04 julio, 2009

BOLETÍN 21

CON EL CORAZÓN DE MARÍA
La fiesta claretiana del Corazón Inmaculado de María nos remueve la memoria histórica. Es una fiesta que lleva consigo, en sus manos, once años de historia. Secuentan ya once años de la llegada de los misioneros claretianos al Municipio de Armenia, al pasaje Los Almendros, de la Colonia San Antonio.

Con el Corazón de María lo propiamente claretiano, al compartirse dentro y fuera de la casa del teologado, desde la cercanía, la amistad, y la alegría, se compartió y se dio a conocer lo mariano, lo materno y la espiritualidad cordimariana, se convirtió en fiesta de amigos y amigas y de todas las personas que viven en el Pasaje Los Almendros. Esta celebración “del pasaje” hunde sus raíces en los años 1997 y 1998, desde que las primeras generaciones de claretianos comenzaron los estudios teológicos en la UCA de El Salvador. Así, pues, lo que fue una idea se transformó en propuesta, y ésta llegó a ser fiesta familiar, fraterna unida por el Corazón de María.

…la fe…
La fiesta del Corazón de María se convirtió en lugar propicio para vivir, celebrar y reavivar la fe personal y comunitaria. En el transcurso de los años se ha hecho tradición celebrar este día de todos y de todas. La familia ha venido creciendo. Año tras año, las distintas generaciones de jóvenes claretianos han animado y se han unido para organizar con “los y las del pasaje” y preparar la fiesta cordimariana.
…en la historia…
Una fiesta compartida que ha hecho una historia interesante. En El Pasaje, el propio día se han dado cita hermanos y hermanas venidos de diferentes lugares. Ha sido por estos años un lugar de encuentro, de conocidos y desconocidos, de amigos y amigos, de diferentes personas procedentes de comunidades y cantones con los que como claretianos trabajamos y que de una u otra manera comparten la alegría que identifica a la familia claretiana.

…se celebra en familia
Celebrar la vida, celebrar la amistad, el encuentro, la fe y otras riquezas, convirtió el Pasaje Los Almendros en un Lugar Teológico. Un lugar donde Dios se alegra, celebra, se manifiesta y comparte la vida y la fe de sus hijos e hijas de esta gran familia. Es por eso que este año 2009, lo que antes he dicho se ha actualizado.

Se preparó, se adornó el altar, se ambientó con gallardetes y flores; se compartió la Palabra y la eucaristía, se invitó a seguir siendo hijas e hijos cordiales, solidarios, como María. La ausencia de lluvia nos permitió gozar y reír con puntos artísticos y bailes chistosos preparados con entusiasmo. “La Martina se hizo presente”. El “dale maraca, maraca, maraca” hizo reír y sorprender a más de algún mirón. Se compartió un rico sándwich y una deliciosa horchata, preparada por las manos y corazones de las amigas, de las madres, de las vecinas de los claretianos. Queda el compromiso de seguir haciendo historia; de continuar con esta tradición familiar que esperamos sea un compromiso de todo el Pasaje Los Almendros.
¡Animo, Dios nos acompaña y nos invita a celebrar siempre la fe y la vida!
Oscar Arnulfo Barrera, cmf

HOMILÍA EN LA FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA ARMENIA, SONSONATE, 27 DE JUNIO DE 2009

El amor al Corazón de la Madre nos ha mantenido unidos como una sola familia.

Si la memoria no me falla
hemos venido celebrando desde el año 1998 la Fiesta al Inmaculado Corazón de María. En este mismo pasaje hemos sido testigos de un sin número de hermanos y hermanas, comunidades y delegaciones que nos han acompañado no sólo de Armenia, sino de los distintos cantones que forman parte de esta comunidad; como también nos han acompañado representaciones de otros lugares en donde los Misioneros Claretianos realizan sus tareas pastorales, han estado con nosotros amigos y familiares de Ustedes, que se han unido como una sola familia a celebrar la fiesta del corazón de la Madre. Durante estos once años hemos hecho una historia en común. Doy gracias a Dios porque él me permitió estar desde el inicio de esta fiesta junto a Ustedes en el año de 1998. Se guardan en mí los recuerdos de los inicios, sobre todo la alegría, entusiasmo, cordialidad y el sentido de comunidad que han mantenido desde el comienzo de esta celebración. Han manifestado durante estos años a través de gestos sencillos el grande amor que le tienen a María. Hoy podemos decir que esta fiesta nos pertenece a todos y a todas que manifestamos un ferviente amor a la Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra.

