15 septiembre, 2007

BOLETÍN 9

María Ernestina de Sigüenza, Armenia, Sonsonate.
Raúl Piul y Cecilia Rodríguez de Piul, Armenia, Sonsonate.
Moisés Elías Valenzuela, Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Marcos Guillén Cubías, Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Araceli Sermeño Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Lorena M.G.O. del Cantón Chilata en San Julián, Sonsonate.


ENCUENTROS CON LA PALABRA DE VIDA

Queridos hermanos y hermanas, estamos en el mes de la Biblia y hemos querido dedicarle este número a la reflexión sobre cómo nuestra gente aprecia la Palabra de Dios en sus vidas. La Biblia es para el Pueblo de Dios un libro muy importante, es el lugar donde toma del agua para calmar la sed de justicia y animar sus luchas en la construcción de un mundo más solidario y más humano. Sabemos bien que la Biblia es instrumentalizada por muchos a su conveniencia, por eso queremos despertar en ustedes la urgencia de buscar formación adecuada para acercarse a los textos de la Escritura y descubrir en ellos al Dios de Jesús que nos abre el camino de la libertad. Necesitamos seguir leyendo la palabra de la Vida y la Palabra de la Biblia si queremos ser una alternativa y encontrar soluciones para el cambio de nuestro mundo.


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María Ernestina de Sigüenza, Armenia, Sonsonate.
Creo que la Biblia es importante para la vida del cristiano, no debería faltar en ninguna casa. Ella nos enseña cómo vivir en base a lo que Jesucristo nos enseñó. Si nos fijamos en cómo vivió Él en esta tierra, veremos que él siempre se opuso a las injusticias, a lo que los poderosos no hacían bien, y buscó el bien del pobre. Recomiendo que se lea más la Biblia, no sólo “a favor mío”, sino a favor de la realidad que estamos viviendo. Carecemos hoy de verdaderos cristianos… hay personas que sólo van a la Iglesia solo por compromiso o porque les vean. Debemos optar por algo mejor.

Raúl Piul y Cecilia Rodríguez de Piul, Armenia, Sonsonate.
La Biblia es un elemento principal para todo cristiano. Ella nos enseña mucho en nuestros quehaceres, en nuestra vida. La persona que no estudia la Biblia no sabe cuán importante es en nuestras vidas.

El evangelio anuncia y denuncia… está basado en la realidad que estamos viviendo ahorita. Por eso creo que es importante leerla pues así nos ayuda como familia a unirnos y a ser solidarios con las demás personas.

Moisés Elías Valenzuela, Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Creo que es importante leer la Biblia para darnos cuenta de toda la historia que llevó el pueblo de Israel. Aquí descubro que estilo de vida que debo de llevar. Un cristiano que no conozca la Biblia no conoce a Cristo. Las realidades que vemos hoy en día en nuestra sociedad quizás son las mismas situaciones (o peores) que las que atravesaba el pueblo de la Biblia. Y hoy en día también hay otros fariseos, o maestros de la ley que evitan ver la realidad de los más necesitados. Creo que la realidad no cambia, lo que cambia es el tiempo y nosotros deberíamos hacerla cambiar.

Marcos Guillén Cubías, Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Leo la Biblia porque en ella encuentro las verdades de fe que nos llevan a la vida eterna. La Palabra de Dios mantiene nuestra esperanza y por eso estamos reunidos… Si no hubiera esperanza en nosotros, ¿qué estaríamos haciendo aquí?. Me gustan los pasajes que hablan acerca del cambio que debemos hacer nosotros en nuestra vida.

Araceli Sermeño Cantón Chilata, San Julián, Sonsonate.
Como joven siento que la Biblia me llama a vivir el mandamiento del amor, respetando a todos y llevando una buena conducta. La Biblia nos llama a ser más unidos.


MENSAJEROS/AS DE LA PALABRA DE VIDA

Por Lorena M.G.O. del Cantón Chilata en San Julián, Sonsonate.

Llevar la Palabra es más que una simple tarea, es la realización de una misión ardua. El portador de la Palabra es un sembrador de la verdad, y cuando la Palabra es intensa en él se convierte en fuego que no nos permite dejar de hablar.

La Palabra alumbra a todos los que se acercan a ella. No se prende una lámpara para meterla debajo de la mesa; al contrario, se pone en un lugar elevado para que alumbre a todos los que están en la casa.
Cuando la Palabra empapa la vida del cristiano, sus palabras y sus gestos llevaran la buena noticia a los confines de la tierra.

