13 noviembre, 2009

Familia Claretiana

“SIEMPRE ESTABA CONTENTO, ALEGRE Y TENÍA PAZ CON TODOS”
(Autobiografía, 50)


Por Abel Carbajal, cmf


En la comunidad claretiana de El Salvador también hemos estado contentos y alegres al celebrar la memoria de nuestro Padre Fundador, San Antonio María Claret. No lo hemos hecho solos, la gran familia claretiana nos ha acompañado en este momento tan especial en el que renovamos con intensidad nuestra espiritualidad claretiana. La celebración tuvo lugar en la “Escuela Corazón de María” en la Parroquia del mismo nombre, en la ciudad de San Salvador. Hasta dicho lugar se acercaron nuestros familiares, amigos y personas que comparten su trabajo misionero con nosotros para participar de un encuentro con un sabor muy familiar. Llegaron de todos los puntos del país. Los invitados bailaron, cantaron, rezaron... Todos disfrutamos del talento que nos ofreció el grupo de música folklórica de la Escuela y de la música del Trío de Casa Presidencial. El esfuerzo compartido entre laicos estudiantes teólogos y los hermanos sacerdotes, hizo que la actividad se desarrollara de la mejor manera posible.

Sin embargo para nosotros misioneros claretianos, recordar a nuestro Fundador es reafirmar nuestro compromiso misionero, en concreto en esta Iglesia local. Celebrar a Claret es renovar nuestro espíritu y salir de nosotros mismos para ir al encuentro de quienes necesitan de nuestro apoyo, de una palabra cargada de esperanza en una sociedad tan abrumada por la violencia. Nosotros como discípulos de Jesús no podemos estar ciegos y sordos ante las situaciones que afectan nuestro entorno. Sin ninguna duda, Claret daría su respuesta. En este sentido nosotros estamos también invitados a comprometernos desde lo poquito que vamos realizando en el día a día por la construcción de un mundo más gusto. Esto implica el sueño de Claret: “hacer con otros”, lo cual evoca la gran familia claretiana. Una sola misión, un sólo espíritu que nos empuja a ser agentes de cambio en las distintas realidades que nos corresponde vivir.

Toda fiesta condensa tres elementos a tener en cuenta: pasado, presente y futuro. En nuestra fiesta el tiempo se detuvo. Sin embargo, viajamos un poco al pasado para hacer un repaso por la vida de nuestro Fundador resaltando los momentos más relevantes de su historia, partiendo desde su niñez hasta su canonización en 1950. La gente escuchaba con un silencio sacramental, sus miradas expresaban admiración. Este es nuestro presente la admiración por el gran misionero, al gran confesor, el gran obispo y su tremendo celo apostólico. Nuestro futuro es seguir su ejemplo, dando testimonio de entrega generosa en nuestros ambientes de trabajo misionero. La fiesta ha terminado, el tiempo sigue y nuestra vocación misionera es el mayor signo de que el espíritu de San Antonio María Claret se expidiéndose por todo el mundo como él soñaba.

Agradecemos de todo corazón a quienes asistieron a nuestra fiesta. Nuestra gratitud muy especial vaya también ha todas las personas que colaboraron con el evento. Para todos y todas un abrazo de hermanos en el carisma claretiano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos un comentario, queremos escuchar tu opinión