Abramos el álbum de los recuerdos…

Hoy es un buen día para abrir el álbum de los recuerdos de nuestra memoria, y de esta manera evocar a personas: hombres y mujeres que su presencia en nuestras vidas han sido significativas.

Es por ello, que cada año que acontece emergen en nuestros corazones y en nuestras mentes el recuerdo cálido, tierno y cordial de hermanos y hermanas nuestros, que hoy a lo mejor no están con nosotros, pero sí que están en lo más profundo de nuestros corazones. Hay en nuestra memoria registros de nombres y rostros concretos, acontecimientos, hechos y experiencias de vida que hemos ido acumulando a través de los años y que nos hace cada vez más cercanos unos con otros, y nos hacen sentir una verdadera familia, hijos de un mismo Padre, hijos de una misma Madre, compañeros de camino. Hemos tejido una historia en común, compartimos una misma vocación la de ser hijos amados de Dios y de María Santísima. En esta Fiesta al Corazón de María, celebramos también la fiesta de nuestra amistad, la fiesta de nuestra cercanía, de la cordialidad, del gozo, de la alegría, de la solidaridad y por supuesto de nuestra unidad.

Formamos parte de una historia de amor: la fiesta del “encuentro cordial y fraterno” que posibilita el Corazón de la Madre.

Desde ya hace 11 años hemos formado parte de esta historia de amor que Dios quiso regalar al pueblo armenience a través de esta fiesta en honor al Corazón Inmaculado de la Madre. Al celebrar el Corazón Inmaculado de María, celebramos la “Fiesta del Encuentro”, porque a través de esta festividad el Señor nos permite reunirnos, encontrarnos y compartir la vida, la fe y el caminar cotidiano. A través de gestos sencillos de amabilidad, de acogida, de una sonrisa, un abrazo caluroso, un saludo, y también por qué no, a través de la preparación de cantos, en el compartir un tamalito, un cafecito, al compartir un con qué, estamos trans
mitiendo la vida, el Reino, estamos transmitiendo la solidaridad y la amistad que manifestó en su vida María, cuando proclamó a viva voz el canto del Magnificat: “derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos”…Como también cuando María, una vez que recibe el saludo del Ángel Gabriel y la misión que Dios le encomendaba: “ser la Madre del Salvador”, se dispone a ayudarle a su prima Isabel que está esperando un hijo. María es entonces, la mujer siempre dispuesta a la colaboración, a la disponibilidad, a la entrega sin condiciones, la mujer que se dispone a renunciar a sus proyectos y disponer completamente su vida al servicio de Dios y de los demás.

Hoy es un buen día para agradecer a Dios…

Cada año esperamos con viva fe y con alegría esta fiesta que nos une como pasaje y como gran familia de Dios. Sin lugar a dudas, hoy es un buen día para agradecer a Dios el “encuentro” que ha posibilitado durante estos 11 años que nos unamos y nos hermanamos, como una sola comunidad para celebrar a la Madre de Jesús, Madre de la Iglesia, Madre Nuestra. Se agradece también el esfuerzo que durante estos 11 años hemos realizado para que esta festividad quede a la altura como se lo merece la Madre de Dios; e imploramos a María bajo su Corazón Inmaculado que proteja, cuide, acompañe y forme a cada uno de nosotros sus hijos e hijas para que seamos capaces de mantenernos firmes en el seguimiento y en el amor al Hijo. Que ella nos lleva a los pies del Maestro y que aliente en cada uno de nosotros el espíritu de la fe, que nos posibilite como cristianos y cristianas a dar testimonio con nuestra vida que realmente creemos en los cielos nuevos y en la tierra nueva.

