Dios y emprender con valor el camino de la cruz.” (VC 14)

Han pasado dos semanas de haber finalizado mi año de noviciado en Guatemala. Ahora en El Salvador, habiendo bajado del “Tabor”, algunos aspectos del ritmo diario como novicio han quedado finalizados, sin embargo otros siguen aún conmigo, y espero que así sea por largo tiempo.

Ciertamente el teologado difiere del noviciado. Fuera de aquella “burbuja”, en la “libertad” de espacios de esta etapa de teología, algunas cosas se ponen a prueba, sobre todo los compromisos que asumí como novicio sobre mi oración diaria, una vida más centrada en Jesús y menos dispersión en activismos. De esas experiencias, que fueron mi “transfiguración”, comparto tres que me han marcando notablemente: la vivencia de la oración, la interculturalidad y el compromiso misionero; dimensiones que empiezan a incidir notoriamente en mi actual transcurrir de vida. En este sentido:

- La oración se ha situado como un nuevo referente, una necesidad, para mi cotidianidad. El ritmo de oración del noviciado fue intenso. Muchas horas, algunas mejor vividas que otras, pero que en general significaron un renovado encuentro con el Padre-Madre de bondad, en un diálogo de vida que transforma y da fuerzas para el camino. La oración (comunitaria y personal) fue tiempo de encuentro, de escucha, de transformación y experiencia de seducción con el Dios de amor que llama, envía y conforta.

- La vivencia de la interculturalidad fue un ahondar lo vivido en los años de formación, ahora compartiendo con compañeros de culturas caribeñas. La experiencia fraterna (aún cuando fuimos sólo cuatro novicios) nos permitió vivir un acercamiento a otros contextos de fe, historia, ideologías, costumbres y proyección del carisma, e intercambiar los propios. Nos movió a dialogar ante las dificultades y a abrirnos a la intermentalidad para comprender, aceptar y respetar la manera de ser y pensar de los demás. Esto indudablemente acabó transformando la manera de verme a mí mismo y cómo reaccionar ante la realidad. La comunidad intercultural del noviciado significó para mí un crecer en cercanía, diálogo y fraternidad con los hermanos.

- El compromiso de servir en la misión de Jesús según la gracia del carisma claretiano, el cual es un don del Espíritu que nos llega mediado por la Congregación. El noviciado marcó el inicio de mi nuevo momento en la vida, un renacer en la vida religiosa para un servicio por el Reino como servidor de la Palabra, al estilo de Claret en comunidad misionera. Esta es una dimensión que se presentó en cada elemento del noviciado, y de diferentes maneras confrontaba y consolidaba mi vocación; me brindó criterios para entender y asumir este estilo de vida consagrada como camino de servicio, felicidad y fidelidad.

Todavía está ir viéndose lo que el noviciado ha sembrado en mí, pero procuraré seguir cultivando lo recibido, confiando plenamente en Dios, esperando dar buen fruto por todo lo recibido en este año de gracia.

Finalizo compartiéndoles que, tras lo vivido en este último año, se ha profundizado en mí esa figura y experiencia tan claretiana de la Fragua. Ahora entiendo mejor qué implica ser caldeado en el Corazón de María, cuál es esa saeta que el Espíritu quiere formar de mi hierro y el proceso de transformación que esto requiere. Sigo con más disponibilidad para continuar mi proceso de “golpeado” para configurarme con la persona de Jesús, ser ese sujeto idóneo puesto en las manos de María y listo para ser “lanzado” a la misión , siendo como ella: un corazón en el que encarna la Palabra de Dios. Sigo así bajando del monte con Jesús, en ese camino de entrega para el pueblo de Dios, sintiéndome acompañado por María, Claret y de la Congregación.


DE MISIÓN EN LA CEIBA, HONDURAS.


