09 enero, 2010

ARDER EN CARIDAD

VIVIENDO NUESTRA VOCACIÓN MISIONERA EN BELICE
Por Edgardo Guzmán, cmf

Llegamos el 16 de Diciembre del año recién pasado, desde que entramos al país nos abrimos a una realidad completamente nueva para nosotros, nos comenzaron a contar que tiene 6 distritos, que el idioma oficial es el inglés, que a pesar de que no estar muy poblado hay una variedad de idiomas y culturas, como llegábamos de El Salvador nos sorprendía ver las carreteras con poco tráfico y los poblados con escasa gente. Poco a poco nos hemos ido encontrando con la gran cantidad de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños que viven y trabajan en estas tierras.

La misión claretiana en Belice se inauguró oficialmente el 1 de septiembre del 2002, es llevada por la delegación claretiana del Reino Unido e Irlanda, nuestra casa está en la capital del distrito de Stann Creek, Dangriga (donde la mayor parte de la población son garífunas) desde aquí se atienden el resto de las comunidades, más de treinta, son comunidades muy variadas culturalmente, porque además de los garífunas en la parroquia hay también criollos, q´eqchi´, maya mopan, “hispanos” (salvadoreños, guatemaltecos, hondureños) y muchos asiáticos de la India, China, etc. Dentro de las comunidades que acompañamos se hablan seis idiomas a parte del inglés y el español, también se habla garífuna, criollo (inglés con influencia africana), q´eqchi´, maya mopán.

Además de ser una realidad tan pluri-cultural y multilingüe, nos hemos ido dando cuenta por los testimonios de la gente la realidad que viven los emigrantes venidos de nuestros países. Si bien la mayoría de las comunidades son tranquilas, sin la violencia y la delincuencia que afecta nuestra región, hay otras realidades de pobreza y marginación, sobre todo la que viven los trabajadores/as de las fincas cuyos propietarios son gente de mucho dinero que tiene mucho poder. En las comunidades garífunas hay un alto índice de personas infectadas con VIH, desde la parroquia se promueve un programa (Claret Care) que además de la consulta y pruebas gratis, le da acompañamiento a las personas infectadas y promueve la prevención. Durante estos años también se ha llevado la administración de 15 escuelas católicas que están en el distrito, con unos 200 maestros y unos 4,597 estudiantes.

El pasado 7 de enero tuvimos nuestro retiro comunitario. Centramos nuestra reflexión en torno al apartado que dedica la declaración del XXIV capítulo general, Hombres que Arden en Caridad, al llamado a trabajar apostólicamente de forma renovada. Estas son algunas de nuestras impresiones:

Abel Carbajal, cmf: Siempre que vamos a tener una experiencia de misión hay como una emoción, una expectativa de lo que puede ser la misión, eso fue lo que yo viví antes de venir aquí, no sabía nada de Belice. Al estar aquí me he preguntado cómo podemos responder desde nuestro carisma claretiano a esta realidad. Tengo claro que en la misión más que venir a hacer, de lo que se trata es de aprender. Porque van surgiendo más preguntas que respuestas, de ahí que lo importantes es lo que de evangelio podemos vivir, lo sencillo, lo que uno comparte con la gente, la confianza que tienen en nosotros eso es lo que nos compromete a ser fieles en el seguimiento de Jesús. Para mí, está siendo una experiencia positiva por que me ayuda a ir madurando en mi propia vocación. Agradezco también por la acogida de la delegación del Reino Unido e Irlanda, a ustedes.

Oscar Barrera, cmf: para mí esta experiencia está siendo muy enriquecedora. Una nueva experiencia, un nuevo lugar, es poco el tiempo que llevamos pero nos marca. Es una experiencia que nos pone retos para la vida y para las tareas apostólicas. El hecho de formar una nueva comunidad por unos días con ustedes también ha sido una experiencia enriquecedora y sobre todo el estar viviendo con la gente en medio de las fincas, gente pobre con la que me ha tocado compartir en sus pequeñas casas y me he dado cuenta de las grandes necesidades que viven, me he dicho que el evangelio de Jesús es una buena noticia que se tiene que anunciar también a ellos. Hay un grito de la gente, piden mayor presencia, más atención, más preparación. Esta experiencia me invita a mí en este último año de mi preparación inicial a preparar mi disponibilidad para colaborar con la misión. Todo esto me ha ayudado.

