03 mayo, 2007

BOLETÍN 3


LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO

Queridos hermanos y hermanas, de nuevo un saludo de Pascua para todos y todas ustedes. Deseamos que el Señor de la Vida siga impulsando en ustedes la ilusión y la utopía de este mundo nuevo que esperamos alcanzar. En el presente Boletín queremos compartir con ustedes un poco de “lo que hemos visto y oído” (1 Juan 1,3) en la Semana Santa recién pasada. El contacto y la escucha de la voz de los pobres y marginados de la sociedad se convierten para nosotros, los misioneros, en una experiencia “teologal”; es decir, en un momento privilegiado en el que podemos ver, oír y tocar al mismo Dios de la historia. Esperamos que a través de estos cortos testimonios ustedes puedan hacer la misma experiencia de fe.
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Mi fe es segura en Dios. Dios sabe lo que me ha dado. Dios ha estado conmigo. Mi fe está puesta en Cristo. En mi bautismo encuentro la salvación y debo caminar en ese camino. Yo he pasado el dolor de más de 15 sacerdotes que asesinaron. A mí también me detuvieron. Me encerraron siete días en el cuartel, me golpearon y me preguntaban dónde tenía las armas. Yo les decía que ni conocía las armas. Me tiraron al suelo junto a otros muertos que les habían quitado la cabeza, al rato estaba yo lleno de sangre. Después me llevaron a Mariona. Ahí estuve un año. Los presos me llegaron a querer mucho. Yo era ya viejo. Llegué a formar varios grupos para leer la Biblia. Cuando uno obedece a Dios no debe tener un sentimiento de odio, sino de amor. Me da tristeza el silencio de mis comunidades, que no anuncian ni denuncian como lo hizo Jesús (PEDRO MÓNICO, Cantón San José Cortés).

Mi fe es algo que me sustenta para seguir viviendo. Mi fe es algo que veo desde la persona humana. Yo manejo así mi fe: comparto con mi familia, pero también me preocupo por el hermano, por el que necesita. No puedo llenarme el estómago y que otro pase necesidad. Desde ahí mi fe va creciendo. Trato de ser más solidaria. Quiero que mis hijos aprendan eso. Eso es lo que puedo dejar a mis hijos. Lo que más me preocupa es tanto joven que están matando. Nosotros deberíamos acercarnos más. Hay irresponsabilidad en las familias. (MARIA OFELIA MÓNICO, Cantón San José Cortés).

Mi fe la baso en que creí en Jesús a los 38 años. Antes no creía, odiaba a los sacerdotes porque adormecían al pueblo, todo era puro sueños, nos invitaban a sufrir con paciencia. El pueblo gozaba de tres opresores: los militares, los ricos y los sacerdotes. Cuando me llegó el mensaje y me llevaron a un retiro descubrí otra cosa, que había sacerdotes al lado de la liberación. Mi fe fue fundada a fuego y espada. Veía a Mons. Romero cuando lo eligieron arzobispo de San Salvador y creía que era familia del entonces presidente también de apellido Romero; y creí que eran iguales. Con la muerte de Rutilio Grande Monseñor cambió. Ahí empecé a asentar mi fe. En momentos de guerra la muerte pisaba mis talones, pero sigo adelante. Ahora me preocupo y siento que mi fe está fallando por problemas con nuestro pastor. Incluso si me retirara de la Iglesia seguiré siendo fiel a lo que creo. Ahora me está costando más ser fiel que en tiempos de guerra. La realidad que me preocupa es la corrupción en el aparato estatal. Hay mucha campaña de desinformación. Tengo miedo que el arzobispo esté comprometido con el poder y desde ahí corte el camino de justicia y compromiso. Me preocupan los nuevos movimientos de Iglesia que desunen a la Iglesia, que cortan el camino de las comunidades eclesiales de base y la dividen (JOSÉ LUIS VÁSQUEZ, Cantón San José Cortés).