Por: Edgardo Guzmán, cmf

Por todos es conocida la difícil situación política que vive el pueblo hondureño en estos momentos, esto nos hizo replantearnos en algún momento la posibilidad de ir o no, a nuestra experiencia misionera de mitad de año que solemos tener en aquellas tierras. Con algunas dificultades con el transporte por las tomas de carreteras llegamos el día previsto con algunas horas de retraso a nuestra primera estación.

Después de una semana de ejercicios espirituales en El Horeb, La Sabana, en el municipio de San Manuel, a pocos kilómetros de San Pedro Sula, salimos para la acogedora y cálida ciudad de La Ceiba, a la recién creada Parroquia San Antonio María Claret. Al programar la misión se nos dijo que iríamos a un sector de la parroquia que no cuenta con ninguna estructura eclesial, a colonias y residencias que son nuevas donde la gente está empezando a conocerse. En principio nos resultó difícil ya que estamos más acostumbrados a realizar nuestras experiencias misioneras en zonas campesinas, indígenas, suburbanas o rurales. Sin embargo con entusiasmo emprendimos el servicio confiado en compañía de algunos laicos y laicas que conocen la zona y que sin su colaboración y amistad no hubiera sido posible las semanas de evangelización que llevamos acabo.

¿En qué consistió la misión? Fuimos distribuidos cada uno (los cinco en total) a un sector que comprendía una o más colonias y en donde nos tocaría visitar los hogares, conocer las familias católicas, detectar los líderes, motivarles a integrarse a la nueva parroquia y convocarlos para las actividades que tendríamos durante la semana: un pequeño curso bíblico, reunión de las comunidades eclesiales, finalizando cada semana con una celebración de la palabra. El objetivo además de acercarnos, compartir y conocer era el de animar a la formación de pequeñas comunidades con el propósito de que se sigan reuniendo cada semana.

En total fueron como unas 20 comunidades las que recorrimos entre todos, en donde encontramos distintas experiencias de vida y situaciones personales, familiares, sociales… en todos lados se comentaba el tema de la coyuntura nacional, había opiniones encontradas y un cierto cansancio e impotencia por no encontrar una salida justa y razonable a la situación, en algunas casas nos recibieron con los brazos abiertos y con alegría, en otros se nos atendía detrás de las puertas o ventanas a veces con un tono poco amable, cada noche al encontrarnos de nuevo en casa íbamos compartiendo lo vivido durante el día, así fuimos tejiendo nuestra experiencia.

Todas estas vivencias tienen para nosotros sobretodo un carácter formativo, más que la eficacia apostólica, lo que buscamos es aprender y dejarnos interpelar por la realidad que vive nuestra gente, al palpar las distintas situaciones de pobreza, violencia, injusticia, corrupción, etc. nos damos cuenta que nuestra respuesta misionera tiene que ser más urgente, oportuna y eficaz que provoque la construcción del Reino de Dios. Agradecemos la disponibilidad de los que nos acompañaron, la hospitalidad que tuvieron con nosotros que nos hizo sentir bien acogidos, la generosidad en tiempo y recursos, la esperanza y la fe que tienen a pesar de todo y que nos hace ver que la utopía por una vida más humana y feliz está encendida, que vale la pena esforzarse y darlo todo para no dejarla apagar y para contagiarla a los demás.

RENOVACIÓN RELIGIOSA,
MEMORIA MARTIRIAL CLARETIANA.


Por: Oscar Arnulfo B. Moreno, cmf

En Barbastro, en el mes de agosto de 1936, fueron masacrados 51 misioneros claretianos, la mayoría de ellos jóvenes, inquietos y animados por el mismo espíritu que encendió el celo apostólico de San Antonio María Claret. Sobre ellos, en el momento del suplicio, un testimonio dirá “Todos estaban tranquilos y resignados…En todos se notaba el mismo valor, el mismo entusiasmo; ninguno desfalleció ni mostró cobardía”

Reunidos casi todos los miembros de la Comunidad Claretiana de El Salvador, nos dimos cita para celebrar la memoria y para renovar nuestra disponibilidad de seguir a Jesús misionero al estilo de Claret. Con la intensión de mantener viva la memoria de nuestros hermanos mártires, este día 13 de agosto de 2009, en el Teologado claretiano de La Sultana, Antiguo Cuscatlán, 5 de nosotros hemos renovado nuestros votos religiosos.

