01 octubre, 2006

BOLETÍN 3

EL ROSTRO MÁS VULNERABLE

Por Alvin Bellorín Z, cmf.

En una sociedad donde que cada vez se vuelve más difícil acceder a los medios que proporcionan lo básico para poder vivir, es necesario ubicarnos desde una experiencia cristiana que valore la vida y la dignidad humana. Es urgente que reflexionemos qué país y qué sociedad estamos construyendo para que los niños/as salvadoreños/as puedan desarrollarse hacia una vida con dignidad, con oportunidades de educación y salud.

Jesús mismo nos interpela y cuestiona nuestro modo de entender al niño/a. En la sociedad judía de su tiempo, los niños/as no tenían ningún valor y eran considerados nada. Sin embargo, él se acerca a ellos/as, los/as más pequeños/as y despreciados/as, reconociendo su valor como personas humanas e hijos/as de Dios.

En esta realidad de injusticia que vivimos, los/as niños/as son el rostro más vulnerable. Recordemos, por ejemplo, los sufrimientos y estragos que provocó el Stan hace un año. Muchos de ustedes fueron damnificados y testigos, con sus propios ojos, de que las víctimas más sensibles de la catástrofe fueron los niños/as. Ellos/as guardarán en su cuerpo y en su memoria las heridas que provocó la tormenta.

El niño y la niña, en su desarrollo como persona, va buscando darle sentido a su vida y a su historia. De ahí la importancia de que nosotros/as, los/as que de algún modo tenemos parte en la construcción de este país, nos coloquemos frente a los miles de niños/as de la calle, los/as trabajadores/as, los/as niños/as del campo, los/as que venden en los buses, los/as niños/as que son víctimas de la violencia intrafamiliar, los/as niños/as que viven solos/as, sin sentir la mano protectora de sus padres porque se fueron, emigraron, buscando un futuro que aquí no se encuentra… Sería bueno que nos colocáramos frente a estos rostros pequeños y nos preguntáramos: ¿tiene sentido esta sociedad que estamos construyendo?

DEJEN QUE LOS/AS NIÑOS/AS VENGAN A MI
La Fraternidad y Buena Vista son dos comunidades surgidas en Armenia, en el Cantón de Tres Ceibas, como resultado de la conflictiva y dolorosa situación iniciada con el terremoto del 13 de Enero del 2001. Doscientas familias pobres, en su mayoría provenientes de terrenos del ferrocarril y también de diversos cantones del municipio –donde los adobes y los troncos no soportaron la fuerza de la naturaleza–, emprendieron la tarea de construir una casa digna para todos, apoyadas con la generosa iniciativa de los Hermanos Maristas, la Cooperación Italiana y la Cruz Roja Alemana.

Por Oscar Barrera, cmf.

Intentaré compartir con ustedes el trabajo que, junto con mi compañero, Carlos Menjívar, estamos realizando en dos comunidades de Armenia: Buena Vista y La Fraternidad. La intención de nuestro apostolado en estos dos lugares es cultivar y reforzar los valores del Reino en las niños/as y en las familias.

En La Fraternidad ya se viene haciendo un trabajo de acompañamiento desde hace algunos años, a raíz del terremoto. Creemos importante darle continuidad a estos esfuerzos y, en esta oportunidad, ampliar el horizonte en la comunidad de Buena Vista.

Hemos comenzado a visitar las familias para conocer y darnos a conocer. Queremos enterarnos de sus quehaceres y escuchar, para descubrir juntos lo que el Dios de la vida nos quiere decir desde cada problema, enfermedad, necesidad, etc. Además, convocamos y motivamos a los niños/as, intentando despertar en ellos/as la práctica de valores para que aporten algo nuevo y bueno a sus hogares. Nos valemos, para ello, de juegos deportivos, dinámicas y otras actividades.

Al entrar en contacto con la realidad que viven las personas de Buena Vista y Fraternidad, nos hemos dado cuenta de que la promoción social debe ir acompañada por la promoción humana, es decir, que el cultivo de valores, tanto a nivel personal como familiar, tiene que acompañar el proceso de desarrollo y de trabajo comunitario. Esta unión es necesaria para que la convivencia entre las familias esté coloreada de respeto, solidaridad, amistad, alegría, cooperación y otros valores necesarios para la construcción de comunidades nuevas.

Soñamos hacer una comunidad que convoque a aquellas personas que deseen descubrir, a través de la Palabra, lo que el Dios de Jesús -Dios que comparte el sufrimiento humano y desea que todos sus hijos/as tengan vida digna y abundante- quiere decirles en sus vidas. Y queremos que en la vida de cada persona y familia se encarne la Palabra de Dios.

En el Dios de la vida ponemos nuestra confianza para que este terreno humano de La Fraternidad y Buena Vista nos permita sembrar y descubrir los valores del Reino.


LA SEMILLA DEL SABER...

Por Dayanna Monterroza,
Alumna de las Escuelas de Teología Pastoral.

Conocer a Dios desde la teología es de vital importancia para los cristianos/as comprometidos/as en la Iglesia. Por eso, las Escuelas de Teología son una experiencia nueva en la cual se siembra la semilla del saber cristiano. Tal experiencia dará sus frutos en todo lo que emprendamos, ya sea en nuestra vida personal o en el trabajo que como laicos/as realizamos en los diferentes movimientos pastorales de la Iglesia.