En el hecho de estar con vida, de ver las cosas, de percibirlo, ahí encuentro a Dios. Lo percibo en los momentos difíciles, por eso en los problemas podemos seguir adelante, por eso estamos aquí. Mi compromiso responde a la fe. Jesús quería establecer el Reino, nuestra tarea es ayudarlo. Me preocupa el factor económico. Nos estamos comiendo unos a otros, todo está caro. Lo otro es la escasez del agua, poco a poco se nos acaba. En la Iglesia, vemos obstáculos, pero debemos seguir adelante. Me preocupa la violencia. En la comunidad nos preguntamos el porqué. Pero vemos también que nosotros debemos trabajar por ello (DOLORES SALOMÉ ROSALES PONCE, Cantón San José Cortés).

La experiencia de Semana Santa la compartí en el municipio de Perquín, Morazán, concretamente en el cantón "Villa Rosario". La realidad de la guerra ha marcado la vida y las costumbres de toda esta gente, que entre los recuerdos y lo cotidiano añora tiempos mejores. Por medio de su fe y sus tradiciones quieren conservar y recuperar aquello que les quito la guerra: el arraigo a lo propio y el sentido a la vida. Villa Rosario comprende además el sector “La Colonia”, que es un tipo de asentamiento formado por los desplazados del conflicto. Allí todos tienen algo que contar: “Tuvimos que salir de la casa apenas con lo que andábamos puesto, los helicópteros se escuchaban a lo lejos... Mucha gente no sabía del porque de la guerra”… dice Doña Romelia. (LUIS ALONSO DÍAZ, CMF).

Este año mi experiencia de Semana Santa la viví en el cantón “Granadillas”, en Santa Tecla. Estuve en uno de los días de la semana en el sector llamado “Borja”. En la visita que hice a este sector conocí la familia de Ana María, madre de nueve hijos, mujer llena de vida, alegre pero también con una historia sufrida que le acompaña. En la actualidad su esposo está desempleado. Él ha trabajado en construcción toda su vida. Precisamente en este tipo de trabajo tuvo un accidente, un hierro le cayó en la cabeza desde un tercer piso. Él mismo dice que le salvó el casco de protección que llevaba puesto. Le hicieron un chequeo médico muy superficial y siguió trabajando de nuevo, pero su rendimiento ya no era el mismo. Su cabeza le dolía demasiado y esto le impedía rendir como antes. La empresa de modo irresponsable optó por prescindir de sus servicios. Ana María lucha junto con su esposo por los hijos que tiene en casa. Esta familia se dedica a la panadería. Dice con orgullo, que toda su vida la ha dedicado a eso. Y como buena maestra ha logrado que su esposo sea en estos momentos un experto panadero. La buena noticia de esto es que sus hijos están respondiendo con sus estudios y ha logrado que ellos sean jóvenes amables, respetuosos y con metas en sus vidas. (CARLOS JESÚS CHAVES, CMF).

Es la primer Semana Santa que paso visitando hogares y especialmente a personas desprotegidas, que sufren el impacto de la pobreza. Me ha llamado mucho la atención y quiero seguir en esto. Voy a pedirle a Dios como enseñanza de esta vivencia que el año que viene pueda hacer lo mismo (ALFREDO LAZO, Cantón El Carrizal, Usulután).


APRENDER A ESCUCHAR LA VOZ DEL PUEBLO

Por Freddy Gerardo Ramírez Bolaños, cmf.

En el capítulo 3 del libro del Éxodo leemos: “Yahveh dijo: he visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos”. Dios escucha el clamor de los pobres hebreos sometidos a la esclavitud y baja para liberarlos y llevarlos a una tierra mejor, “donde mana leche y miel”.

El acercamiento y escucha de Dios marcó la historia de este colectivo social a tal punto que se convirtió en la experiencia fundacional de Israel. La Pascua, o “el paso de Yahveh” en la historia de los esclavos es memoria de libertad, salvación, gozo, reivindicación de las víctimas.

Con Jesús de Nazaret se ha radicalizado la cercanía y el abajamiento de Dios que siente compasión y misericordia por los humildes. El anuncio de la Buena Nueva del Reino, los milagros y sobre todo la pasión, muerte y resurrección de Jesús manifiestan a la humanidad que Dios se solidariza con los últimos hasta identificarse con ellos. Como dice el libro de los Hechos “Jesús pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal” y su acción salvadora partía de las necesidades reales de la gente que era marginada y atropellada en Israel por el sistema teocrático dominante.

