15 noviembre, 2006

BOLETÍN 6


UN PUESTO A LA MESA

Por Freddy Ramírez, cmf.

Nuestro contexto salvadoreño, marcado por el signo de la injusticia, experimenta aceleradamente un proceso de globalización económica que va de la mano con el empobrecimiento de la sociedad. Esto, aunado a todo un sistema histórico de marginación y discriminación de la mujer, ha provocado que la situación de pobreza y violencia contra la mujer se agudicen.

Multitud de mujeres experimentan en este país una esclavitud radical y sin salida. Ser mujer y ser pobre en El Salvador son dos condiciones que se convierten en un sinónimo escandaloso.

La historia es clara: la mujer no ha sido considerada digna de ocupar un puesto en la mesa. A pesar de que ellas han estado presentes en las diversas actividades económicas y sociales, sus aportes han estado invisibilizados, por las dificultades para acceder a la educación, al trabajo, a la participación política y en general a la igualdad de oportunidades.

Es por esto que en el contexto del 25 de noviembre, Día internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, queremos dedicar este número a este tema de actualidad. En efecto, El Evangelio de Jesús tiene una palabra profética para iluminar esta situación. No podemos hablar de proyectos pastorales y sociales sin contar con el 50.9 por ciento de la población del país. No podemos hablar de justicia ni de paz cuando la mujer es vista como objeto en el hogar o como mano de obra barata en las maquilas y en el campo. Debemos generar como Jesús un nuevo orden social fundado en la justicia y la igualdad entre todas y todos.

En este boletín recogemos también algunas ideas de cómo evitar la violencia en el hogar y damos una mirada al triste pasado del país, en el artículo “Masacres”. El objetivo es que nos demos cuenta hasta donde es capaz de llegar el ser humano que se deja llevar por la violencia y el ansia de poder y no repitamos la historia en nuestro hogar El Salvador.


ALTO A LA VIOLENCIA
Por Alvin Bellorín Zepeda, cmf.

La violencia en nuestra sociedad es un fenómeno que tiene muchas causas y produce muchas víctimas. Mujeres y niños se ven expuestos al fenómeno de la violencia intrafamiliar y es por esto que son el sector más vulnerable de la sociedad.

Este problema hunde sus raíces en lo que comúnmente llamamos “machismo”, es decir, en la discriminación, que niega la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres en los diversos aspectos de la vida, impidiendo que las mujeres ejerzan sus libertades y sus derechos. Es contradictorio que en este mundo que se dice “desarrollado” aun persista esta violencia que es probablemente la violación de los derechos humanos más habitual y que afecta a un gran número de personas.

En efecto, en el mundo existen millones de mujeres que son víctimas por razón de su sexo. En la familia y en la comunidad, en tiempos de guerra y de paz, la violencia contra las mujeres es la más extendida.

Las comunidades cristianas en Centroamérica viven y son testigos de esta cruda realidad, realidad que muchas veces es abonada por la indiferencia, la pobreza y la distribución desigual del poder y la autoridad.

Como cristianos comprometidos en la construcción del Reino de Dios debemos unir esfuerzos por ir creando una sociedad donde se respete la dignidad de la persona por encima de su sexo o condición social.


¿CÓMO PREVENIR LA VIOLENCIA?

Tomado de violenciaintrafamiliar.org

Es en los pequeños detalles donde la familia puede procurar que el ser humano crezca y se desarrolle como persona. Y es también en la familia donde se ubican las acciones que cada persona puede ejecutar para favorecer la prevención de la violencia.

Para prevenir la violencia en las relaciones familiares será indispensable, en primer lugar, reconocer y aceptar como principio básico que todos los miembros de una familia tienen la obligación de tratarse con respeto. Los que la integran son distintos entre sí, pero esto no quiere decir que unos sean superiores a otros, pues todos somos iguales en cuanto a la dignidad y el respeto a nuestros derechos.

Ningún argumento o razonamiento justifica el uso de la violencia. Esta es incompatible con la dinámica familiar y no es un método válido para resolver conflictos pues solo sirve para someter y controlar. Ninguno de los miembros de la familia tiene derecho a disponer de la libertad, la integridad, ni la vida de otro, aún cuando, como en el caso de una pareja, uno de los integrantes decida poner término a la relación. Esta relación nunca incluye la posesión o pertenencia del cuerpo ni de los derechos de otros.

Afecto: El afecto es tan imprescindible como las necesidades físicas básicas de abrigo y alimentación. Puede ser expresado en variadas conductas como caricias, abrazos, juegos y conversaciones.

Confianza: Los miembros de la familia deben poder confiar los unos en los otros y establecer límites sanos entre ellos. La confianza se va desarrollando a medida que las experiencias positivas van predominando sobre las negativas. También implica creer en la capacidad que cada uno tiene de aprender de los errores y de cambiar de manera positiva.

Cooperación: Todas las personas necesitan unas de las otras para poder vivir. Los integrantes de la familia deben ayudarse mutuamente para resolver sus problemas, tanto materiales como afectivos.

Humor: El buen humor, aunque no siempre sea fácil de lograr, ayudará a minimizar las tensiones propias de la vida y aceptar aquellas situaciones difíciles de modificar, permite hacer frente a la adversidad y recobrarse del dolor con mayor facilidad. El humor sano consiste en reír junto a otros y no a costa de otros; humor no es avergonzar, criticar o molestar.