En nuestra vida personal esa semilla del saber se refleja en las actitudes que como personas tenemos ante las diversas situaciones. Conocer al DIOS-AMOR revelado en Jesús nos hace actuar desde las convicciones más profundas de nuestro ser. Por eso, en el desempeño pastoral, asumimos la misión de aplicar nuestros conocimientos teológicos y compartirlos con todos/as nuestros/as hermanos/as, con el objetivo de hacer más fuerte nuestra fe y avivar nuestro compromiso social y cristiano


A UN AÑO DE LA TORMENTA STAN
"Un desastre con varias causas y una sola víctima: el pueblo pobre"

Por Luis Carías, cmf.

Hace un año el huracán Stan, de categoría 1, que llegó a nuestro territorio salvadoreño convertido en tormenta tropical, dejó al descubierto la vulnerabilidad de nuestro país y la carencia de políticas públicas que estén dirigidas a eliminar nuestra fragilidad. Según la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (La Red) se entiende por vulnerabilidad “la falta de capacidad de una persona o grupo para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza natural”. Además, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) agrega que “la vulnerabilidad de un país es producto de la urbanización rápida y no regulada, la degradación del medio ambiente causada por el mal manejo de los recursos naturales, la política pública ineficiente y los rezagos y desaciertos de las inversiones en infraestructura”. Todos estos elementos de ambas definiciones nos hacen pensar inmediatamente en las políticas públicas vigentes de nuestro país. Son, por tanto, factores humanos y no naturales la causa mayor de nuestro desastre.

De todos es sabido que es casi imposible evitar los fenómenos naturales; sin embargo, se puede reducir la vulnerabilidad con medidas concretas, tales como: evitar el deterioro del medio ambiente que ocasiona la deforestación, la quema de las montañas, la costumbre del botar basura en donde sea, la desaparición de los manglares de las zonas costeras, etc.

En contraposición a lo anterior, el concepto de desarrollo (progreso) que manejamos en El Salvador, es el de carreteras, puertos modernos, centros comerciales… ¿Acaso la “moderna” Vía-Express valorada en más de 47 millones de dólares no está contribuyendo a desforestar el principal bosque del área metropolitana? ¿La pérdida de los manglares en donde se construirá el Puerto de Cutuco es recuperable? Hasta pareciera que la Cordillera del Bálsamo nos hablara con sus constantes derrumbes, después de haberla atravesado con nuestra “necesaria” carretera panamericana. Ante esto es bueno recordar las palabras de Monseñor Romero: “¡Qué sacrificios enormes se hacen ante la idolatría del dinero! Todo se comercializa. Todo es lícito ante el dinero” (Homilía 11 de septiembre de 1977). Además, la sobre-valoración de las tierras urbanas de nuestras ciudades en crecimiento hace que la mayoría de la gente pobre viva cada vez más al margen y en evidentes zonas de riesgo. Ante esta situación se hace necesario recordar las frases del olvidado Concilio Vaticano II: “Los responsables de las inversiones deben orientarse a asegurar beneficios suficientes a la población presente y futura” (cfr. GS 70).

Lo lamentable es que cada año los daños sean mayores, y no estamos sólo hablando de infraestructura y riqueza material, estamos hablando de invaluables pérdidas humanas. Es importante que las autoridades y las bases realicemos acciones concretas para contrarrestar esta situación.


NIÑOS DE LA CALLE
En las grises calles de las ciudades
o en áridas tierras de pueblos perdidos,
por doquier deambulan, entre vicio y mugre,
las caritas sucias de ojos dolidos,
de manos vacías, de sueños sombríos
que a sus cortos años pasmados descubren
un mundo egoísta, de ambición y muerte,
que los abandona a su incierta suerte.

Y hay quien los critica porque son rateros,
porque inhalan tinta y son agresivos,
porque a nadie aman, porque son ateos,
porque son escoria ¡niños no queridos!

Qué vergüenza siento que yo forme parte
de una sociedad que nada comparte,
que, inmersa en su mundo de absurdos valores,
olvida esos niños que son baluarte
de un mundo futuro con personas mejores.

Porque nada hacemos para conquistar
el derecho de esos niños que imploran piedad
¡Que si inhalan tinta es para olvidar
que son el oprobio de esta cruel sociedad!
Qué triste que el hambre los queme por dentro,
que sus ojos secos no sepan llorar,
y su voz se pierda, como hoja al viento,
al oído sordo de mi sociedad.

¡Ay! Qué vergüenza siento por no reparar
en que soy culpable ¡por complicidad!

Autor desconocido

2 comentarios:

  1. Muy bien, hermanos del Teologado Claretiano de Armenia...!! Gracias por mantenernos la día con noticias y reflexiones teológico-pastorales que iluminan nuestra misión. Con este trabajo están respondiendo perfectamente al carisma claretiano hoy.

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  2. Muy bien, hermanos del Teologado Claretiano de Armenia...!! Gracias por mantenernos la día con noticias y reflexiones teológico-pastorales que iluminan nuestra misión. Con este trabajo están respondiendo perfectamente al carisma claretiano hoy.

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