01 noviembre, 2006

BOLETÍN 5


LA TIERRA ES NUESTRO HOGAR

“El hombre vino sobre la madre Tierra. El hombre vino con ella. El hombre vino henchido del espíritu de Baba y Nana. El hombre vino para defender a la madre Tierra, para cuidar de ella, para sostenerla, para agraciarla y hacerla productiva” (Bab Igala; sabiduría del pueblo Kuna).

Por Alvin Bellorín, cmf.

En el marco de la celebración del Día Internacional de la ONU para la prevención de la explotación del medio ambiente (6 de Noviembre), recordamos y hacemos presentes a los Jesuitas Mártires de la UCA en su XVII aniversario (16 de Noviembre). Ellos y todos los mártires son el signo de vanguardia más elocuente en la defensa de la vida; ellos son la referencia de que para construir “otro mundo posible” es necesario hacerlo con cimientos inquebrantables como el hecho de “dar la vida” por la vida misma.

Soñamos una vida en plenitud donde toda la creación vuelva a ser según el proyecto de Dios. En nuestras manos está la responsabilidad de defender, cuidar, sostener, agraciar y hacer productiva a la madre Tierra. Para ello debemos llegar a tener una experiencia profunda de que la Tierra es nuestra madre y nuestro hogar. No estamos solos, somos muchos los que habitamos esta casa y todos dependemos unos de otros, pero en las manos del hombre y la mujer está la capacidad de hacer habitable este único hogar. Debemos estar concientes que nuestro medio ambiente está en peligro y sobre nosotros recae la responsabilidad de la destrucción o la salvación de nuestra casa. Urgen acciones que detengan las políticas que ven a nuestro hábitat como un producto que explotar y vender.

La Tierra está cansada y, en algunos lugares, son claros los signos del debilitamiento de nuestra madre Tierra. “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común” (Carta de la Tierra).

Por tanto, nuestra invitación en este número es a la toma de conciencia para ir construyendo una sociedad fundada en el respeto hacia la naturaleza, la promoción de los Derechos Humanos y la creación de una economía alternativa que esté al servicio de todas las personas.


16 DE NOVIEMBRE: MÁRTIRES JESUITAS DE LA UCA


Tomado del libro “Orar la historia…y el conflicto”, de Jesús Manuel Sariego y José Ma.Tojeira.

Los mártires jesuitas de El Salvador nos sugieren muchas cosas. Su dedicación en la búsqueda de fórmulas estructurales de paz con justicia, su disposición al riesgo, su entrega, su capacidad intelectual al servicio de los demás, sus méritos en la lucha, su vida entera, se prestan a la reflexión.

Sin embargo, tal vez a ellos les gustaría que se meditase sobre su vida, uniéndola con la de aquellos a los que defendieron. Y nada mejor para ello que unir su muerte al tema que sirve para unir tanto asesinato cometido durante la guerra civil de El Salvador: la impunidad.

Famosos, con una solidaridad internacional impresionante, con amenazas de suprimir la ayuda militar estadounidense indispensable para la guerra, el crimen cometido contra ellos ha quedado en la impunidad. La solidaridad y el trabajo en el interior del país logró llegar hasta quienes finalmente dieron la orden de matar. Pero una amnistía, de dudosa legalidad, cubrió inmediatamente sus delitos. Los jesuitas sufrieron así la misma suerte de los pobres, muertos como ellos, injustamente, y en el mismo ambiente de impunidad.

De este modo, los mártires jesuitas unen sus voces, con los matices de sus recias personalidades, a las de todos aquellos y aquellas que claman en favor de la justicia, en contra de la impunidad.

Frente a ese terrible olvido con el que los verdugos gustan tapar sus crímenes y que tiene como aliado el tiempo, los cristianos primitivos, en tiempo de persecución, acostumbraban a citar el Salmo 72, 14, que dice que el Señor "librará su alma de la violencia y la opresión, y su sangre será preciosa ante sus ojos". Esa sangre preciosa que, porque lo es, se convierte en grito y en reclamo en la Jerusalén celestial, clamando precisamente contra la impunidad: "¿Hasta cuándo, Dominador Santo y Justo, estarás sin hacer justicia y pedir cuenta por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?" (Ap 6, 10).