Carlos Menjivar, cmf: para mí, ha sido una experiencia distinta, diferente. Al compartir con la gente y ver la realidad que viven, que no es muy distinta que la que se vive en nuestras comunidades. Es una realidad de pobreza, de exclusión, la única fuente de trabajo son las fincas, donde no hay derechos laborales, los salarios son muy bajos, no hay seguro social. Se vive una situación laboral difícil y no se vislumbran nuevas oportunidades. Estar compartiendo con Doña Rosa Hernández en la aldea de Cowpen me ha servido para poder experimentar la realidad que viven los pobres, después de venir de la comodidad de nuestra casa y ahora estar compartiendo todos los espacios con esta familia me ha ayudado mucho. He aprendido bastante de doña Rosa, de su entrega, su disponibilidad, su generosidad, estoy muy contento de haber vivido esta experiencia con ella porque es una manera de revivir y de reavivar eso que nos caracteriza a nosotros como claretianos, la hospitalidad, la cercanía, el hacer sentir bien a la gente en nuestras comunidades.

Dominic Mcdonagh, cmf: Trabajar en Belice no ha sido fácil. Muchas veces no se siente el amor ni el aprecio de la gente, pero esa experiencia siento que también me ha ayudado a crecer. Tuve que sacar cuanto antes mi nacionalidad beliceña para que no me sacaran del país. Creo que nuestra evangelización ha de cambiar la realidad que vive nuestra gente como invita el capítulo general trabajar en equipo, crear redes que ayuden a cambiar la realidad.

Albin Bellorín,cmf: para mí venir a Belice ha sido una experiencia nueva personal y congregacional. Venir a esta misión es venir a otra delegación, compartir con ustedes, es una pequeña experiencia que nos va abriendo a la universalidad de la congregación y eso me enriquece tanto como persona y como claretiano. Nos hemos dado cuenta de la compleja realidad que se vive, hay mucho por hacer, en otro tiempo se ha apostado por la educación, ahora nos damos cuenta que nos basta solo con eso, hay que articular otros medios. Siento que hay que promover lo que dice Aparecida el encuentro personal con Jesús vivo. Nuestro aporte como claretianos estaría en insertarnos en esta realidad para que desde ahí podamos ir creando redes. Al venir acá nos hemos encontrado gente de nuestros países me ha surgido la pregunta ¿Cómo acompañar a estas personas que están en la diáspora? Gente que viene en busca de trabajo y se encuentra con medio muchas veces hostil, cómo la Iglesia es una luz, es un faro, un motivo de consuelo. Siento por eso que es una experiencia muy rica. En este compartir va creciendo esa inquietud de servir la disponibilidad por servir.

Manuel Sam, cmf: toda nuestra vida es siempre una experiencia de misión. Al ir caminando nos vamos encontrando con distintas experiencias. Y como decía Manuel de Jesús Tzalam, catequista asesinado en el Petén, Guatemala en plena celebración de la palabra : “Si no puedes luchar por tu hermano ¿para qué sirve tu vida?”. Nuestra vida es siempre una experiencia de misión, que se va reforzando desde la vida en comunidad lo creo porque es evangélico. El trabajo en equipo no es nada fácil, pero este último capítulo nos invita a volver a la fuente a ese Claret que arde en caridad. Esto me ha ayudado a entender que tenemos que ser misioneros que están en camino, el peligro siempre es acomodarnos, instalarnos. Esta misión de Belice no nos deja instalarnos. Al llegar aquí me preguntaba cómo entrar en este lugar, cuando visité la aldea de San Román donde se hablan tres ó cuatro idiomas, me preguntaba ¿qué idioma voy hablar? Creo que tendríamos que hablar el idioma del amor el que todos entienden.

Gerald Ezekwere, cmf: me llama la atención la diferencia que hay entre la acogida y el valor que le damos en África a la Iglesia y al servicio dentro de la Iglesia, la forma como se respeta y valora a los misioneros y a los estudiantes, se aprecia el trabajo que realizan y también se les cuida. Aquí nos encontramos que a pesar de tantos años de evangelización la gente no sabe quién es un seminarista, o nos topamos con mucha indiferencia y frialdad. Por eso, la alegría que vivimos dentro de la comunidad nos tiene que dar energía y fuerza para poder enfrentar la realidad muchas veces dura y difícil con la que nos encontramos. Lo que nos ayuda es tener una actitud positiva, los claretianos nos tendríamos que caracterizar por la alegría.

Cuando yo compartía ponía el énfasis sobre todo en lo que nos dice el número 20 de la declaración del capítulo general: “Identificar misión con tareas apostólicas es peligroso y teológicamente incorrecto. Llamados a poner la misión en el corazón y éste en la misión, hemos nacido para vivir, testimoniar y anunciar el Evangelio, no sólo para llevar adelante trabajos apostólicos, aunque éstos tienen un incalculable valor…” Lo decía porque al ver el lugar donde yo iría, donde los garífunas sólo hablan inglés y su lengua materna, lo primero por lo que me preocupé es por lo que iba a hacer; inmediatamente me di cuenta que no podría mucho, ya que apenas me puedo comunicar con ellos, pero recordé algo que me ayudó mucho cuando estuve en mi año de misión en Kuna Yala y es que la misión es más que llevar, enseñar, hacer es vivir personal y comunitariamente el evangelio de Jesús.