Hoy es un día para la esperanza…cada vez que celebramos la Fiesta del Corazón de María renace en nosotros la esperanza…

Durante estos días hemos ido escuchando a través de los medios de comunicación que se incrementa cada vez la violencia en nuestro país, para algunos no es noticia nueva, simplemente sabemos que los medios de comunicación sensacionalistas y partidistas que tenemos en nuestro país nos venden o nos presentan las noticias que ellos quieren que se conviertan en una agenda para el acontecer nuestro. Todos sabemos que es una realidad que se acrecienta la pobreza, la miseria, el desempleo, la delincuencia en nuestro país. Pero, un cristiano ante estos signos de muerte cómo debería responder? Definitivamente, el cristiano no puede perder la esperanza, no puede perder el sentido de su vida, no puede perder la esperanza y la alegría. No estamos solos en este mundo, sabemos en quien nos hemos fiado. María en el cántico del Magnificat, nos presenta la grandeza de su Dios, que no consiste en ser un Dios escondido, pasivo, sordo, mudo ante el clamor del ser humano. María nos presenta a su Dios como un Dios vivo, amigo, compañero, un Dios que irradia esperanza en medio de los conflictos y dificultades que atravesamos los seres humanos, un Dios que nos inspira confianza, que nos exhorta y nos anima a la esperanza. María nos presenta a ese Dios por el cual su Corazón se alegra y canta todo su ser la grandeza de este Dios que sigue siendo grande, porque se ha fijado en la humillación de su esclava. Es un Dios que hace historia con su pueblo, y tal como lo expresaba Monseñor Romero: “un Dios que salva en la historia concreta de cada ser humano”. Y que sólo es posible resistir a los abates de la vida si nos mantenemos unidos a Dios y haciendo comunidad, ayudándonos unos a otros, ejerciendo en lo cotidiano de nuestras vidas signos y gestos de solidaridad, de ayuda mutua, de comprensión de amabilidad y de mucha tolerancia. No es posible mantener la unidad cuando nuestro corazón está dividido, el corazón de María mantuvo esa unidad, se mantuvo unido a Dios a su Hijo y a los sueños y proyectos del Padre.

En este día que celebramos la Fiesta del Inmaculado Corazón de María podríamos preguntarnos: ¿Qué implica para nosotros y nosotras ser un hijo-hija del Inmaculado Corazón de María?

Ser un Hijo (a) del Inmaculado Corazón de María implica…

Vivir con el Corazón en la Misión: esto implica que nuestro corazón tiene que estar inserto en la misión del Padre y del Hijo, como lo hizo María. No es simplemente un “llamarnos” hijos del Inmaculado Corazón de María, porque muchos pueden llamarse cristianos y en realidad no conocen a quien siguen a Cristo. Se trata entonces de “SER” un Hijo del Inmaculado Corazón de María: se trata de una gracia que nos habilita para recibir la misión en la profundidad del corazón, desde donde el Espíritu nos haga vivir al servicio de la PALABRA; como acogió María al Espíritu en el corazón donde el Verbo de Dios halló fe y se hizo Hijo humano para dar vida al mundo.

Portador de Vida en medio de esta sociedad: tenemos que posibilitar la vida en medio de este mundo, posibilitar la esperanza, los cielos nuevos y la tierra nueva.

Por ello cuando Claret funda la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María, se la imagina como los pechos y los brazos de María. En qué sentido? Los pechos de una madre dan vida, dan el sustento a sus hijos. La leche materna fortalece los huesos de los hijos. Los brazos: sede del amor de la madre. Los brazos abrazan a todos, contienen, lanzan a la vida. Los brazos transmiten amor, cariño y ternura.