Siendo como son, testimonio y reclamo permanente contra el abuso y la impunidad de los poderosos, no podremos celebrar a nuestros mártires sin sumamos a ese clamor que pide justicia. Justicia para el niño y la niña que muere de hambre en la huida de su aldea bombardeada, víctima no sólo de un ejército criminal, sino de unas bombas que fueron vendidas por personas con nombre y apellido. Justicia para los fusilados masivamente por ser hombres y mujeres que pertenecían al bando contrario. Justicia para las mujeres cuyos niños y niñas fueron arrancados de sus pechos, cuya dignidad fue violada y cuyos cuerpos en flor fueron destinados a morir en la tortura. Que la vida de nuestros mártires, con Ellacuría al frente, con toda su radicalidad y lógica implacable, nos den fuerza para luchar en la construcción de un mundo más humano.


“SÍ” A LA VIDA, “NO” A LAS MINAS

“Desde el seno de los diversos países del continente está subiendo hasta el cielo un clamor cada vez más tumultuoso e impresionante. Es el grito de un pueblo que sufre y que demanda justicia, libertad, respeto a los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos” (Puebla 87)

Por Freddy Ramírez, cmf.

La minería es uno de los temas de debate público en El Salvador. En este momento el Estado salvadoreño ha concedido 23 licencias para la exploración minera. Constatamos una vez más la codicia del sistema económico neoliberal que inspira el mal llamado “progreso” de este país. Este sistema ve al medio ambiente como fuente de su enriquecimiento y como mercancía privada. En este sistema a la naturaleza no se le considera “la madre Tierra”, ni mucho menos como “hermana”: es un botín en manos de los que siempre han robado nuestro patrimonio común. En efecto, las zonas donde estarán ubicadas las industrias extractivas, son los territorios que garantizan la soberanía alimentaría de nuestro país y donde se produce el 60% de la producción de alimentos. Además, en esta región están ubicados los ríos más estratégicos, como el Lempa, el Sumpul, el Torola y el Grande de San Miguel. El proyecto minero tendrá un fuerte impacto ecológico en nuestros ríos y, por ende, en la biodiversidad del territorio.

“En un territorio relativamente pequeño y densamente poblado, la actividad minera puede tener repercusiones severas, tanto en la población vecina como en el medio ambiente”, dicen los estudios de OXFAM (confederación internacional dedicada a paliar la pobreza e injusticia), basados en investigaciones de varias partes del mundo.

Consejos comunitarios, encuentros de debate, peticiones a la Asamblea Legislativa, marchas, manifestaciones y bloqueos en carreteras, han sido las acciones emprendidas para evitar que la industria minería se instale en detrimento de nuestros pueblos, con proyectos altamente rentables para las trasnacionales, pero negativos para los que residen en estas regiones.

No es posible concebir una sociedad justa y democrática desde el principio de la codicia. Nuestra misión como cristianos es construir un mundo sin pobreza y nuestra meta es permitir que las personas ejerzan sus derechos y manejen con libertad sus propias vidas. Tomemos conciencia de ésta situación y solidaricémonos con quienes luchan a favor de nuestros hermanos campesinos. Digamos juntos: ¡Nuestro país no está en venta!.

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“Desde un punto de vista cristiano, no puede haber Iglesia de Jesucristo, no puede haber salvación histórica, sin que el pueblo de los más necesitados, renacido a una vida nueva por la presencia del Espíritu, sea el sujeto primario de ella”
Ignacio Ellacuría, Escritos Teológicos II, p. 355.


“La Iglesia se predica desde los pobres y no nos avergonzamos nunca de decir: la Iglesia de los pobres, porque entre los pobres quiso poner Cristo su cátedra de redención”
Monseñor Romero, 24 de diciembre de 1978.

2 comentarios:

  1. les animo a seguir adelante en la construccion de mundo mejor, animo y adelante

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