MASACRES

Por Freddy Ramírez, cmf.

El pasado miércoles 1 de noviembre, víspera del “día de los difuntos”, abordamos el tema de las “masacres” en el programa de televisión “Construyendo el Reino” que se trasmite cada miércoles a las 7:00pm en Armenia y los sábados a la 1:00pm en San Julián. Por este motivo invitamos a Zaira Navas, abogada de Pro-búsqueda, quien trabajó junto con el Lic. David Morales, en coordinación con el Centro para la Promoción de los Derechos Humanos “Madeleine Lagadec” en la elaboración del libro “Masacres”. Dicho libro conforma una compilación de testimonios de masacres de la década de los años ochenta durante el conflicto armado civil salvadoreño.

El libro recoge once masacres con testimonios de 30 personas, documentación previa y sobrevivientes de esta práctica de los gobiernos de turno. Metayate, Palo Grande, Girones, El Zacamil, Sisiguayo, El Calabozo, Tenango-Guadalupe, El Refugio, San Francisco Echeverría, La Cueva, La Tigra y Copapayo son un grito que sigue clamando al cielo por justicia para sus muertos y resarcimiento para sus familiares. Todos los testimonios representan un esfuerzo de los sobrevivientes por reivindicar y dignificar la memoria de sus seres queridos muertos injustamente ya sea por llevar una Biblia en su mano o, simplemente por estar en el lugar equivocado.

Es necesario mencionar que estas masacres no corresponden a un fenómeno aislado de ultraviolencia durante la guerra. Toda la barbarie e inhumanidad de estas situaciones son el fruto de la política de “tierra arrasada” ideada por el gobierno y ejecutada directamente por las fuerzas armadas del país con el fin de eliminar toda huella de disidencia política y de cualquier signo de organización insurgente. Se quiso hacer una limpieza total e indiscriminada de los pueblos señalados como “rojos”, aunque entre ellos no hubiese personas involucradas en estos procesos.

Lo más lamentable es que estos delitos de “lesa humanidad” han sido silenciados con la injusta “ley de amnistía” que protege a los verdaderos criminales de este genocidio. A varios de los autores de estas masacres irónicamente se les celebra y conmemora como héroes civiles o militares. Tal es el caso del Coronel Domingo Monterrosa quien, según datos de los expedientes de la Comisión de la Verdad y Tutela legal del Arzobispado, es señalado como jefe de las fuerzas que realizaron la masacre de El Mozote. Los rostros de estos criminales y las imágenes de estos sucesos deben figurar en una galería del “Nunca Más”.

Debemos tener viva y despierta la memoria de estas situaciones para no repetirlas en el futuro de nuestro país, y debemos luchar para que se haga justicia verdadera para las víctimas de este pasado de terror.
LA PALABRA DE MONS.ROMERO
“La religión no consiste en mucho rezar. La religión consiste en esa garantía de tener a mi Dios cerca de mí porque le hago el bien a mis hermanos. La garantía de mi oración no es el mucho decir palabras, la garantía de mi plegaria está muy fácil de conocer: ¿cómo me porto con el pobre? Porque allí está Dios”.
(5 de febrero de 1978)



CON VOS ESTOY HABLANDO

De larga cabellera,
de pasos firmes,
has llegado al umbral
de la puerta-realidad.
Y el sonido rojo
que desgranan tus pies
al andar.
Tu belleza aun no te deja.

Mujer de hierro,
del campo y la ciudad,
con vos estoy hablando,
levanta esa mirada,
que el cielo es tuyo.
Que tus pies sobre la tierra.

¡Ven acá!
Trae tus herramientas,
trae tu sonrisa.
Y así entre gozos,
y así entre golpes,
¡la marcha!
ya hemos iniciado.

Bríndame tu mano mujer,
que somos hermanos.


Olignston José Cerda, cmf.

2 comentarios:

  1. Soy Ana Barahona, de la comunidad en Discernimiento de SPS, Honduras, y después de leer el Boletín, quiero comentar, que lo que Pasa en El Salvador, no esta lejano de la nuestra realidad, pues cada dia, hay mas casos de Violencia, que escandalizan a algunos, y para otros, son el pan del día. Las Violaciones, los maltratos, las muertes, estos males son los atentados a los que estamos expuestas las mujeres principalmente...En lo personal, creo que solo nos queda tener la llama encendida de la esperanza, y transmitirla a nuestros próximos, cuando creen que todo esta perdido.

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  2. ...es interesante lo que nos presentan los jóvenes claretianos en este nuevo nùmero de Construyendo el Reino. Es de agradecerles por servirnos el pan de la realidad a nuestras hambrientas conciencias...

    Considero que cada ser humano, religioso o no, lleva dentro de sí un elemento negativo que reacciona y que dice: "mirame y no me toqués". Presuponiendo esto, sin temor a equivocarse, uno puede afirmar que todos y cada uno de los seres humanos somos responsables, directa o indirectamente de la violencia en cuanto tal.

    Ahora bien, siento conscientes de esta realidad en nuestra persona, hemos de estar dispuestos a ser más conscientes aún de cómo y cuándo somos y actuamos con violencia.

    Así, pues, comprendiendo que en lo poco somos responsables de la macroviolencia; hemos de preocuparnos por disminuir la micro que provocamos con lo mínimo de nuestras actitudes.(***)

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