La Iglesia, heredera de la misión de Jesús, quiere imitar y seguir a su maestro en el anuncio y praxis del Reino. Nos llena de alegría el haber escuchado el testimonio de personas como Pedro Mónico y José Luis Vásquez que han arriesgado su propia vida por la convicción de que posible cambiar este mundo injusto y descreído.

Nos decía Dolores Rosales que su compromiso eclesial responde a su fe, “Jesús quería establecer el Reino, nuestra tarea es ayudarlo”. Necesitamos, hoy más que nunca, oídos abiertos al llamado de Dios y al grito de nuestro pueblo que sigue clamando al cielo por el silencio de las comunidades cristianas, la violencia, la corrupción estatal, la manipulación de los medios de comunicación social, la indiferencia ante las víctimas de la guerra y de la pobreza.
Creo que doña Ofelia Mónico nos da una clave importante para la vivencia de nuestro seguimiento cristiano: “Yo manejo así mi fe: comparto con mi familia, pero también me preocupo por el hermano, por el que necesita. No puedo llenarme el estómago y que otro pase necesidad”. Cuando seamos capaces de ser solidarios estaremos actualizando la Pascua de Jesús en nuestra realidad, pues la Pascua de Jesús es esencialmente solidaridad y servicio amoroso con las víctimas, los que tienen hambre, los que pasan necesidad (Cf. Mt 25, 31ss). Doña Ana María nos enseña lo que es servir y amar.

Seguimos soñando con una tierra nueva, una patria más justa, más fraterna, donde todos y todas construyamos la unidad, donde nadie sea desplazado ni marginado. Soñamos con una nueva civilización, no la del mercado libre, sino la civilización de la mesa compartida de Jesús de Nazaret. Cada vez que los pobres celebran la Eucaristía se adelanta la posibilidad del cambio. Parafraseando a don Pedro Mónico diría yo: “Cuando uno obedece a Dios (haz esto en memoria mía) no debemos tener un sentimiento de odio (indiferencia, egoísmo, orgullo...) sino de amor (solidaridad con los pobres, fraternidad, utopía, profetismo...). La Eucaristía muestra su autenticidad cuando está vinculada a la solidaridad, al generar vida, al compartir y a la construcción del Reino de Justicia.

“Quiero seguir en esto”, decía Alfredo Lazo. Dios quiera que este sea un sentimiento compartido por todos/as nosotros/as. Salgamos de nuestra comodidad, escuchemos la voz del pueblo, acerquémonos y soñemos posibilidades de cambio.


LA PALABRA DE ROMERO

Además de la lectura de la Biblia, que es Palabra de Dios, un cristiano fiel a esa Palabra tiene que leer también los signos de los tiempos, los acontecimientos, para iluminarlos con esa Palabra (30 de Octubre de 1977).

QUEREMOS CONSTRUIR UNA CIUDAD

Queremos construir una ciudad,
una ciudad en paz;
queremos confirmar en el altar
nuestra fraternidad;
sin que haya esclavos
ni haya señores
que no puedan cantar nuestra canción,
sin que haya clases
ni diferencias
que impidan compartir
un mismo pan.

Todos tenemos los mismos derechos,
todos tenemos los mismos deberes.
Todos tenemos un mismo Padre,
un mismo cielo.

Queremos construir una ciudad,
una ciudad en paz,
queremos alcanzar la libertad
fruto de la verdad;
allá entre todos compartiremos las penas,
el esfuerzo y el amor;
allá entre todos descubriremos
que el grano de semilla floreció.

2 comentarios:

  1. Buen blog.
    Muestra en el cyberespacio el quehacer del teologado.

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  2. es importante recordar el martirio...es fuente de nuevos cristianos, pero........hacer memoria de los perdedores de la guerra civil española,,,,,los republicanos que murieron igual que los martires o peor..... tambien a ellos les dieron el paseo para ser fusilados muchas veces con consentimiento y bendicion de curas en el regimen franquista.

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