Según Claret la Congregación tendría que convertirse en los pechos y los brazos de María, de la Madre, que a través del servicio misionero de la Palabra transmitiéramos la vida, la Palabra que es alimento y sustento para los cristianos, la Palabra que es transformadora, transforma el corazón y la vida de los pueblos. Los brazos que nos forman, nos cuidan y nos lanzan en medio de este mundo como una saeta, una flecha en las manos de la Madre para transmitir con coraje y valentía una Buena Noticia. Por tanto, nosotros y nosotras que somos hijos e hijas del Corazón Inmaculado de María, y que cada año celebramos su fiesta, tenemos que ser los pechos y los brazos de la Madre. Tenemos que transmitir la vida, la esperaza, nuestros brazos posibilitan que podamos dar un abrazo fuerte a aquél que necesita compasión, a aquél que está necesitado de cariño, aquél que debido a los problemas, conflictos y dolores de la vida se sienten hundidos en la soledad, en el desánimo, e imposibilitados para amar y encontrarse con los otros, Allí entonces estamos llamados ser los pechos de la Madre que dan vida y los brazos tiernos y compasivos que reconstruyen la dignidad de otros seres humanos.

¿Qué ha sido para nosotros los claretianos en formación celebrar con Ustedes la Fiesta del Corazón de María?...

Para los estudiantes claretianos que hemos pasado por esta casa de formación ubicada en este
pasaje “Los Almendros”, ha sido un tiempo de gracia, ha sido un kairós, hemos sentido realmente el paso de Dios por nuestras vidas. Así como el Corazón de María constituye la “fragua”, el fuego que quema, forja y forma al misionero claretiano, asimismo Ustedes han sido ese fuego del amor de Dios y del Corazón de María que nos han formado durante este tiempo. Ustedes han sido una verdadera escuela de amor, comprensión, apoyo, solidaridad y esperanza para muchas generaciones que han pasado por Armenia. Gracias, por todos esos detalles significativos que han tenido para con cada uno de los claretianos que han pasado por este pasaje. Sientan la alegría y la satisfacción que Ustedes han ayudado a formar a muchos claretianos que hoy se encuentran en diversos pueblos de Centroamérica y fuera de ellos, anunciando la Buena Noticia del Reino. Que Dios los bendiga y que el Señor multiplique siempre su generosidad y su cordialidad para con cada uno de nosotros.

Que el corazón, que es la dimensión más honda de la persona, núcleo profundo del pensar y del amar, del todo vivir nos posibilita para que unidos al Corazón de la Madre, podamos construir comunidades nuevas, donde cuente más lo que nos une y menos lo que crea división entre nosotros, aquello que nos divide el corazón y nos hace entrar en enemistad con el hermano con la hermana. Que el Corazón de la Madre nos ayude a mantener una fe firme y sólida en medio del sin sentido de la vida. Que nos alegremos de las alegrías de los hermanos y hermanas y que por supuesto compartamos el dolor y la tristeza con aquellos que sufren.

¡VIVA EL CORAZÓN DE MARÍA!...
Ángel Iván García Rodríguez,cmf


FELIZ PORQUE HAS CREÍDO
“María primero ha creído y desde esa fe ha dicho sí a Dios”

Hablar del Corazón de María es hablar de su Corazón desde dos dimensiones: la dimensión del corazón físico que es aquel corazón sensible y solidario capaz de sentir alegría y también dolor; y la dimensión del Corazón de la fe, que es aquel que ha creído y ha sido capaz de fiarse, de decir Sí, aun en el vacío, al plan de Dios.

Esa fe del Corazón de María supone en primer lugar que Ella ha sido disponible porque ha creído voluntariamente que Dios ha querido configurar toda su existencia. En segundo lugar esa fe implica también una utopía liberadora. María como creyente es portadora de la bendición y liberación de Dios. Ella traduce en fe el sentido y alcance de esa bendición y liberación de Dios. En tercer lugar la fe de María implica encuentro con la historia. Su disponibilidad y la utopía liberadora han de fundarse en la historia, en la realidad como experiencia concreta, Ella ha aprendido el camino de su Hijo, ha culminado su camino de fe y es, de esa forma, “el tipo y signo de todos los creyentes, que deben recorrer el camino que ella ha recorrido como ejemplo para todos los creyentes”.

