04 julio, 2011

Tendré corazón de madre

Un excelente comentario sobre Claret y a tono con la fiesta del corazón de María que acabamos de celebrar.  Esperamos que les guste y nos ayude a todos a ver cómo está nuestro corazón en la misión.


Tomado de: www.lafraguacmf.org.  La Fragua en la Vida Cotidiana.

Escrito por Gonzalo Fernández Sanz

Cuando el domingo de Pascua cae el 23 de abril o más tarde, la fiesta del Corazón de María salta al mes de julio. Es lo que ocurre este año 2011. En algunos lugares, debido al tiempo de verano, las comunidades pueden encontrarse dispersas. Pero, estemos donde estemos, siempre es posible celebrar con gratitud y alegría la fiesta de nuestra Madre.



Uno de los aforismos más conocidos de Claret, musicalizado en diferentes versiones, suena así: “Tendré para con Dios corazón de hijo, para conmigo mismo corazón de juez y para con el prójimo corazón de madre”.

Leyendo la Autobiografía, uno se da cuenta enseguida de que a nuestro Fundador le gustaba mucho la palabra corazón. No solo la eligió como parte del nombre de nuestra Congregación sino que la utiliza constantemente en contextos diversos. Hablando de la fragua, dice: “Pusisteis mi corazón en la fragua de los santos Ejercicios espirituales y frecuencia de Sacramentos, y así, caldeado mi corazón en el fuego del amor a Vos y a María Sma! (342). Cuando se refiere a las virtudes del misionero apostólico dice que, ante todo, “ha de tener el corazón y la lengua de fuego de caridad” (440). Y en una atrevida y romántica oración va más lejos: “¡Oh Padre mío!, tomad este mi pobre corazón, comedlo, así como yo os como a Vos, para que yo me convierta todo en Vos” (756).

Y ahora volvamos a los tres elementos del aforismo:
Tener para con Dios “corazón de hijo” significa que lo reconocemos como Abbá, que nos identificamos con los rasgos que Jesús nos manifestó de su Padre y nuestro Padre. Merece la pena trascribir el número 35 de la declaración del XXIV Capítulo General que describe brevemente lo que significa para nosotros tener un corazón de hijo: “El nombre acentúa nuestra condición de hijos y hermanos. Nos muestra que somos personas: amadas por Dios Padre y por María, nuestra madre en el Espíritu; llamadas a participar en la vida de Dios (cf. Gen 1,26); agraciadas por el Espíritu con los rasgos filiales y fraternos de Jesús: dignidad, libertad, confianza, alegría, ternura, compasión y solidaridad. Esto nos permite afrontar las dificultades de nuestra vida personal y comunitaria y las de la misión con esperanza y no como quienes solo confían en sus fuerzas, métodos o resultados”.
Tener para conmigo mismo “corazón de juez” resulta más problemático. A primera vista, esta expresión claretiana parece contradecir todo el camino recorrido en los últimos años en la línea de la autoestima como fundamento para una vida integrada y feliz. Pero este “corazón de juez” no significa negar nuestra valía personal sino sencillamente aprender a ser sanamente autocríticos, que es también otro presupuesto para una vida sana. O dicho con palabras de Jesús: ver primero la viga en nuestro ojo antes de querer quitar la mota en el ojo del hermano.
Y, por fin, para con el prójimo, “corazón de madre”. Es quizá la expresión más bella si no se la entiende solo en una perspectiva sentimental. Para nosotros, “corazón de madre” significa “amar como lo hizo María, la Madre”. De nuevo la declaración capitular nos ofrece una perspectiva iluminadora en el número 36: “Desde la experiencia de hijos adquiere sentido la especial entrega al Corazón de María, nuestra Madre (cf. CC 8), que hacemos en nuestra profesión: “Me entrego en especial servicio al Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María en orden a conseguir el objeto para el que esta Congregación ha sido constituida en la Iglesia” (CC 159; cf. Dir 32-34). Ser hijos del Inmaculado Corazón de María significa ser buscadores de la gloria del Dios, que quiere que todos sus hijos e hijas vivan con dignidad y plenitud (cf. CC 2; PTV 8) y en armonía con toda la creación. Nuestra misión se hace más urgente en un momento histórico en el que se oculta o banaliza la Alianza de Dios con la humanidad, se conculcan los derechos de sus hijos más necesitados y se pone en peligro la supervivencia del planeta”.

Quizá en la fiesta de este año podemos dar gracias de manera particular porque hemos sido enriquecidos con un “corazón de madre” para el ejercicio fiel y compasivo de nuestra misión.

Desde este rincón de Kupang, Indonesia, FELIZ FIESTA DEL CORAZÓN DE MARÍA a todos los miembros de la Familia Claretiana y a cuantos visitan esta página.

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