El Padre José Sentre, nuevo superior de la comunidad, nos recibió los votos. En la homilía, nos dijo que el contenido que debe llenar nuestras vasijas es Cristo mismo. Que la experiencia de sentirnos hijos en el Hijo, solamente la profundizaremos en la oración perseverante. Únicamente la oración y la escucha –y vivencia- de la Palabra nos mantendrán firmes en nuestra opción de vida misionera. Hemos, por tanto, estar unidos a la vid verdadera para evitar que nuestras vasijas, por estar vacías, se rompan.

Hicimos, pues, Abel y Edgardo, Alvin, Salvador y Oscar, nuestra renovación religiosa, pidiendo al resto de la comunidad oren por nosotros, para mantenernos firmes y fieles en el seguimiento de Jesús, misionero del Reino e inspirador de nuestro diario caminar. Casi al final de la eucaristía, el nuevo superior de la comunidad hizo profesión de fe, para reafirmar la disposición al nuevo servicio que se le pide: animar y caminar juntos, en este país que nos acoge y nos inspira a dar lo mejor a favor de la vida.

Pasamos, posteriormente, a compartir un rico almuerzo. Uniéndonos al sentir congregacional, que hace memoria martirial y quiere seguir construyendo el Reino, en y desde la misión, con nuevas fuerzas y renovado celo apostólico. Que el canto de nuestros mártires “¡Viva Cristo Rey!”, nos anime en cada instante, y hagamos vida lo que dejó dicho Faustino Pérez en su testamento un poco antes de ser martirizado: “Yo gritaré con toda la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte”.

MURIERON PERDONANDO.

Por: Abel Carbajal, cmf.

Los testimonios sobre los claretianos mártires de Barbastro (Huesca, España) son impresionantes. Aún se nos eriza la piel al leer sus escritos y descubrir la plenitud de su entrega por el amor a sus ideales tan característicos de la juventud y tan cargados de esperanza misionera. Barbastro entero fue testigo de aquella pasión por el seguimiento de Jesús y su fidelidad a sus votos religiosos. Sin duda el espíritu misionero de estos hermanos nuestros estaba muy enraizado en lo propio del carisma claretiano: La irrenunciable dimensión misionera y la ardiente devoción al Corazón de María teniendo como base de todo a “Cristo Rey” como ellos lo llamaban en su época.

Fueron detenidos el día 20 de julio de 1936, durante la persecución religiosa que se desató en la guerra civil española. La comunidad de misioneros claretianos de la ciudad de Barbastro estaba formada por 9 padres, 12 hermanos y 39 estudiantes de Teología para un total de 51 miembros. Todos fueron encarcelados por el único “delito” de pertenecer a una congregación religiosa y llevar sotana. Después de permanecer durante varios días en prisión y haber sufrido un sin fin de adversidades casi inimaginables con torturas físicas y psíquicas; fueron fusilados en cinco grupos entre los días 2 y 18 de agosto. Según testigos primero asesinaron a los superiores para ver si así los jóvenes misioneros accedían a las ofertas de liberación si abandonaban su hábito religioso. Ninguno hizo caso a tales propuestas.