A nosotros se nos ha dado a conocer los secretos del Reino de Dios; para comunicarlo a los demás de modo que se cumpla en nosotros aquello de que “Los que enseñaron a muchos la justicia, brillaran como estrellas en el cielo”╬.


LA PALABRA EN NUESTRA VIDA

Por Edgardo Guzmán, cmf.

Para hablar de la Palabra en nuestra vida tenemos que distinguir entre las “palabras” con minúscula; y la “Palabra” con mayúscula. ¿Por qué es necesaria esa distinción? Porque vivimos en un mundo en el que las palabras nos inundan: anuncios, vallas publicitarias, señales de tráfico, folletos, libros, pizarras, noticieros, etc. Las palabras se mueven, fluyen, van de aquí para allá; se hacen más grandes, más brillantes con los nuevos medios de comunicación y de información tecnológica, pero al final decimos: “Bueno, no son más que palabras”.

Los profesores hablan a sus alumnos por espacio de seis, doce, dieciocho y hasta más años y muchas veces, cuando salimos de clases, decimos: “puras palabras”. Los predicadores pronuncian sermones semana tras semana y año tras año, y los feligreses siguen igual y piensan a menudo: “puras palabras”. Políticos, gente de negocios, especialistas dan conferencias y hacen afirmaciones, pero quienes los oímos decimos: “puras palabras”.

Qué decir de la Palabra en nuestra vida, cuando las palabras, incluida la mía, han perdido su poder creador. Qué decir de la Palabra en nuestra vida cuando la función principal de la Palabra, la comunicación se ha perdido. Hemos vaciado de contenido nuestras palabras; de esta manera ya no comunican nada y, sin comunicación, no hay comunidad, sin comunidad no hay vida.

En septiembre celebramos el mes de la Biblia, el mes de la patria también, pero hemos querido resaltar en este número del boletín el mes de la Palabra de Dios. Una Palabra, que por el ambiente en el que vivimos, muchas veces no nos impresiona, la escuchamos como palabras que nos informan, que nos cuentan una historia. Otras veces no le ponemos tanta atención porque se ha convertido en algo demasiado conocido.
Pero lo cierto es que la Palabra, es la Palabra del Dios de la Vida, que integra todo, porque ella misma es fruto de un proceso integrador. La Biblia lejos de ser un amplio recetario (que aplicamos a nuestra vida para ser simplemente buenos) es la Palabra de un Dios que es Bueno y que nos salva, de un Dios que escucha los gritos de su pueblo, y que libera y da vida.

Cuando Jesús entra en la sinagoga de Nazaret y lee el texto de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha envida a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos, y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4, 16ss). Jesús, después de leer esas palabras, dijo que se cumplían ese día. Es en la escucha donde Dios se hace presente y sana.

La Palabra no es una palabra que debamos aplicar a nuestra vida algún día lejano; es una Palabra que nos sana “en” y “a través de” nuestra escucha aquí y ahora. De ahí, de que el silencio siga siendo indispensable para la escucha. Ya que la Palabra de Dios brota del silencio eterno de Dios, y es de esta palabra, nacida del silencio, de la que queremos ser testigos. ╬


CONOZCAMOS NUESTROS DERECHOS

Libertad de elegir la religión

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. (Artículo 18 de la Declaración universal de los derechos humanos).


LA PALABRA DE ROMERO

“Queridos hermanos, que no vaya a ser falso el servicio de ustedes desde la Palabra de Dios. Que es fácil ser servidores de la Palabra sin molestar al mundo” (Homilía 10 de diciembre de 1977).


LA PALABRA DE DIOS NO SE COMPRA

La Palabra de Dios no se compra,
la Palabra de Dios no se vende
la Palabra de Dios se regala
y se comparte entre la gente.


No es fruto del trabajo
del labrador explotado,
ni se cosecha en haciendas
de mayores afincados.
No es amiga de dineros,
ni de podridos impuestos,
ni de derramada sangre
para así acallar al pueblo.


Es la paz valiente armada
una lucha encarnizada
de valores y justicia,
libertad sin barricadas.
Un espejo de pobreza,
fortaleza del que fía
cuando ya faltan las fuerzas,
es la fuente de la vida.


Sufre con aquel que llora
y comparte su pobreza,
parte el pan y sacia el hambre,
siempre hay un sitio en su mesa.
Basta ya de hacer discursos
de palabras tan baratas,
es hora de abrir fronteras
y dar el paso a la esperanza.


Héctor Guzmán, cmf

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