En cuarto lugar la fe de María supone la entrega de su propia vida. Yahvé la introduce en el camino de su Hijo haciendo que participe de su pascua porque sólo así esa fe se vuelve transformadora. Ella también asume la cruz y se solidariza con los pobres y excluidos confiando en que su Dios ha derribado del trono al los poderosos y ha engrandecido a los que eran pequeños.

Eescuchan la Palabra, la meditan, la anuncian y la guardan en su corazón.
n último lugar la fe de María aparece como unidad y comunión cristiana porque Ella recibe al Espíritu en unidad con los Ap
óstoles en el nacimiento de la Iglesia, y en esa matriz de nacimiento de la Iglesia hallamos a María que ha penetrado de esta manera en el misterio de la Iglesia apareciendo como la primera cristiana de la historia, como una mujer carismática que comparte su experiencia y riqueza. “Si es verdad que la Iglesia se ha fundado sobre la fe de su Señor, también es cierto que María, por la fuerza de su fe, sostuvo y llevó sobre sí, a lo largo de la pasión, todo el edificio de la Iglesia, como una armadura hecha de una madera incorruptible. Cuando ella se mantenía de pie ante la cruz, era toda la Iglesia la que en ella se sostenía de pie”, es María en su Corazón el espejo en el que se refleja toda la Iglesia.

Todos estos sucesos acontecidos en su vida, ella los conservaba en su Corazón, así María en su Corazón es toda Ella envuelta por la gracia de Dios y su corazón es un “evangelio viviente”. Dichosos todos aquellos que al igual que Ella


Carlos Salvador Menjívar, cmf.

MEMORIA DE NUESTROS MÁRTIRES

Rafael Palacios! Dio su vida no sólo ayer, cuando caía acribillado en una calle de Santa Tecla, sino que desde que comenzó esa vida, ya era sentida para Dios. Allá en el cantón Talcualuya de San Luis Talpa, en el departamento de La Paz, el 16 de octubre de 1938 nacía de don Rafael y doña Concepción. Cariño de hijo y de padres que mantuvo siempre fiel, como una inspiración y una garantía de que Rafael siempre caminó por el camino de la bondad, el sentido de la familia. Se trasladaron a Suchitoto, que fue para Rafael y para sus hermanos, como el pueblo de adopción. Sacerdote también en las parroquias de Tecoluca y de la Catedral en la diócesis de san Vicente; y luego, aquí en la Arquidiócesis: en Santa Tecla, en Ilopango y últimamente en San Francisco de Mejicanos.

Toda esta larga trayectoria puede decir de Rafael Palacios que se trata de una vida caracterizada por la rectitud, por el afán del estudio, por la verdad intransigente, tal vez hasta la exageración. Esto es lo que ha hecho de él la víctima que hoy recogemos: el quinto sacerdote asesinado en nuestra Arquidiócesis. Lo recogemos con el mismo respeto y cariño con que hemos recogido a los otros sacerdotes y con que nos hemos inclinado al dolor de tantas y tantas -ya incontables- muertes por asesinato”.

Monseñor Romero, homilía del 21/6/1979

COMPAÑERA MARÍA

Compañera María, novia tierna mía;
Esposa fiel, mujer toda.
Campesina, obrera, Madre.
Señora de la esperanza.

Escuela nuestra sos,
Señal de un sendero viejo,
Protagonista de un nuevo sueño;
Tierra del proyecto Mayor,
Semilla viva todavía.

Tu grito irrumpió en mis entrañas,
Es largo, no se acaba.
Te he visto soltando lágrimas,
Vendando heridas, protestando por trabajo.

Cocinando el arroz y las tortillas,
Vendiendo flores con espinas.
Besando las horas de un anciano,
Velando los pasos de un niño.

Fiel sos en tus empeños,
Sigues en pie de calvario día a día.
Muriendo a veces, viviendo siempre;
Naciendo todavía.

Abel Carbajal, cmf

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