25 junio, 2007

10 AÑOS DE LA FIESTA DEL CORAZÓN DE MARÍA









Por Freddy Gerardo Ramírez Bolaños, cmf.

Durante tres días, los vecinos del Pasaje los Almendros, en Armenia, nos reunimos del 11 al 13 de Junio para celebrar un Triduo en honor del Inmaculado Corazón de María. Compartimos desde la fe y la Palabra de Dios nuestra vida, nuestras dificultades y nuestros anhelos como familias y hermanos en el camino cristiano.

Nuestra reflexión partía del análisis de la realidad de lo que pasa en nuestras familias y en nuestras relaciones de vecinos. Entre los aportes surgían voces que señalaban de un cambio de época en la educación de los hijos; no se trata ya del aprendizaje a fuerza de golpes o gritos. Hoy por hoy necesitamos hacernos amigos de nuestros hijos e hijas, pues los medios de comunicación, las malas influencias y nuestros silencios provocan distancias que destruyen la unidad familiar. Tomábamos conciencia de qué imagen tenemos de la pareja o de la unión matrimonial; muchas veces se asume este proyecto con unos valores deficientes e incluso erróneos. El machismo, por ejemplo, sigue marcando la relación familiar y los hijos van heredando, lamentablemente, este paradigma. También se apuntaba el deseo de ser solidarios y querernos más como vecinos, pues si queremos una sociedad nueva, tenemos que tener familias nuevas y personas nuevas. Y, como base de todas estas dificultades, se señaló la falta de fe, de la experiencia de Dios que humaniza y da sentido a nuestro actuar como personas. Sin fe no es posible abrirnos caminos a la escucha y al respeto del otro/a.

La Palabra de Dios nos ayudó, como siempre, a iluminar la realidad. El primer día, el relato de la visitación de María a Isabel nos hizo caer en la cuenta de lo necesario que es salir de nosotros mismos y de nuestras seguridades para servir desinteresadamente. Nos decía don Fredy Sigüenza que María “nos invita a transformar, cada quien en su hogar, las situaciones que veamos no están bien, tanto en la educación de los niños como en la relación de pareja; también en la calle con los amigos”. Don Roberto Mayén decía que “María va a pesar de la dificultad que tiene, va y da de su solidaridad con su prima Isabel, va a ayudar, va a servir; sabe que Isabel la necesita y por eso va y da todo lo que tiene; pone su fuerza al servicio de los demás. María nos invita a que sirvamos”.

Doña Mary de Mayén decía que cuando no tenemos a Dios en nuestro corazón no tenemos la capacidad de amar al vecino. María amó y sirvió a pesar de su embarazo y de los sacrificios que significaba un viaje de este tipo. María viene a ayudarnos, viene a decirnos que no estamos solos pues contamos con ella para solucionar cualquier problema. Es una gran alegría tenerla con nosotros”. También señaló la importancia de “pedir perdón a los otros cuando cometemos errores, necesitamos dar el ejemplo a nuestros hijos en este sentido”.

El segundo día fue iluminado con el pasaje de “Un tal Jesús” que se titula “Lo que Dios ha unido”. Se enfatizó la importancia del respeto a la pareja como imagen de Dios. La esposa es compañera de camino, por eso Dios la sacó de la costilla de Adán y no de su talón, para decirnos que ella debe estar siempre cerca del corazón. Las palabras groseras, los gritos, los reclamos en nada ayudan a establecer un hogar. La pareja debe cimentar su relación en el amor, en la aceptación mutua de las diferencias, en el trabajo compartido, en la educación de los niños.

El tercer día del Triduo tuvo como centro de reflexión el relato del milagro de los panes y los peces. Si queremos renovar el amor y compromiso tenemos que dar de lo poco que tenemos y Dios allí hará el milagro. Dios hará posible el amor; Dios hará posible, en cada casa, familias nuevas. En este día compartimos, a manera de signo, un pedazo de pan. Nuestro compromiso quedó sellado en el abrazo y en el agradecimiento por estos días de reflexión.

Llegamos al día sábado 16 con todo el entusiasmo para celebrar el mero día de la Fiesta. Todos, desde los más pequeños hasta los mayores, hicimos nuestro aporte; es “la fiesta del Pasaje” pues nuestros vecinos la han asumido con cariño y alegría. Participaron amigos y amigas, gente de las comunidades donde hacemos nuestro apostolado. Gente sencilla, gente del pueblo, gente comprometida. Con ellos celebramos la vida en la Eucaristía y ofrecimos nuestros sueños y esfuerzos de un Reino Nuevo. Oramos por las familias, por los pobres de nuestro país, especialmente por la mujer salvadoreña y por los jóvenes para que se animen a dar un sí al Señor. Compartimos las famosas pupusas salvadoreñas y finalmente se realizó un acto cultural con teatro, canciones, baile y música con mensaje. Celebramos la vida en torno a María; ella nos enseña que sin corazón, sin ternura, sin amor, no hay profecía posible.

A 10 años de nuestra presencia en Armenia los claretianos nos sentimos animados por el espíritu de solidaridad y colaboración que caracteriza a estas familias. Celebrar el Corazón de María es para nosotros celebrar nuestra identidad vocacional, pues “mirando a María entendemos que el cambio que anhela el ser humano se ha hecho ya realidad en Ella de manera privilegiada por la fuerza del Espíritu, que la santificó y la convirtió en Madre del Dios con nosotros. Su conciencia de mujer y de Madre fueron evangelizadoras en plenitud. La presencia de María en la familia claretiana deberá iluminar y dar fecundidad a nuestras respuestas urgentes y eficaces como Misioneros, servidores de la Palabra. Ella es la Estrella de la Evangelización” (La Misión del Claretiano Hoy, 151).

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