En todo Barbastro corría la noticia de que los misioneros iban cantando al martirio: “Viva Cristo Rey, viva el Corazón de María”. No son pocos los testimonios que aseguran que murieron perdonando a sus verdugos y deseando el progreso de su congregación como escribió el Beato Faustino Pérez poco antes de ser ejecutado brutalmente: “Morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, (congregación querida) estimule su desarrollo y expansión por todo el mundo”. Esto es una característica propia de los hombres y mujeres que la Iglesia ha llamado mártires. Pero, ¿Quién es un mártir? ¿Cuál es el significado eclesial que posee el martirio? Según algunos autores, mártir es aquél que testimonia, que da razón de su fe en Jesucristo.

Sin duda, el testimonio de nuestros mártires sigue vivo en la Iglesia. Y a quienes hemos bebido de su mismo carisma en la congregación claretiana, nos interpela a entregarnos en nuestra tarea misionera, con mayor generosidad en esta historia concreta que cada vez nos exige una radicalidad más encarnada, para saber dar respuesta a los nuevos desafíos en un mundo tan inclinado a lo Light, a lo poco profundo, a lo pasajero. El valor de aquellos jóvenes mártires de 1936, ha de ser hoy nuestro valor, nuestro entusiasmo misionero, nuestro deseo de acercar a más personas el Reino de Dios. Sus utopías, propias de la época, nos animan a seguir luchando por las nuestras hoy, a seguir creyendo que es posible construir un mundo cada vez más humano y lleno de esperanza.

NATALICIO DE MONSEÑOR ROMERO.


El siervo de Dios Oscar Arnulfo Romero, nació en Ciudad Barrios departamento de San Miguel un día 15 de agosto de 1917. Era el segundo de ocho hermanos, su padre se llamaban Santos y su madre Guadalupe. Formaban una familia humilde y modesta.

A los 14 años entró al Seminario Menor de San Miguel, llevado por los Misioneros Claretianos y allí permaneció durante 6 o 7 años. En 1937 ingresó al Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador. Fue ordenado sacerdote en Roma el 4 de abril de 1942, donde continuó para hacer su tesis doctoral. Interrumpió sus estudios debido a la segunda guerra mundial por lo cual regresó a El Salvador. Su primera parroquia fue Anamorós, luego pasó a San Miguel donde realizó su labor pastoral durante 20 años. “Desde su vida de estudiante, de joven sacerdote y de su ministerio posterior, se descubre en él, la profundidad enorme de su vida, de su interioridad, de su espíritu de unión con Dios, raíz, fuente y cumbre de toda su existencia”.

HIMNO A LOS MÁRTIRES DE BARBASTRO.

Sobre el sol de Somontano
Misioneros claretianos,
Y el altar del Pirineo
Sangre nuestra sois, hermanos
Hoy blandís vuestras manos
El martirio por trofeo.

Misioneros de Barbastro
Sangre unida en holocausto
De la casa de Claret,
Compañeros de ideales,
Seguidores radicales
De Jesús de Nazaret.

Juventud cantando vais
Al encuentro de la muerte,
Que el amor del Rey que amáis
Es más libre y es más fuerte.
Con la muerte celebráis
Su Palabra y su memoria
y a la Madre que os espera
en el Pueyo de la gloria
afrendáis la primavera.

Moriréis,`` siempre a su lado``,
Y a su lado reinaréis,
Vencedores coronados
Por la luz de Cristo Rey.
Y al morir,`` firme la voz`` y``Serena la mirada``
Sobre el Pueblo roto en dos
Derramáis la paz de Dios
Con la sangre derramada.

Martirial Eucaristía,
Los tres votos, día a día,
Os hicieron oblación
Y en la fragua de María;
Y hoy sabéis morir de pie
Entre el canto y el perdón,
Claretianos en misión
De testigos en la fe.

Misioneros claretianos,
¡sangre nuestra sois, hermanos!
Enseñadnos a vivir
Con la misma rectitud,
Radicales en la opción.
Convocad a la juventud
A una misma vocación
Y en la urgencia de Claret,
Para el sueño y la pasión
De ese Reino en construcción
De Jesús de Nazaret.

Pedro Casaldáliga, cmf.